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“Hay que tener nervio, pero sobre todo buenos huesos”, dice Cruz Sánchez de Lara, vicepresidenta ejecutiva de EL ESPAÑOL y editora de Magas y ENCLAVE ODS, en Arréglate que nos vamos, el pódcast que presenta junto a Charo Izquierdo, directora de ENCLAVE ODS. Y, si de huesos sabe alguien, esa es María Vitoria Sola.

Aunque en redes sociales muchos la conocen por su alias @soymariatutraumatologa, su perfil profesional va más allá de Instagram: es especialista en Cirugía Ortopédica y Traumatología Deportiva, trabaja en el hospital HM Sanchinarro de Madrid y es una apasionada confesa de la divulgación médica.

Con naturalidad y humor, la experta en huesos cuenta que su aventura en el universo de las influencers y demás creadores de contenido nació por su necesidad de “explicar qué le duele a la gente y por qué le duele”. Esa vocación didáctica es también la que lleva a sus consultas, donde no se limita a tratar pacientes, sino que les escucha y trata de hacer de la medicina algo accesible.

“Yo tengo una familia grande y siempre he sido a la que preguntan. Mi abuela iba al médico y salía sin entender nada. Pensé: esto no puede ser. Hay que acercar el vocabulario médico a la gente. Yo creo que cuando alguien comprende lo que le pasa, se cura antes. No es lo mismo que te digan 'haz ejercicio', a que sepas que, por ejemplo, fortalecer la musculatura estabiliza la columna y eso hace que te duela menos”, asegura.

Su trabajo se mueve entre la clínica, las redes y los campos de rugby, literalmente, y es que sigue de cerca a equipos como la selección femenina de España, Las Leonas, a las que ha acompañado incluso en competiciones internacionales como el reciente Seven de Hong Kong. El deporte "nos da mucho trabajo”, bromea, y añade que en su casa no es una afición cualquiera. Ya averiguaremos por qué más adelante.

María Vitoria Sola, ante el micro de 'Arréglate que nos vamos'. Esteban Palazuelos

No todo ha sido un camino fácil para ella. Cuando le preguntan cuál ha sido su “hueso más duro de roer”, no duda: el MIR. “Después de seis años de carrera, el examen es una oposición de siete meses que se me hizo muy dura”, explica. Ella, que se define como “puro nervio, una persona muy práctica”, sufrió con el ritmo de estudio, la memorización forzada y la presión de no saber si conseguiría la plaza. Lo logró, y fue en Pamplona donde se formó como traumatóloga.

Aunque soñó con especializarse en cirugía de la mano, pronto entendió que la microcirugía no iba con ella. “Es muy delicada y se requieren muchas horas en quirófano. Me di cuenta de que yo necesitaba algo más dinámico”, confiesa. Así llegó a la traumatología deportiva, un área extrahospitalaria donde el aprendizaje se da muchas veces siguiendo la estela de otros profesionales.