“No me olvidéis. Un beso muy grande”. Este fue el último mensaje de WhatsApp que escribió Paloma Gómez Borrero. Se lo enviaba al productor de 13TV, Javier Belinchón, que reclamaba su presencia en el programa 'Hoy es noticia'. Estábamos deseando que regresara a la tertulia y ella, a punto de recibir el alta, nos decía que su salida del hospital de Sanchinarro, en Madrid, se había complicado. “Una infección por la que me están inflando a medicamentos -nos decía-. Hasta que no la supere, no saldré”. No había en sus palabras nada que hiciera presagiar que serían las últimas que nos diría. Nada nos hacía pensar en este triste final que nos ha dejado en shock. Su “no me olvidéis” ahora nos hiela la respiración tras conocer el desenlace.

Ha sido una gran, gran, gran compañera. Una periodista de raza, una gran contadora de historias, como diría su amigo Jesús Hermida, que tampoco está entre nosotros. Se nos ha ido una generación de corresponsales que hicieron arte del trabajo de calle. Fue nuestros ojos en Roma. Conocimos la Ciudad Eterna de su mano y supimos lo que era una “fumata blanca” y su significado gracias a ella. Nos acercó a la personalidad de diferentes papas. Quizá el que más huella le dejó fue Juan Pablo II, al que acompañó y entrevistó en todos sus viajes. Siempre contaba que cuando oyó el nombre de Karol Wojtyla, creyó que venía de África.

El papa polaco la marcó para siempre. Fue una de las personas que primero dijeron aquello de: “Santo súbito”. Ella supo de su santidad mucho antes de que fuera beatificado. Tenía olfato, sabía mirar a los ojos, tenía ese instinto periodístico que solo tienen algunos para saber aquello que será noticia antes de que ocurra. La retirada del Papa Benedicto la valoró como “un acto de generosidad y un acto de amor hacia los fieles”. Nos sacó de nuestra perplejidad explicando como nadie los motivos que llevaron a Joseph Ratzinger, el papa número 265, a dejar las llaves del Vaticano. Le admiraba mucho por su profundo conocimiento de la Doctrina de la Fe. Y la irrupción de Francisco la narró con verdadera emoción. Le gustaba especialmente este papa de la Misericordia y de los necesitados. Sabía todos y cada uno de sus pasos. Confiaba en narrar una futura visita a España que “todavía no tocaba”, nos decía.

He tenido mucha suerte de estar a su lado en estos últimos años. La tertulia de 'Hoy es noticia' en 13TV, la de 'Amigas y conocidas' en TVE; así como los fines de semana de Cope, han sido sus últimos trabajos en televisión y radio. Nosotras en 13TV debatíamos sobre todo lo que acababa de suceder y aquello que la gente comentaba. Nuestra cita era los jueves y ella siempre llegaba justa de hora pero a tiempo. Su sonrisa y sus ojos llenos de vida nos iluminaban. Nunca llegaba vacía de noticias, de comentarios, sabía más que los demás porque siempre había una amiga o una amiga de una amiga que le había dicho algo que nadie sabía. Toda la vida entrevistando, informando y haciendo amigos.

LA MEJOR EMBAJADORA

Fue la mejor embajadora que uno podía tener en Roma. Se prestaba a hacer de cicerone por la Ciudad Eterna para enamorarnos. Ayudaba a amigos y desconocidos. Siempre una sonrisa para todo el que reclamaba una mano tendida en la capital de Italia. Fue la voz de Roma aunque Televisión Española un día decidiera prescindir de sus servicios. Ella que fue la primera mujer corresponsal en Italia, también fue la última porque nunca dejó de informar. Todo el que deseaba saber algo de nuestros vecinos del sur, seguía recurriendo a ella.

