Arrivederci, Signor Armani. El mundo de la moda luce un crespón negro en señal de duelo por la muerte de Giorgio Armani, un genio de la alta costura cuyo legado será eterno. Su fallecimiento, anunciado este jueves, 4 de septiembre, a través de un comunicado oficial de la firma, ha teñido de tristeza los vestidores de las mujeres más elegantes y los corazones de admiradores, familiares y amigos.
Para repasar su vida y sus hitos harían falta tantas horas como las que empleó él mismo entre patrones, telas, hilos y pespuntes. Todo homenaje es pequeño, pero aquí va el de Magas.
Hay una roca en la isla de Pantelaria de la que Giorgio Armani solía decir que era su lugar favorito en el mundo porque “lo borra todo”. Está situada al sur de Sicilia y al norte de Túnez, y por su centralidad es un punto intermedio del Mediterráneo: allí el pasado y el futuro se concentran en un presente perfecto.
Se podría decir que el gurú del estilo más reconocido a nivel internacional buscó siempre lo que no cambia con el viento —e incluso está en contra de la moda en stricto sensu—, porque sus creaciones aluden a lo intemporal como esa roca junto a la que se alza su casa de verano.
1. Desfile de Giorgio Armani Privé SS24
2. Del fotógrafo
Vittoriano Rastelli (1982)
Fue un diseñador ajeno a los dictados de una industria caprichosa y fiel a un estilo ultracoherente. Tanto es así, que muchas de sus creaciones de los años 90, dos mil y actuales, no solo siguen estando vigentes como revival, sino que son a veces imposibles de fechar. Para el genio de Piacenza, nacido en 1934, no fue fácil llegar a su vocación.
Tras formarse en el Liceo Scientifico Respighi un año, se trasladó a Milán con su familia matriculándose en la facultad de Medicina, pero interrumpió sus estudios al cabo de pocos años.
En muchas ocasiones, el propio Armani explicó que podría perfectamente haber ejercido otra profesión, algo que resulta increíble teniendo en cuenta el deseo que siguen generando los dictados de su casa y los datos objetivos de facturación y recursos humanos en el grupo: 2.400 millones de euros anuales y 8.000 empleados en todo el mundo. Lo intemporal estaba de camino.
"Soy un hombre de hechos, un diseñador de desafíos, un emprendedor de conquistas: solo miro hacia adelante, sin nostalgia ni autosatisfacción por lo que he conseguido"- Giorgio Armani
El despertar de un genio
Comenzó trabajando en una tienda a mediados de los años 50, asesorando sin mucha experiencia. La historia cuenta una frase mítica que su jefe le dijo: “Armani, siempre serás un buen segundo”. Nada más alejado de lo que sucedería.
En estos grandes almacenes, La Rinascente de Milán, aquel joven llamaría la atención de Nino Cerruti, con quien trabajaría durante varios años e iniciaría una carrera como diseñador independiente, fundando Giorgio Armani con Sergio Galeotti en 1975, con una primera colección.
No muy exitosa, por cierto, como ambos han descrito en numerosas entrevistas, bromeando sobre la música que eligieron en el hotel Palace de Milán para maquillar un extraño día.
Sin embargo, aquella experiencia envolvía una revolución que duraría varias décadas, mostrando cómo los trajes suaves y de formas limpias —para hombres y mujeres— podían acompañar los cambios de marcos sociales.
En su caso, explicaría el propio Armani, no se trataba de exaltar la creatividad en un ‘sí porque sí’, ya que “esa explosión de imaginación que da como resultado creaciones que no tienen nada de ponible: para mí, incluso la fantasía más elevada tiene que tener un sentido. Tiene que ser traducible en ropa o accesorio que una mujer o un hombre lo puedan usar”.
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El creador italiano tendría un éxito fulgurante con su prêt-à-porter, siendo revolucionario en el modo de diversificar su marca: Emporio Armani llegaría en 1981 y Armani Exchange en 1991.
Esa decisión que hoy parece lógica resultó revolucionaria: la apertura de la línea Emporio en Via Durini, ofreciendo ropa para gente joven que adoraba la moda pero no se la podía permitir, marcó un antes y un después, creando multitud de imitadores de segundas marcas.
En 1982, la revista Time le dedicaría una portada, hablando de su relevancia construida en torno a una filosofía y un estilo distintivos. En palabras del diseñador, sería a partir de aquello cuando él realmente tomaría conciencia de que el mundo le estaba mirando atentamente.
Su estilo liberador, más allá de condicionantes masculinos y femeninos, menos rígido, más libre y ligero, era estricto en su ambición: facilitar su uso, pero no dejar nunca de ser extremadamente elegante.
