José Miguel Monzón, más conocido como el Gran Wyoming se atreve en su tercer libro, ¡De rodillas, Monzón! (Ed. Planeta) a rememorar el pasado pero a modo de crónica y no de unas memorias al uso. Un retrato del seco pueblo manchego que le vio nacer y del barrio madrileño de Prosperidad que le vio crecer.



"Mi infancia son recuerdos de un pueblo de Castilla...", así nos adentra Wyoming en La Puebla del Salvador. Una zona manchega dónde no había llegado la luz y el agua se sacaba de los pozos. Allí tuvo que amoldarse a un dormitorio con colchón de lana, en que se hundía, orinal bajo la cama, y lámpara con perilla. El váter, era un agujero de un cuartucho, que daba directamente a un piso en el que estaban las gallinas, que devoraban los excrementos que caían.

Wyoming de niño

Si algo echa de menos de esa época es la libertad. "Los niños andaban sueltos, condición de la que ahora no disfrutan ni los perros", reflexiona mientras rememora las peleas a pedradas o el salvajismo con los animales. No pasa por alto las creencias religiosas, la misa en latín con el cura de espaldas o la necesidad de santiguarse al pisar la calle. Todos necesitaba creer o al menos asegurarse que al final de los tiempos su cuerpo resucitará.

Wyoming con su madre (con gafas) y sus hermanos en la playa

Wyoming tiene nulo apego a la religión y su opinión de los curas la deja clara en el libro:"Su salvación depende de que todo lo que predican sea un cuento chino, y lo saben. Si fuera cierta la existencia de un dios todopoderoso y justo, representarían en el más allá la viva imagen del cementerio de Seseña, una masa negra ardiendo por toda la eternidad". Destaca el símbolo del pan en aquellas mesas. “Una obra del hombre y la naturaleza que nos permitía seguir vivos, nos daba de comer”, define el autor. Una infancia feliz, a pesar de los pocos recursos.

Juventud en 'La Prospe'

De las tierras áridas de Castilla se mudó al madrileño barrio de Prosperidad, coloquialmente conocido como 'La Prospe'. "Un microcosmo en el que todo tenía apaño y nada se tiraba". Su familia regentaba una farmacia, así que tuvo un temprano conocimiento teórico de las drogas antes de que existiera una ley contra ellas. "Los farmacéuticos eran también camellos legales sin pretenderlo", afirma.

La familia Monzón al completo en el piso de Madrid



Aunque recordarlo supone una pesadilla, el primer colegio de curas al que fue imperaba un régimen de represión. "Nunca, en ninguna otra época de mi vida, han obtenido de mí tal rendimiento. No era un método docente apropiado era la constatación de que el terror somete", denuncia. Su madre padeció una enfermedad mental que les marcó a él y a sus hermanos. Su confesión más reveladora del libro es cuando hace hincapié en su sentido del humor "No me tomo las cosas en broma. Soy más bien serio y la ironía y el humor no son cualidades innatas a mi persona". Una herramienta que él ha utilizado para superar el vacío afectivo.En su juventud pasó por un club del Opus Dei y en Frente de Juventudes. Una experiencia que el resume "sobrevivir a esto, te convierte casi en inmortal".

En un viaje por Europa con unas amigas suecas

La música fue la revolución. Empezó a través de los Beatles, aunque a él quien le marcó fue Jimi Hendrix: americano, ácrata, alucinado y negro. "La música fue como la llamada de la selva, un toque a rebato, una señal de que existía otro mundo, de que otra vida era posible", recuerda. Era una época en la que en España la guardia civil te podía amonestar por estar tocando la guitarra o cantando en una playa, en la que Salomé ganaba Eurovisión mientras se celebraba el festival de Woodstock.

Wyoming y su amigo Curro en una playa de Bolonia en los años setenta

Wyoming llegó a la facultad de Medicina y tuvo que tomar partido. "Cualquiera que aspirara a una vida que no fuera dictada por el poder se convertía en antifranquista. Yo fui consciente de que mi reino no era de este mundo y que había que buscar una salida. Cogí el tren en busca de la Amsterdam liberal". Allí perdió la virginidad "fuimos a poner la pica en Flandes", relata con humor. "Aquel viaje cambió mi vida y me hizo abrazar ideas que han guiado mis pasos para siempre. Comprobé lo gratificante que era hacer uso de la libertad".

Wyoming en el plató de su exitoso programa

Ahora hace uso de esa libertad cada noche en prime time en El intermedio (La Sexta). Un espacio en el que combina humor e información. Lo mismo que en este libro De rodillas, Monzón! (Ed. Planeta) en el que tira de la memoria histórica aderezada con su particular humor. Wyoming no quiere olvidar de dónde viene.

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