Padrino de Ayuda en Acción Yeray Méndez

El apadrinamiento es un vínculo de doble sentido. Igual que Allan y Deysi recuerdan con cariño y agradecimiento el aporte de sus padrinos, Yeray Méndez, otro padrino de Ayuda en Acción, destaca ilusionado que en cada una de las cartas que recibe puede ver ese sentimiento de gratitud. “Los niños son conscientes de la figura del padrino. Y cuando estás allí en su comunidad es espectacular. Se dan cuenta de que hay personas que piensan en ellos y les ayudan”, explica desde Lanzarote.

Este aparejador de 31 años nació en Teseguite, un pequeño pueblo de Las Palmas. Empezó apadrinando con 17 años, con su primer sueldo. Su motivación era clara: los jóvenes también pueden colaborar con las personas que lo necesitan. Aunque el 94% de las ONG en España cuenta con jóvenes universitarios entre sus voluntarios, de los cuales 1 de cada 7 son mujeres, apenas un 10% de los socios activos son menores de 35 años. El compromiso e interés de los jóvenes con los colectivos más desfavorecidos es indiscutible, pero aún existen barreras que les haga dar el salto al aporte económico.

El apadrinamiento es una herramienta para que el niño y toda la comunidad puedan alcanzar el progreso”, afirma. “El dinero sirve para algo, no sólo para consumir, para mejorar un poco el mundo. Con eso soy más que feliz.

El compromiso y las ganas de ayudar de Yeray le llevaron a conocer en terreno la labor de Ayuda en Acción en Perú. Para él fue una experiencia “muy enriquecedora, sobre todo para analizar lo que es realmente importante en la vida y que nosotros a veces le damos más importancia a cosas que no lo son tanto”.

Cuenta con pasión que con un poco de dinero se logra un gran cambio. “El apadrinamiento es una herramienta para que el niño y toda la comunidad puedan alcanzar el progreso”, afirma. “El dinero sirve para algo, no sólo para consumir, para mejorar un poco el mundo. Con eso soy más que feliz”.

Apadrina