“En pocas palabras, aspiro a la perfección y hago lo que sea necesario para lograrla. Admiro la discreción y detesto el exhibicionismo. Me atrae el silencio y amo lo esencial. No me gustan los excesos y el ruido, incluso cuando son metafóricos”, declaraba en su excelente autobiografía reciente, titulada Per Amore.
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En ese mismo volumen escribía que “el feminismo, tan explosivo en aquellos años en los que me iniciaba, sin duda, influyó en mi forma de pensar sobre la moda. Tengo una gran estima por las mujeres; creo que saben ser seductoras sin recurrir a un exhibicionismo que fácilmente desemboca en la vulgaridad y el exceso”.
Sexy era, para Armani, aquello que se sugiere, aquello que se invita a otros a imaginar. Sería su sobrina Roberta la que afirmaría, incluso, que en esa propuesta cercana a lo unisex, su tío fue “el primer diseñador que acabó con las diferencias de género en una alfombra roja”.
Una mirada excepcional
“Si pones en tu mirada lo que hay en tu cabeza, si pones en ella lo que te gustaría ver en los demás, entonces estás preparado para ser elegante”, explicaba recientemente a Vanity Fair.
Innovador en su forma de crear, Armani demostró también ser un gran ‘conector’, y sus relaciones públicas han sido otra de sus claves, con la alfombra de los Oscar como máximo escaparate anual.
Desde que en 1977 decidió vestir a Diane Keaton en su nominación a mejor actriz con Annie Hall con una apariencia masculina, inspirándose en su papel en la película, y fue creando poco a poco una relación con la alfombra mayúscula a través de apariciones de mujeres increíbles, perfectas pero ajenas a la tendencia y siempre cómodas, de Nicole Kidman a Anne Hathaway.
Giorgio Armani con Sophia Loren
En paralelo, supo cómo relacionarse de forma duradera con el séptimo arte, de modo que sus prendas se convirtieron así en piezas icónicas. En Estados Unidos vestiría a Richard Gere (1980) para American Gigolo y en España, por ejemplo, colaboró con el vestuario de la película Tacones lejanos (1991).
Él mismo declaraba que el cine había sido su verdadera educación, mucho más de lo que había aprendido en la escuela, moldeando su imaginación, cultura y gustos. Su lista de amigos en nuestro país tendría dos musas, Antonia Dell’Atte y Naty Abascal, además de una amiga a la que a menudo recuerda, Lucía Bosé. Luego vendrían otros embajadores de la marca como Eugenia Silva o Miguel Ángel Silvestre.
En nuestro siglo, contribuyó trabajando sin descanso al auge del made in Italy, y no solo lo definió, sino que lo extendió a otros ámbitos como la decoración con el visionario concepto de Armani/Casa, generando por primera vez referencias en los interiores a las señas de la moda. Algo que se ampliaría a la restauración, los hoteles, los yates…
Justamente ese año 2000, el mundo del arte se rendiría a sus pies, y el Museo Guggenheim de Nueva York celebró una gran exposición en su homenaje, que viajaría a España, entre otros países, consagrándole un paso más allá: Armani, artista.
El futuro de Armani
Tras recibir títulos y méritos como el de Gran Oficial de la Orden del Mérito y Caballero Gran Cruz de la Orden del Mérito de la República Italiana, así como de la Legión de Honor francesa o el reconocimiento del Council of Fashion Designers of America, en 2016, el genio creó la Fundación Giorgio Armani para impulsar proyectos de interés social.
Comprometido con el futuro y el impacto de las decisiones de su sector, en 2020, a través de una carta pública, pidió reflexionar sobre los frenéticos ritmos de las producciones de moda.
¿Cuál será el futuro de la marca Armani, tras la muerte de su fundador? Aún no está decidido. Algunas fuentes apuntan a su sobrina, Roberta, que entró a formar parte de la empresa como modelo de la casa en los años 90.
"Mi tío fue el primer diseñador que acabó con las diferencias de género en una alfombra roja”- Roberta Armani, sobrina de Giorgio Armani
“Mi abuela solo entendía la elegancia de esta manera, lo que ahora llamamos ‘menos es más’: ella solía decir que quien quisiera crear belleza tenía que crear lo necesario y nada más”, declaraba ella a Forbes hace un tiempo.
Armani se ha ido a los 91 años y casi hasta el final de sus días estuvo en activo, manteniendo la solidez de una roca. “Aún estoy lleno de ideas —explicó él mismo en su autobiografía—. Soy un hombre de hechos, un diseñador de desafíos, un emprendedor de conquistas: solo miro hacia adelante, sin nostalgia ni autosatisfacción por lo que he conseguido, y siempre dispuesto a nuevas aventuras”.
La verdadera aventura fue regalar al mundo medio siglo de moda y un legado que muestra su talento, resiliencia y una mente que siempre supo ver más allá.