Se escucha la cuenta atrás: "cinco, cuatro, tres, dos, uno..." y al instante se despliega una especie de iglú naranja que envuelve al candidato de Ciudadanos a la Presidencia del Gobierno, Albert Rivera, solo en el escenario. Su equipo y las casi mil personas -entre militantes y simpatizantes- que han acudido al acto de inicio de campaña, aplauden y gritan "presidente, presidente".

A su espalda se descubre el cartel de campaña con el que a partir de hoy y hasta el 20-D pretende convencer a los ciudadanos para que le den su voto "con ilusión". Ese es el lema. Rivera viste igual que en la foto del cartel; traje de chaqueta azul oscuro de Massimo Dutti y camisa blanca. Su cara es de felicidad, aunque no logra relajar el gesto. Sabe que el resultado final depende de él, pero prefiere no creérselo ni celebrar aún los buenos resultados que arrojan las encuestas y el CIS publicado este jueves. 

Al verle, uno retrocede en el tiempo y viaja hasta 1977. En el mismo lugar donde hoy se alza el hotel Eurobuilding, por entonces sede de UCD, Adolfo Suárez celebró su primera victoria electoral. 

Aquella noche fue histórica, tras 40 años de franquismo. El director de EL ESPAÑOL, Pedro J. Ramírez, la vivió en primera persona e incluyó su crónica en el libro Así se ganaron las elecciones (Editorial Planeta). El cartel de Rivera tiene la misma tonalidad, su rostro mira hacia el mismo lado que lo hacía Suárez y ambos eligieron el mismo tono de camisa y de chaqueta.

Cartel de UCD en las elecciones de 1977

En aquella jornada la protagonista fue una joven Candela, canaria, secretaria de José Ramón Villa, uno de los dos gerentes de UCD. "Llevaba camiseta blanca con los símbolos de UCD y en la retaguardia de sus jeans dos pegatinas libidinosamente colocadas", relató Ramírez.

La de esta noche, 4 de diciembre de 2015, en el Eurobuilding ha sido Beatriz Tajuelo, la azafata que ocupa el corazón de Rivera desde hace más de un año. También ha llevado blusa blanca y pantalones negros de cuero ajustados. Ha permanecido en un lado del escenario escuchando con orgullo a su chico, aplaudiendo y conteniendo la emoción.

No hubo forma de averiguar si ese reloj negro y azul que ha lucido Rivera desde hace unas semanas es una regalo talismán que le ha hecho la joven de Hospitalet -que podría cambiar los pasillos del aeropuerto del Prat por los palaciegos muros de Moncloa-.

Simpatizantes y militantes allí congregados se han podido topar con jóvenes de 25 años o con un matrimonio de 80 años que se declaró de izquierdas y desencantados por la corrupción que han consentido durante estos años los dos partidos tradicionales. "Nos gusta Rivera. Se le ve honesto y transparente. ¡Ojalá no cambie!", justificaron.

Una carta de esperanza quiso entregarle una vecina de Pozuelo. Su marido fue el primer alcalde socialista de esta localidad madrileña. El futuro para ella pasa por Ciudadanos: "Somos muchos los que durante años hemos apoyado al PSOE, pero estamos hartos de que hayan echado la mirada a un lado y perdido el rumbo. Coincido con las ideas de Albert y por eso estoy aquí. Quiero un partido de centro".

No le pudo entregar la carta porque el candidato se marchó como Cenicienta, a las doce y un minuto, para que no se deshiciera el encanto, que le sitúa casi como la segunda fuerza más votada. Pero ella está tranquila porque se la ha enviado también por correo a la sede central en Barcelona.

En este acto no hubo famosos ni rostros conocidos, como en el 77 en el de UCD, donde Bárbara Rey, Pedro Carrasco o Arturo Fernández se dejaron caer por la sede para respaldar a Suárez.

Albert no lo sabe, pero hace un mes se afilió a Ciudadanos en la sede de Santander el humorista y presentador Felisuco. Hoy su presencia ha pasado desapercibida en el Eurobuilding. No busca protagonismo; ahora mismo llena los teatros de nuestro país con su obra Taxi, junto a Josema Yuste. Le gusta el partido y tiene las esperanzas puestas en Albert, aunque todavía no le conozca.

Los ciudadanos de Rivera no hacen mucho ruido al terminar el acto. Salen despacio y sin elevar apenas el tono. No les han dejado levantar los globos naranja, para no tapar la visión a las cámaras de televisión.

No tienen himno y deberían buscar uno porque la espera se hace eterna con un hilo musical propio de una consulta de dentista y al cierre del acto le acompaña una sintonía que no moviliza ni despierta la ilusión. Pero quizás ese es el secreto del líder mas valorado según el CIS. En apenas 16 días sabremos si Cenicienta no deshizo el encanto esta noche. Quizás histórica.