Apadrinado, El Salvador Allan Roberto
Herrera González

Las donaciones de socios y padrinos ha hecho posible que la vida de miles de niños y niñas tomara un rumbo radicalmente distinto.

Allan Roberto Herrera nació en Jiquilisco, en El Salvador, fue apadrinado durante seis años, gracias a lo que pudo escapar de la violencia de las calles y de las maras, dos graves problemas que azotan a su comunidad. “Ser un niño apadrinado ha significado felicidad”, explica Allan.

Actualmente, Allan tiene 21 años, sigue vinculado a la ONG como voluntario de Comités de Vínculo Solidario, donde ayuda a otros niños como fue él y estudia Comunicación en la universidad. “Ayuda en Acción ha significado para mí un pilar en mi educación, de formación y para desarrollar mis habilidades como profesional”, asegura. “Es un pilar de desarrollo porque es integral, aporta grandes beneficios y no sólo para una persona, sino para la comunidad”.

Esta mejora de las condiciones de vida de la comunidad se logra gracias a los compromisos de largo plazo de los padrinos y madrinas que colaboran con Ayuda en Acción. Los niños y niñas crecen, finalizan su tiempo en el programa, pero eso no quiere decir que la ONG dé por concluida su labor en una comunidad. Esta orientación en el trabajo de la ONG es la materialización de uno de sus principios de actuación: entender que las carencias de las personas no son necesidades que cubrir, sino derechos a cumplir.

Con este enfoque sobre la mesa, Ayuda en Acción identifica los lugares donde viven personas con necesidades comunes con el apoyo de otras entidades locales y de los datos de los documentos oficiales. A través del trabajo en equipo con sus socios locales, que son quienes realmente conocen esa realidad y sus carencias, se elabora un plan de futuro para ese territorio y sus habitantes en el que se definen diversas áreas de actuación: educación, salud, agua, igualdad, desarrollo de infraestructura, generación de un tejido económico y la formación de las personas de la comunidad para impulsar sus capacidades. Conscientes de que la pobreza tiene muchas causas, la ONG establece un compromiso de largo plazo con la comunidad, con proyectos que tienen un horizonte de 12 a 15 años y un enfoque de desarrollo territorial integral. De lo más urgente a lo más relevante.

Ayuda en Acción ha significado para mí un pilar en mi educación, de formación y para desarrollar mis habilidades como profesional. Es un pilar de desarrollo porque es integral, aporta grandes beneficios y no sólo para una persona, sino para la comunidad.

El trabajo desarrollado en estos 35 años permite a la ONG ilustrar con muchos ejemplos su labor. Uno de ellos es el caso de Viacha, Bolivia, donde la coordinación con la autoridad comunitaria, la alcaldía y la implicación de toda la comunidad ha permitido en una década lograr la plena escolarización, reducir la desnutrición infantil, construir un sistema de agua potable y bebederos para el ganado, entre otras acciones. En Anta y Urumba, en Perú, se ha proporcionado atención médica, ayuda para la creación de biohuertos y la crianza de animales menores, así como la construcción de centros de educación temprana. Una labor que ha impactado sobre la calidad de vida de más de 5.700 familias.

En el caso de Allan, recuerda que como niño apadrinado recibió desde zapatos a cuadernos y lápices, un aporte con el que sintió que no tenía “limitantes para poder estudiar”. Además del impacto personal de su apadrinamiento, Allan subraya que tanto él como los jóvenes que participaban en los proyectos que se realizaban tenían una vía de escape a las difíciles circunstancias de su entorno. “Te da la oportunidad de participar, a pesar de la violencia, en actividades de recreación”, afirma este salvadoreño.

Apadrina