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Navalcarnero, una tierra de vinos que bebe de su historia castellana

Es una de las villas más emblemáticas de Madrid por su rico patrimonio histórico, además del lugar indicado para degustar algunos de los mejores vinos de la Comunidad.

Fundada por agricultores y ganaderos, pesa sobre Navalcarnero una historia de más de 500 años. Constituida oficialmente como pueblo en octubre de 1499, bajo el amparo de la ciudad de Segovia, Navalcarnero atesora un relato ligado a la agricultura y el cultivo de la vid, aunque también ha sido escenario de importantes hechos históricos, como el casamiento entre Felipe IV y Mariana de Austria, acontecimiento que le confirió el título de Villa Real en 1649.

Las once Villas de Madrid son lugares que por su historia, entorno natural, tradiciones o cultura ocupan un lugar privilegiado entre los destinos turísticos más admirados de la Comunidad. Para cuidar del legado histórico de esta villa, en Navalcarnero se han emprendido en los últimos años varias acciones para recuperar el patrimonio histórico, lo que ha permitido rehabilitar el casco antiguo y rescatar algunos de los signos de identidad de la localidad, como sus ermitas, iglesias o plazas.

Hay salpicados por toda la localidad los signos de una población que fue clave en la historia de Castilla, y que puede presumir de monumentos como la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, la portada de la Casa de la Cadena o su singular plaza, así como elementos que enlazan este pasado con la modernidad, como el conjunto escultórico Crystal Garden de Dennis Oppenheim. Sin olvidar que otros de los grandes alicientes para visitar Navalcarnero son su gastronomía y vinos.

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Plaza y calles de estilo castellano

El itinerario de cualquier visitante que llegue hasta Navalcarnero debería comenzar en la Plaza de Segovia, “una de las más emblemáticas -con permiso de la de Chinchón- de las Villas de Madrid”, asegura Leticia Correas, Concejala de Planeamiento, Turismo y Juventud.

Leticia Correas, concejala de Planeamiento, Turismo y Juventud de Navalcarnero

Ha sido, y continúa siendo, el corazón de la ciudad, el espacio que comparten edificios gubernamentales como el Ayuntamiento y, en otros tiempos, también la cárcel, con pequeños comercios. La plaza es protagonista de todas las festividades de la localidad, pero sobre todo destaca el interés artístico y arquitectónico que le confieren su estructura porticada y balconadas típicamente castellanas.

A la vuelta de la esquina, tras abandonar la plaza por la Calle Real, se encuentra la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, declarada Monumento Histórico-Artístico Nacional y Bien de Interés Cultural en la categoría de Conjunto Histórico-Artístico, es uno de los símbolos más notables del municipio, La Iglesia ,constituye una realidad compleja en la que se superponen varios estilos artísticos. De la primitiva, iniciada en torno a 1520, sólo restan las arcadas góticas que separan sus naves y la torre del campanario, un ejemplo de pervivencia de las formas hispano-mudéjares.

Se podría visitar Navalcarnero siguiendo la estela de sus templos, como la Iglesia de San José o la de Covadonga o también atravesando de plaza en plaza para conocer el pasado del municipio, eminentemente agrícola. Esto queda muy bien reflejado en espacios como la Plazuela del Mercado, una de las que más actividad mantiene hoy en día por ser lugar de venta de los productos locales de la comarca.

En una de sus calles aledañas hay un lugar en el que se puede retroceder en el tiempo. La Casa de la Lonja es una antigua casa solariega (construida en 1715) que conserva una portada original decorada con un escudo de hidalgo, unos balcones con herrajes del siglo XIX y un bello patio interior de austero sabor toledano. Fue rehabilitada hace unos años por el Ayuntamiento para rendir homenaje a los comercios típicos de la época, en los que se vendían todo tipo de productos cotidianos: desde uniformes de trabajo a utensilios para el hogar y hasta vino.

El centro del vino en la Comarca Sur

Las primeras plantaciones de viñedos en Navalcarnero datan de 1340, confirmando que el vino forma parte de la actividad económica de la región desde el siglo XIV, antes, incluso, de su fundación. La uva malvar blanca -autóctona de la zona y con una presencia casi exclusiva en Madrid- y la tinta garnacha que aquí se da son las que le confieren la riqueza de sabores a sus vinos tintos, rosados y blancos. Los caldos de Navalcarnero, una de las subzonas de los vinos de Madrid, se incorporaron a la Denominación de Origen Vinos de Madrid desde el reconocimiento oficial de esta distinción en 1990.

La subzona de Navalcarnero es la menor en extensión y supone aproximadamente el 22,5% del viñedo inscrito en la D.O Vinos de Madrid, con el 15% de la producción anual y elaborado por no más del 20% de los viticultores de esta Denominación de Origen.

Los caldos de la localidad han adquirido un prestigio internacional, por lo que, según explica la concejala de Turismo de Navalcarnero, “estamos tratando de potenciar el enoturismo. En el municipio tenemos ese origen agrícola y vinícola, por lo que ofrecemos una muy buena ruta gastronómica”. Como no podía ser de otra manera, los vinos navalcarnereños acompañan muy bien con los platos típicos de la zona, como la olla del segador (similar al cocido madrileño) o el cordero.

Un viaje por los orígenes de Navalcarnero

Para conocer a fondo la historia de Navalcarnero queda por hacer una parada imprescindible: el Centro de Interpretación (CINC). Se ubica en una antigua casa de labranza, rehabilitada para conservar una estructura tradicional que alberga la zona de vivienda, una bodega, un patio y un elemento característico del municipio, las cuevas.

Las cuevas forman parte de la arquitectura oculta de la villa desde hace siglos -en un registro catastral de 1973 se registraron 139, aunque muchas ya han desaparecido hoy en día- y se desconoce el porqué de su origen, más allá de ser utilizadas para conservar alimentos y vino, ya que estas cuevas y galerías fueron excavadas a mano sin orden ni concierto

El espacio expositivo del CINC, de más de 1000 metros cuadrados, ofrece una aproximación a la historia y cultura del municipio a través de múltiples paneles, decorados, proyecciones y animaciones que se van sucediendo a lo largo de sus estancias. El visitante recorrerá así desde sus etapas más prósperas, como la boda real entre Felipe IV y Mariana de Austria, al actual contexto sociocultura de una localidad moderna que bebe de su historia castellana.

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