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A Estela Muñoz (Malpartida de Plasencia, Cáceres, 1981) su exmarido la volcó de su silla de ruedas. En un principio, pensó que podría haber sido un accidente. Pero nada más lejos de la realidad.

"Me trataba mal, me pegaba voces, me metía mano, le pedía el divorcio y no quería... Y si no hubiera sido por el cáncer, habría sido peor ", asiente.

Esta agente de la Guardia Civil se desnuda ante EL ESPAÑOL y narra los malos tratos sufridos por su expareja y el tumor cerebral que padece.

Ha plasmado el viacrucis en su primera obra, Renacer. Desde el municipio cacereño, se trasladó a Salamanca para estudiar Filosofía. Posteriormente, entró en el Instituto Armado y tenía claro su destino.

Fue agente de la Unidad Central Especial 1 (UCE-1) del Servicio de Información de la Guardia Civil, los uniformados de élite que estrecharon el cerco a los peones y jerarcas de la banda terrorista ETA.

Recuerda esos cinco años que permaneció en Información con mucho anhelo: "Sentía una gran satisfacción cuando terminábamos una operación, o deteníamos un comando, o localizábamos un zulo con armas y explosivos... Estábamos tranquilos porque ya no acabarían con la vida de nadie".

Un tío de Muñoz fue capitán en el Ejército. Los etarras le atropellaron con un camión y terminaron con su vida. Ese fue el impulso que le hizo querer formar parte del Cuerpo Armado. Hasta que la vida le dio un aviso.

"Mi entorno me decía 'qué torpe estás, se te caen las cosas...', y noté que algo no iba bien", indica. Los fallos motores fueron a más y decidió ir al médico.

Los especialistas le dijeron que tenía un glioblastoma multiforme, un tipo de tumor cerebral agresivo: "Siempre digo que estoy enterrada desde el mes de diciembre de 2023, pero que ahora he renacido".

El tamaño del tumor era de siete centímetros hace apenas unos meses. Ahora, se ha reducido a dos. "Tengo la esperanza de que disminuya más. No quiero dejar a mi hijo sin madre", señala Muñoz empoderada.

Malos tratos

A pesar de ello, la guardia civil nunca ha dejado que el tumor pusiera en jaque su vida. Ni tampoco su exmarido, quien ejerció violencia, tanto física como psicológica, sobre ella.

El sujeto, con el que permaneció 15 años y tiene un hijo en común, está denunciado por malos tratos y falsedad documental.

"Cuando me operaron del tumor, me ingresaron de nuevo por una bacteria que cogí en el quirófano. Él aprovechó para abrir una cuenta y coger dinero de la nuestra. Me faltaban 5.300 euros", explica.

El varón pidió a Muñoz que le realizara un poder notarial. Ella se negó y él lo falsificó. Un perito caligráfico dio la razón a la extremeña.

Además, tiene una orden de alejamiento sobre él de 500 metros. Y recuerda lo peor: "Con la quimioterapia, era más sensible a los olores y a los químicos. Pues él me llenaba la casa de ambientadores. Hasta me los escondía".

"Le pedí que no me pusiera más, que me dejase morir", agrega. Afortunadamente, ahora Muñoz se encuentra muy motivada y sólo espera volver a hacer planes con su hijo con normalidad.