Hay mucha gente sorprendida de que la cotización de la moneda rusa, el rublo, tras haberse hundido inmediatamente después de la invasión de Ucrania, perdiendo hasta un 53%, se haya recuperado después y llegado a un nivel más alto que donde estaba antes de la invasión.

¿Habrá sido, se preguntan, porque las sanciones económicas de Occidente no están consiguiendo su objetivo de empobrecer a Rusia y debilitar así al régimen de Putin?

La respuesta es que en absoluto se puede hacer esa interpretación: el rublo ya no es una moneda convertible, por lo que sus movimientos al alza o a la baja tienen poco significado. Todo el mundo sabe que, sin los controles de capitales, éstos estarían huyendo de Rusia a toda velocidad y el rublo depreciándose. Esos controles incluyen, entre otras medidas, la obligatoriedad de que las empresas entreguen al banco central (que les paga el correspondiente contravalor en rublos) los dólares y demás monedas fuertes obtenidas por la exportación de sus productos, así como la obtención de una autorización expresa para cualquier operación de compra o de inversión en el exterior.  

Es decir, el rublo es una divisa intervenida por el Estado ruso por medio de diferentes medidas de control de entrada y salida de dinero del país y de ahí que haya salido del selecto club de las escasas 12 o 14 monedas existentes que son totalmente convertibles.

Pero, con todo y con eso, si la fortaleza del rublo estuviera dando una señal importante no es la de que la economía rusa esté muy fuerte, sino todo lo contrario, ya que esa fortaleza aparente se debería en todo caso al hundimiento de las importaciones. Y es que, aunque las importaciones restan al calcular el PIB, cuando se hunden excesivamente son una señal inequívoca de que la economía de que se trate está en recesión, pues una economía que marcha a toda máquina es una devoradora de importaciones, ya sea de materias primas, cuando no las tiene o no son suficientes, ya sea de bienes de consumo o de bienes de equipo.

En el caso de Rusia, la bajada de las importaciones (-39,6%) desde que empezó la guerra lleva a la conclusión de que, de seguir las cosas así, el PIB ruso estaría acumulando un descenso para este año de un 30%, y eso ya no puede calificarse de recesión, sino de gran depresión (la Gran Depresión de EEUU de los años 1930s supuso una bajada del PIB de esa misma magnitud). Ese es el cálculo que hace para el PIB ruso el IIF (Instituto de Finanzas Internacionales, formado por 450 instituciones financieras de 70 países, incluidos bancos centrales) por el método indirecto de analizar las exportaciones a Rusia que declaran otros países, ya que Rusia ha dejado de publicar datos de su balanza de pagos.

Los conflictos con Rusia siempre se agudizan cuando quienes tienen un poder omnímodo allí se vuelven aún más autoritarios. Es algo que se remonta, como mínimo, al siglo XV. Un ejemplo histórico muy llamativo de interrupción de las relaciones comerciales, siquiera parciales, con Rusia se produjo en 1478, cuando Nóvgorod, la próspera ciudad-Estado que participaba en el comercio con otras ciudades del Báltico y del Mar del Norte (hasta Hamburgo e, incluso, Londres) a través de esa federación comercial que era la Liga Hanseática, fue despojada de su autonomía por unos príncipes rusos que se mostraban cada vez más imperiosos, lo que llevó a los demás miembros de la Hansa a considerar que Rusia no era un socio comercial fiable como para mantener las líneas de financiación que se le habían concedido previamente.

El PIB ruso estaría acumulando un descenso para este año de un 30%, y eso ya no puede calificarse de recesión, sino de gran depresión

Para hacerse una idea y situarlo en la historia más conocida aquí, en 1478 Isabel la Católica aún no había conseguido ganar a Juana Trastámara la guerra civil por la corona de Castilla. Los primeros contactos de Nóvgorod (la república que, orgullosa y efímeramente, se había proclamado 'la Tercera Roma') con la Liga hanseática se remontaban a 1231, cuando había sido rescatada de la hambruna por alemanes que llegaron con trigo y harina. En Castilla reinaba en ese momento Fernando III (el Santo, al que el calendario religioso dedica, por cierto, el día de hoy, 30 de mayo).

