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Ansiedad, miedos extremos, agresividad, comportamientos compulsivos… Aunque parezca sorprendente, los animales también pueden sufrir trastornos emocionales y de conducta que afectan seriamente su calidad de vida. Y en muchos de esos casos, el tratamiento puede requerir algo que aún causa sorpresa o rechazo en la sociedad: psicofármacos.

Así lo explica Adrián Conde, veterinario especializado en comportamiento animal, quien aclara que "los psicofármacos para animales no deberían de ser un tema tabú". Y es que, desde su consulta y a través de redes sociales, este experto trata de educar a tutores y profesionales sobre la importancia de atender la salud mental de perros y gatos con la misma seriedad con la que se trata la física.

"¿Sabías que hay problemas de conducta en perros y gatos que precisan de psicofármacos, es decir, de medicación? Pues no, no es que esté loco, es que muchas veces es necesario", afirma sin rodeos. Pues a lo largo de los últimos años, Conde ha visto cómo muchos animales mejoran significativamente su bienestar gracias a un tratamiento farmacológico adecuado, aunque siempre acompañado de terapia conductual.

Las mascotas tienen sentimientos. Istock

Pero, como él mismo aclara, "los psicofármacos no hacen magia por sí solos. Un psicofármaco sin la modificación de conducta pertinente, el cambio de pautas, de manejo, de hábitos... es un poco como una venda sin herida, es decir, no sirve de nada". Por eso, el tratamiento debe ser integral, teniendo en cuenta tanto el entorno del animal como las causas de su comportamiento.

Uno de los grandes mitos que combate es la idea de que estos medicamentos se pueden retirar de golpe, y no es así. "Eso es algo que mucha gente desconoce. La retirada siempre debe ser progresiva y supervisada evidentemente por un veterinario", advierte. Y es que hacerlo mal puede empeorar la situación o provocar un efecto rebote.

Además, no todos los casos requieren el mismo enfoque, ya que "hay animales donde la recomendación va a ser ese uso de psicofármaco de forma muy puntual, otras donde no va a ser necesario y otras en las que el psicofármaco lo ideal sería que fuera de forma crónica en su vida", aclara Conde.

Es por ello que, cada caso debe ser evaluado de manera personalizada por un profesional, con el objetivo de mejorar tanto la vida del animal como la de las personas que conviven con él.