María Jesús Montero y Teresa Ribera.

María Jesús Montero y Teresa Ribera. EP

La tribuna

Fiscalidad verde en tiempos de guerra

9 marzo, 2022 03:14

El pasado jueves 3 de marzo, el comité de expertos para la reforma fiscal hacía público su Libro Blanco, de casi 800 páginas. Unos días antes, Putin ordenaba la invasión de Ucrania, con un efecto devastador no sólo sobre el pueblo ucraniano, sino también sobre la economía mundial. El efecto económico más inmediato ha sido sobre los precios de los productos energéticos, y precisamente por eso, la oportunidad de muchas propuestas contenidas en el Libro Blanco, especialmente las referidas a la fiscalidad verde, ha quedado en entredicho.

Un hecho importante que no podemos olvidar es que, ya antes de la invasión de Ucrania, y de que se disparasen aún más los precios de la energía, sufríamos el mayor nivel de inflación en décadas: en España y en el resto de Europa. Además, no sólo había subidas de precios energéticos, sino también efectos de segunda ronda. La denominada inflación subyacente, es decir el índice que excluye alimentos frescos y energía, ya subía, en España y la zona euro a un ritmo del 3%, antes de la invasión.

Tras la invasión rusa de Ucrania, los precios energéticos se han disparado, pero, además, también lo han hechos otros productos como el trigo. Además, no se puede excluir el riesgo de desabastecimiento de gas en Europa Oriental y Alemania, lo que a su vez encarecería aún más la factura de gas, e indirectamente la eléctrica.

El principal problema de incrementar la fiscalidad indirecta, especialmente en un momento como éste, es que, el efecto inmediato será la subida de precios. Si se suben los precios de todos, o buena parte, de los productos y servicios, incrementando el IVA, entonces, el aumento de la inflación es previsible e inmediato. Y no podemos esperar otra cosa de las propuestas de fiscalidad verde, aunque no se vean afectados todos los productos, sino tan sólo los energéticos.

Como la energía forma parte del coste de producción de muchos bienes y servicios, el aumento de los precios energéticos se acaba trasladando, más pronto que tarde, al conjunto de la economía.

No se puede excluir el riesgo de desabastecimiento de gas en Europa Oriental y Alemania, lo que a su vez encarecería aún más la factura de gas

La receta del comité de expertos pasaría por "encarecer" los combustibles fósiles que son contaminantes, y que además tenemos que importar, elevando los impuestos sobre los mismos. Al mismo tiempo, debería reducirse la carga fiscal de la electricidad, para favorecer la electrificación, lo que reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero. Aquí el problema, es que el precio de todos los productos energéticos, gas, gasolinas, gasóleos y también electricidad, ya está en máximos históricos y sigue subiendo.

Pero como el origen del problema no es fiscal, no se puede resolver con impuestos. Por una parte, los impuestos especiales sobre gas, gasolinas y gasóleos son los mismos desde 2016. Esto significa que estos impuestos, que son específicos, es decir no varían con el precio, se han reducido en términos reales.

El tipo del IVA general, el que se aplica a los productos energéticos, tampoco ha cambiado desde 2021. En el caso de la electricidad, ha habido importantes rebajas de impuestos, y también de cargos (es decir de costes que habrá que pagar en el futuro), que no han impedido, desafortunadamente, que el precio sea cada vez mayor.

En principio, incentivar la sustitución de combustibles fósiles por energía eléctrica es positivo y tiene sentido. Esto nos llevaría a reducir emisiones y también, de paso, a tener mayor independencia energética. Pero, para eso, hay que producir electricidad a partir de fuentes renovables o de energía nuclear. El problema de las energías renovables, salvo la hidroeléctrica, es que son intermitentes. La energía nuclear también tiene desafíos, como la gestión de los residuos, así como el tiempo y el coste de construcción de nuevas centrales.

Pero, todas estas cuestiones son de medio o largo plazo. Mientras tanto, hay que ser consciente de que el gas natural ha sido y sigue siendo la energía de la transición ecológica; y en el caso de Europa Oriental y Alemania, gas procedente de Rusia. Frente a esta situación, a corto plazo, sólo se pueden tomar medidas muy limitadas para contener el daño que los elevadísimos precios de la energía hacen a la economía española y europea.

Respecto del gas y el petróleo, que tenemos que importar, lo único que se puede hacer es intentar consumir lo menos posible. Durante lo peor de la pandemia, consumimos menos derivados del petróleo que nunca. Alguna de las medidas que entonces se implantaron, como la extensión del teletrabajo, podría tener utilidad para reducir la factura energética exterior y la inflación.

En cuanto a la factura eléctrica, en una situación de emergencia, habría que tomar medidas de emergencia: y eso sólo puede pasar por no retribuir al precio del gas natural a toda la producción eléctrica, mientras el gas tenga un precio disparado por estas circunstancias. Otro planteamiento complementario sería suspender los derechos de CO2, lo que reduciría el precio de la energía producida con carbón y gas. Además, esto permitiría en los países centrales de Europa consumir menos gas ruso y sustituirlo por carbón.

En una situación de emergencia, habría que tomar medidas de emergencia: y eso sólo puede pasar por no retribuir al precio del gas natural a toda la producción eléctrica

El planteamiento europeo de la fiscalidad verde buscaba un objetivo fundamental de conseguir una energía más limpia, reduciendo la emisión de gases de efecto invernadero. La energía más limpia suele ser más cara. Eso ya lo estábamos viendo en la factura de la luz en los últimos meses.

Ahora vemos que también necesitamos una energía más segura, es decir que no estemos expuestos a un corte de suministro. Es, precisamente el riesgo de suministro en Europa Central y Oriental la que ha disparado los precios. Los objetivos han cambiado por pura supervivencia.

Por eso, habrá que rediseñar también los instrumentos fiscales, empezando por los de la política energética, en estos tiempos oscuros, siendo muy conscientes de que muchas medidas nos gustarán poco y tendrán costes, pero hay que aceptarlos. Otros, en Ucrania están asumiendo un sacrificio mucho mayor por su libertad, y son la primera línea de defensa de la democracia.

*** Francisco de la Torre Díaz. Economista e inspector de Hacienda.

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