El Festival de Eurovisión está a punto de culminar la celebración de su 65ª edición en Róterdam tras cancelarse la entrega de 2020 por la pandemia de la Covid-19. A pesar de que la competición presume de ser un evento exclusivamente musical, no ha podido esquivar las polémicas políticas prácticamente en cada una de sus ediciones.

Este año, la quincena eurovisiva coincide con la escalada de violencia en Oriente Próximo tras la mayor ofensiva israelí a Palestina en casi una década. Una grave situación que, una vez más, está generando un gran debate internacional.

El nuevo episodio del conflicto palestino-israelí ya ha provocado 198 muertes en la Franja de Gaza, donde el régimen de Netanyahu está destruyendo indiscriminadamente zonas habitadas por civiles.

Israel 2021

Eden Alene representa a Israel en Eurovisión 2021.

En medio de este contexto de horror, este martes tendrá lugar la primera semifinal de Eurovisión 2021 en Róterdam, en la que una de las aspirantes obtener el pase a la gran final del sábado será Eden Alene, representante de Israel, que para la postre defenderá el tema Set me free (Libérame) sobre el escenario del Ahoy Arena.

La artista, nacida en Jerusalén y con ascendencia etíope, ha evitado pronunciarse sobre el conflicto que asola su país, aunque hace unos días transmitía a través de sus stories de Instagram la profunda tristeza que siente por esta guerra. "Estoy muy feliz de estar en Róterdam, pero cada vez que subo al escenario y canto, no puedo olvidar todos los conflictos horribles que están pasando y no puedo dejar de pensar en mi familia", escribía.

El pasado 12 de mayo, Eden acudía a la rueda de prensa habitual tras realizar su segundo ensayo previo a la semifinal. Koos van Plateringen, moderador de los encuentros con la prensa, se vio obligado a cortar la pregunta de una reportera de Al Jazeera sobre el conflicto palestino-israelí. "No están permitidas las preguntas sobre política", recordaba el presentador.

A pesar de este empeño del Festival por esquivar las cuestiones políticas e incidir en los valores que, supuestamente, unen a todas sus naciones participantes, lo cierto es que la crisis de Oriente Próximo ha ensombrecido constantemente la celebración de Eurovisión.

Polémico anfitrión

Netta Barzilai fue cuestionada por haber pertenecido al ejército israelí durante la ofensiva de 2014.

En 2018, la artista israelí Netta Barzilai se alzaba con la victoria en la 63ª edición del Festival, celebrada en Lisboa. Antes de obtener el micrófono de cristal, la cantante ya había generado una gran controversia al desvelarse que formaba parte del ejército israelí durante la masacre en Gaza en el año 2014, que causó la muerte de más de 400 palestinos. Cabe aclarar que el servicio militar es obligatorio en Israel y Netta formó parte de la banda musical de la Marina.

Inmediatamente después de su victoria, Benjamín Netanyahu contribuyó a alimentar la tensión anunciando que Eurovisión 2019 se celebraría en Jerusalén, histórica capital disputada por judíos y musulmanes.

Países como Islandia, Irlanda y Suecia reaccionaron a esta provocación trasladando a la Unión Europea de Radiodifusión su negativa a participar en el Festival si finalmente se celebraba Jerusalén. La UER, por su parte, advirtió a Israel de que actuaría contra cualquier intento de politizar el evento, que finalmente acabaría teniendo lugar en Tel Aviv.

Madonna y Hatari

Dos de los bailarines de Madonna lucieron las banderas de Israel y Palestina en Tel Aviv.

Israel invitó a la superestrella Madonna a actuar en la final de Eurovisión 2019. La artista, que fue muy criticada por su pésimo directo, se saltó las normas al incluir en su número las banderas de Israel y Palestina, presentes en las espaldas de dos bailarines que se entrelazaban en señal de paz.

Esa misma noche el grupo Hatari, que representaba a Islandia en el Festival, mostraba banderas de Palestina al conocer los resultados del televoto, un gesto de protesta que posteriormente sería defendido por la primera ministra de Islandia, Katrín Jakobsdóttir, quien asegura en un documental sobre el paso del grupo por Eurovisión que "la política no es solo para políticos, es para todos, todos pueden expresar su opinión política, y los artistas especialmente tienen libertad para usar estrategias para que esas opiniones lleguen a la gente".

Otros conflictos

Ucrania vetó a su propia representante en 2019 por actuar en Rusia.

El conflicto palestino-israelí lleva décadas haciéndose notar en la agenda eurovisiva. De hecho, países como Marruecos, Líbano o Turquía se niegan a participar mientras la potencia hebrea siga presente en la competición. 

No obstante, en los últimos años ha habido otros conflictos políticos que han salpicado al Festival. En 2016, Ucrania lograba el micrófono de cristal y, por tanto, asumía la responsabilidad de organizar la siguiente edición. Esto sucedía en medio del conflicto con Rusia por la anexión de Crimea, una guerra por la que Rusia acabó siendo vetada de la celebración en Kiev.

Además, en 2019 Ucrania acababa vetando a su propia representante, Maruv, tras conocerse que solía dar conciertos en Rusia y que tenía previstas nuevas fechas en ese país en su próxima gira.

Otra de las crisis internacionales que ha afectado a Eurovisión recientemente ha sido la guerra entre Azerbaiyán y Armenia por el Alto Karabaj. La contienda de seis semanas y la grave inestabilidad política y social posterior ha impedido a Armenia poder preparar su candidatura para la presente edición del Festival, por lo que el país caucásico anunciaba su retirada el pasado mes de marzo.

Eurovisión y la política

Eurovisión tiene cada vez más difícil mantenerse al margen de la política. Gtres

Con estos ejemplos recientes, parece evidente que Eurovisión no puede pretender seguir manteniéndose al margen de los conflictos políticos entre las naciones que forman parte del Festival, sobre todo cuando estos conciernen a los derechos humanos y afectan a los valores que la UER defiende.

Son muchas las voces que piden a la organización que revise los requisitos para formar parte de la competición y exija que todos los países participantes cumplan unos mínimos en sus políticas con respecto a la democracia y los derechos fundamentales. No obstante, en el caso de Israel la postura de la UER es bastante compleja, pues hasta ahora la Comunidad Internacional sigue tratando con tibieza esta guerra y se resiste a condenar firmemente los ataques a civiles.

El caso de Israel y Palestina está acaparando todos los comentarios en esta edición, pero lo cierto es que la apertura del Festival a abordar cuestiones políticas pondría en peligro la permanencia de otras naciones como Polonia, Azerbaiyán o Rusia, cuyas políticas abiertamente homófobas chocan frontalmente con la diversidad y los valores que llevan más de seis décadas siendo la columna vertebral de Eurovisión.

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