Aquí seguimos, esperando a los bárbaros. Asistiendo una vez más –esto sí que es un bucle diabólico del que nadie puede escapar–, rematadamente anonanados, a la Recaída del Imperio Moreno, que no Romano. Llegarán, esos ‘compis’ de Conan el Cimmerio cuya arribada aguardamos, reconvertidos en yoguis y miembros ilustres del Club de la Tragicomedia. Algunos ya están aquí, de hecho. Entre nosotros. Y han elegido el casoplón de José Luis Moreno, ex ventrílocuo y ‘executive producer’ de relumbrón, para intentar desvalijarlo. Sin ningún éxito.

Una vez más. Otra. La segunda. Aunque dicen que no hay dos sin tres. En plan ‘Atrapado en el tiempo’ cruzado con ‘True Detective’ pero a la española. Es decir, con más sombrajos que bombillas. Y con lagunas alicatadas hasta el techo de la mismísima extrañeza. Roban una y otra vez los albanokosovares en la casa de Morenín y, por lo que se cuenta en los bajos fondos, la frase de moda entre los choris de guante blanco no es la bertinosborniana “En tu casa o en la mía” sino una contundente “En casa de José Luis Moreno o en casa de José Luis Moreno”. Sí, José Luis Moreno. Siempre Moreno. De profesión, sus productoras.

¿Qué tendrá esa mansión de Boadilla del Monte en su caja fuerte para haberse convertido en una especie de La Meca de los Manguis Sin Fronteras que pueblan el mundo? ¿Dónde aprendió el ‘showman’ a defenderse así? ¿Cuenta para ello con la ayuda de sus muñecos? ¿Desde cuándo la ‘Noche de fiesta’ morenera se ha convertido en una pesadilla recurrente y digna de las páginas de ‘El Caso’? ¿Por qué deja de aparecer Morenín en las páginas de Televisión y se pasa a las de Sucesos? ¿A partir de qué momento aparece presuntamente implicado en varios casos de corrupción del PP? ¿Qué hay de cierto en cuanto a sus supuestos pufos con Hacienda?

Esto sí que no hay quien lo entienda. Va a acabar, como siga así la cosa, encasillándose el pobre Moreno en su papel de víctima reincidente, obstinada y sentimental. Pasa en ‘cerocoma’ de renegar este productor de productores, El Rey Midas de la caspa en TVE, de aquellos maravillosos años en que frecuentaba la dudosa compañía de elocuentes muñecos de madera a erigirse en un anuncio andante de Securitas Direct. Ni Batman se las tiene que ver, tan frecuentemente, con hordas de golfos apandadores. Morenín ha mutado en una especie de superhéroe ‘pitbullero’ al que nadie consigue quitar ni la vez en la panadería. Eso sí, está visto que ya sea por a o por b, este productor siempre cobra.

Vuelven los ladrones. A casa de José Luis Moreno vuelven. Por Navidad, como los turrones El Almendro. Y en primavera o en verano. Lo mismo les da. Vuelven o, en realidad, nunca se fueron de allí. No hay forma de averiguarlo. Monchito, Macario y Rockefeller están aterrorizados. De hecho, han pedido asilo político en el taller de Gepetto. “¡Toma, Moreno! Ya no soportamos más vivir en esta especie de robo interminable. ¿Por qué nos estás haciendo algo así?”, le han interpelado al pobre. Mientras tanto, las bandas de albanokosovares hacen cola a la entrada para asaltar el castillo del ex ventrílocuo más sibilino y silencioso de la historia de la ventriloquía moderna.

Artista de variedades sin variedad, logró Moreno que todas las ‘Noches de Fiesta’ fueran de riguroso luto. Precursor del copia y pega, ¿de verdad nos merecíamos ese despilfarro de misses escotadas, lentejuelas y efebos rasurados y ‘brokebackmountanizados’ en gayumbos en que convirtió, durante años y años, nuestra televisión? ¡Ay, Morenín! A ver si va a resultar que estos chorizos no quieren robarte sino darte unas collejas de lo más merecido porque no les gustaban tus programas. Hay que reconocer, y cualquier telespectador puede dar fe de ello, que tus productos siempre han olido a rancio, a ‘matrimoniada’ ful y a una España que ya no es. Cualquier cosa que produzcas se vuelve cutre y pierde color. Lo dicho: eres el Rey Midas de la Caspa. Un Gollum vestido en Zara. Y, al parecer, hay demasiada gente dispuesta a robar tu tesoro. En vano, afortunadamente.