Paloma San Basilio, de 74 años, se ha despedido definitivamente de los escenarios tras más de medio siglo de carrera. Hoy alterna Madrid y Los Ángeles, cultivando su paz interior, dedicándose a la escritura y disfrutando de la vida sin el peso mediático de antes.
En el programa Viajando con Chester, reveló que Donald Trump, entonces empresario, la invitó tras verla cantar en Atlantic City. Ella bromeó: “Yo pude ser Melania, un poco más pequeñita y no tan cabreada”, y rechazó amablemente. Declaró no compartir la “erótica del poder”
San Basilio ha explicado que no le atraen los millonarios ni la influencia del poder. Ha elegido una retirada con dignidad y autonomía, lejos del bullicio, y pasa su tiempo escribiendo libros, pintando y disfrutando de sus últimos proyectos, sin renunciar a su esencia
Tras anunciar en 2024 su retirada, la artista culminará su trayectoria con dos conciertos en junio de 2025 en el Universal Music Festival de Madrid. Su decisión es meditada y pacífica: dejar la escena sin renegar de su legado y sin prisas finalizantes.
Su negativa a Trump no fue por falta de respeto, sino por coherencia. San Basilio explicó que nunca le atrajo el mundo de los millonarios y odiaba “la erótica del poder”. Esto refuerza su imagen de artista con principios definidos, que no se deja seducir por la fama.
Hoy vive una vida activa pero pausada: escribe, pinta y pasea con libertad. Ha encontrado su refugio emocional y mental fuera de los escenarios. Se muestra agradecida por su trayectoria, pero convencida de que lo más valioso es el bienestar que ahora disfruta.
En la charla, Paloma también abordó la doble vara de medir entre géneros: el hombre envejece sin repercusiones, la mujer no. Rechaza esa realidad y reivindica la belleza de vivir “sin edad impuesta”, con dignidad y sin renunciar a ser quien es.
Su gira de despedida conecta con fans de siempre. Paloma busca un fin coherente, acorde a su valor literario y artístico. Prefiere que se la recuerde tal como es: apasionada, honesta y libre, más que por la cantidad de aplausos recibidos.
Lejos de los focos, Paloma San Basilio sigue marcando la diferencia con su forma de pensar y de vivir. No le interesan los homenajes vacíos ni las portadas: su prioridad ahora es la libertad personal. Ha dicho adiós al espectáculo, pero no al arte, que continúa explorando desde otros formatos.
Su rechazo a Donald Trump no fue solo anecdótico, sino también simbólico. En un mundo donde muchos callan por miedo o conveniencia, Paloma reivindica el poder del “no” como una forma de proteger la propia identidad. Una decisión que refuerza su imagen como mujer íntegra, valiente y con criterio.
Paloma San Basilio se retira con la cabeza alta, reinventándose desde la calma. Su negativa a Trump simboliza su distancia del poder, su último acto público refleja una vida vivida con dignidad. Hoy disfruta de la serenidad merecida y deja un legado de elegancia y coherencia.