A esa afirmación del poder ruso había contribuido fuertemente la caída de Constantinopla en poder de los turcos en 1453 y el que la Iglesia Ortodoxa rusa sintiera que era su ocasión de convertirse en el faro mundial para esa religión, en una alianza casi sin fisuras con el poder como la que está mostrando ahora a propósito de la guerra en Ucrania.

Y toda esa actitud tan terrenal a pesar de que la Iglesia Ortodoxa rusa pensaba que el fin del mundo llegaría en 1492 y, tan convencida estaba de ello, que decidió que no merecía la pena elaborar el calendario litúrgico de 1493. De haberse cumplido sus pronósticos, los Reyes Católicos no hubieran llegado a enterarse del descubrimiento de América.

La faceta más peliaguda del enfrentamiento entre Rusia y Occidente ha pasado, gracias al buen tiempo, de ser el gas natural a ser el precio del trigo, que Putin está utilizando como arma de la guerra económica, política y militar. Putin ha propuesto que facilitará las exportaciones de grano de Ucrania si Occidente retira las sanciones económicas.

El arma es contundente ya que, como hemos venido comentando desde hace meses, la escasez global de alimentos amenaza con desencadenar una hambruna. El gráfico incluido hoy en la columna muestra el comportamiento del precio del trigo en las tres mayores subidas porcentuales de precio de los últimos 50 años.

La semana pasada en una comparecencia ante el Consejo de Seguridad de la ONU, la consejera delegada de Gro Intelligence hacía un anuncio muy preocupante, y es que las existencias globales de trigo han bajado hasta estar en este momento en un nivel que solo da para el consumo de diez semanas.

El gráfico, con la subida de precio que muestra, está señalando esas dificultades: un +58% desde agosto de 2021. Desde su nivel más bajo (al que llegó en 2016), la subida acumulada es de un 190%.

Y entonces, ¿para qué utilizar la subida del 58% de los últimos nueve meses? Pues para hacer la comparación gráfica con un período similar de los años 1972-1973 y 2007-2008, pues los tres períodos comparten una característica común: la de haberse acelerado, hasta subir casi verticalmente, el incremento del precio del trigo, lo que permite ver que, por muy fuerte que sea la subida que estamos viviendo, la de los otros dos períodos la superaron.        

Entre las muchas cosas llamativas de la subida del precio del trigo está el que ya se pueda comparar con las mayores que ha tenido en la historia reciente y que, fatalmente, coinciden con las de los dos períodos a los que la evolución de los mercados financieros en este 2022 se está pareciendo más: el año 2008 (el de la agudización y eclosión de la crisis financiera) y al 1973, año de la primera crisis energética.

Observando el gráfico parece que amenaza la elevada probabilidad de que el precio del trigo termine subiendo un 70% más, hasta igualar lo que fue la subida de los dos periodos comparables. Y ello a pesar de que en los últimos días se haya producido un retroceso del 10%.

Hay una elevada probabilidad de que el precio del trigo termine subiendo un 70% más, hasta igualar los niveles de 1973 y 2008

No es un pronóstico seguro porque en el gráfico se observa el inicio de lo que se llama “un doble máximo”, que podría llevar a una bajada de precio. Además, en términos absolutos el precio del trigo ya ha llegado al que alcanzó en 2008, barrera que le costará superar. Pero, a pesar de esos obstáculos, dadas las circunstancias (sobre todo el que el grano de Ucrania haya quedado desconectado del mercado global) no hay que descartar esa subida adicional.

La semana pasada, la Orquesta Filarmónica de Varsovia en un concierto en el Auditorio de Madrid abrió el programa con el himno nacional de Ucrania, que el público escuchó y aplaudió puesto en pie, lo que daba un aspecto entre épico y lúgubre al evento. Todo tenía ese aire de “caminar sonámbulos hacia el abismo” con que suelen ilustrar las buenas películas los años despreocupados previos a cada una de las dos guerras mundiales. Seguro que cuando Hitler invadió Austria o Los Sudetes hubo momentos solidarios y emotivos (como el del jueves pasado en Madrid) en los conciertos de París o Londres.

¿Alguien sabe si la Iglesia Ortodoxa rusa está preparando, o piensa preparar, el calendario litúrgico de 2023?