Fue la primera persona que se hizo tan querida que estaba por encima del cargo que ocupara o el servicio que prestara a cualquier cadena. Daba igual, Paloma Gómez Borrero siempre era Paloma Gómez Borrero con o sin corresponsalía de TVE o de COPE. Decía la escritora Gertrude Stein que “una rosa es una rosa”. Pues eso, la voz peculiar de la periodista madrileña ya formaba parte, desde hace muchos años, del restringido elenco de periodistas imborrables, sublimes, magistrales, únicos e inolvidables.

Fue la primera persona que se hizo tan querida que estaba por encima del cargo que ocupara o el servicio que prestara a cualquier cadena

Cuando la noticia de su muerte recorrió las redes sociales a la velocidad de la luz, los que la conocíamos bien no lo podíamos creer. Parecía imposible. No habían pasado más de dos semanas desde que Anabel, la maquilladora de 13TV, la dijera que no le parecía normal que tuviera sus ojos amarillos. Estaba excesivamente cansada desde hacía días y se puso en manos de los médicos. Descubrió que desde hacía mucho tiempo no se había hecho un análisis de sangre.

Tras los resultados médicos la intervinieron tan rápido que la misma mañana que venía a la tertulia se disculpó. “No podía acudir a su cita porque la operaban de algo relacionado con su hígado y con unos cálculos biliares”. Ahí confesó su miedo. Ella no estaba dispuesta a irse. Era demasiado rápido para todo lo que le quedaba por contar y por decir. Tras la UCI y su regreso a planta todos creímos que regresaría pronto. “Paloma es Paloma” y volverá a contarnos sus mil y una historias—comentábamos en el programa. Pero esta vez nos equivocamos todos. Se nos fue de golpe. Sin darnos tiempo a despedirnos. “No me olvidéis” nos sonaba a “pronto estaré con vosotros”. Sin embargo, hoy sabemos que en sus palabras había ya una despedida. Ella, como siempre adelantándose a la noticia, intuía que algo no iba bien. Su amigo Alberto Maeso lo sabía pero no le creímos. Parecía llena de vida con sus 82 años vividos y exprimidos.

Fue su amiga del alma, Mari Carmen Izquierdo, la misma que le entregó el premio Iris de la Academia de la Televisión, la que estuvo pegada a su cama junto a su marido y sus hijos la última noche. Ella pensaba en regresar a su televisión, la misma que nos hizo su rostro popular. Nosotros en 13TV la esperábamos. La añorábamos. Ella misma confesó durante el último premio Iris a toda una vida: ”He hecho tanta televisión porque es lo que más me gusta y seguiré haciéndolo hasta que el cuerpo aguante”. Añadió que había sigo testigo del cambio tecnológico en el medio, después de cincuenta años informando: “Desde el Nagra, la cámara, incluso la máquina de escribir. Yo iba con una Olivetti 32 por el mundo –decía- y la dejé cuando en no sé qué país me pidieron el recibo del anticuario donde había comprado ese objeto”.

”He hecho tanta televisión porque es lo que más me gusta y seguiré haciéndolo hasta que el cuerpo aguante”

Era una enamorada de su profesión que le había permitido desarrollar su hobby: viajar por todo el mundo. “He sido testigo de tantas páginas de las historia del último medio siglo que solo puedo dar las gracias”. Nada le gustaba más que hacer la maleta y volar. Bueno, había algo que le satisfacía más incluso que informar: su familia. “Tengo también que dar las gracias a mi marido y a mis hijos porque sin su paciencia, comprensión y ayuda quizá yo no hubiera podido hacer lo que he querido toda la vida: ser periodista”.

Ahora, con un micrófono en la mano, sabe Dios a quién querrá entrevistar. No estará quieta, no. Paloma es Paloma. La admirada Paloma Gómez Borrero. “No me olvidéis” nos dijo por WhatsApp. Imposible hacerlo, amiga, pensamos con tristeza. “Un beso muy grande”—se despedía. Otro para ti, querida amiga. ¿Por qué te has ido tan pronto? ¡Qué faena! ¡Qué faena! Es imposible devolverte todo lo que nos has dado. Gracias, Paloma. Gracias.