La economía como arma estratégica de destrucción

La economía como arma estratégica de destrucción

La tribuna

La economía como arma estratégica de destrucción

La guerra en Ucrania y las sanciones contra Rusia han mostrado que la economía puede ser un arma contra el enemigo aunque sea dañándose a sí misma.

1 abril, 2022 02:12

En una de las múltiples frases célebres atribuidas a Albert Einstein, éste de forma magistral mostraba que el tiempo, a pesar de ser el mismo para todos, casi nunca es percibido de igual forma por casi nadie: "Una hora sentado con una chica guapa en un banco del parque pasa como un minuto, pero un minuto sentado sobre una estufa caliente parece una hora". El científico alemán a través de un sencillo ejemplo explicaba como la percepción de la velocidad con la que pasa el tiempo, es relativa para cada uno de nosotros.

El 20 de abril de 1992, nuestro país se abría definitivamente al mundo con la inauguración en Sevilla de su Exposición Universal, mientras que el 25 de julio Barcelona se convertía en el colosal escenario de uno de los mayores eventos deportivos, los Juegos Olímpicos.

El año 1992 vino por tanto a consolidar y acelerar la transformación y modernización de un país que ligaba su destino a la apertura internacional y su integración al entorno europeo. España ataba su destino a la marcha de los grandes acontecimientos mundiales, mientras que los valores occidentales establecidos tras la Segunda Guerra Mundial, resumidos por Samuel P. Huntington en individualismo, liberalismo, constitucionalismo, derechos humanos, igualdad, libertad, imperio de la ley, democracia y libre mercado, se convertían en la esencia de su existencia.

Meses atrás, el 25 de diciembre de 1991 la Unión Soviética oficialmente dejaba de existir, acontecimiento calificado hace unos días por el actual dirigente de la Federación Rusa, como la catástrofe geopolítica más importante del siglo XX.

El imperio soviético llegaba a su fin, tras el desmoronamiento del denominado bloque del este y el inicio del fin de la desconfianza entre occidente y el área soviética de influencia. El diálogo y la multilateralidad se habrían de convertir en la base de la relación internacional, circunstancia que reduciría de forma drástica el riesgo global de confrontación y a la postre, de conflictos armados entre los países.  

Sin embargo, la caída de la Unión Soviética se realizó sin un solo disparo. La causa del desmembramiento del bloque comunista fue de común aceptación, incapaz de crear un mínimo Estado de bienestar en sus ciudadanos. La carencia de democracia y la profusión de corruptelas y favoritismos en la figura de sus dirigentes acabaron por minar la base de un sistema que exigió a la ciudadanía ingentes esfuerzos para afrontar una carrera armamentística que podría haber abocado al planeta a su destrucción.

La victoria occidental sobre la Unión Soviética tuvo su origen en la hegemonía de la economía capitalista frente a la planificada, de un país incapaz de financiar el reto de una larga confrontación con occidente.

La causa del desmembramiento del bloque comunista fue de común aceptación, incapaz de crear un mínimo estado de bienestar en sus ciudadanos

Transcurridos apenas 30 años desde los acontecimientos de la caída del bloque del este, tan solo una brizna de viento parece haber discurrido en el vendaval de la historia, enfrentando nuevamente al mundo a la brutalidad de una guerra global con epicentro en el centro de Europa.   

El acercamiento ucraniano a occidente, a su brazo armado OTAN y la llamada a las puertas de entrada de la Unión Europea, se mostraban suficientes para que el ejército ruso recibiera órdenes de cruzar la frontera de un país soberano, iniciando un enfrentamiento militar convencional con grandes paralelismos a otros tristes acontecimientos de la historia. La invasión nazi de Polonia de 1939 y la entrada en Praga de los tanques soviéticos en 1968, esta última poniendo fin nuevamente con las armas, al intento de apertura y liberalización del socialismo representado por la llamada Primavera de Praga.     

La reinterpretación de la partitura soviética por parte de Vladimir Putin, en un intento de recuperar el área de influencia soviética y de dominación militar, hasta el momento ha tenido como resultado una feroz oposición militar del pueblo ucraniano, masacrado y aplastado por las bombas, la destrucción de sus industrias, la devastación de los hogares, y más de dos millones de refugiados desplazados a territorio de la Unión Europea huyendo del horror y la tragedia que significa una guerra.   

De forma novedosa en el conflicto, ha aparecido un elemento que está llamado a ser determinante en su resolución, la utilización de la economía como un arma estratégica de destrucción. Al intento de invasión rusa, gran parte de occidente encabezado por Estados Unidos y la Unión Europea, no solo han respondido con un importante suministro de ayuda militar y humanitaria al Estado ucraniano.

Múltiples países han procedido a la aplicación de importantísimas medidas económicas que, a modo de sanción, nunca fueron observadas en la historia económica de la humanidad, amenazando seriamente con destruir la economía de la Federación Rusa.

Un triste y oscuro camino se vislumbra para los ciudadanos rusos en el horizonte, con el trasfondo de la vuelta a la autarquía y el aislacionismo, de tan triste recuerdo en España tras el final en 1939 de la Guerra Civil que acabó por desolar el país.    

Las medidas empleadas, no solo tratan de aislar el sistema financiero ruso respecto a los mercados internacionales, tratan de ahogar las posibilidades reales de financiación de su Estado, provocando un impacto directo en la base de su economía. 

Se trata del lógico resultado bélico de las medidas orientadas a la destrucción sistemática de su industria y su economía. En paralelo a estas medidas, se anuncia el bloqueo de exportaciones claves para Rusia como son el gas y el petróleo, que reducirán aún más las posibilidades de empleo, generación de riqueza y creación de su Producto Interior Bruto, con efectos similares al uso de armas en una guerra.

Grandes grupos multinacionales ya han procedido al cese y abandono de sus actividades en Rusia como ZARA, Coca Cola, Pepsi, Netflix, Microsoft, Google, Apple, Samsung, Shell, VISA y MasterCard, entre otras.

En contraposición, el incremento del precio de la energía en occidente y de las materias primas de primera necesidad, han iniciado una espiral inflacionaria que puede acabar por provocar una grave crisis de abastecimiento energético en Europa.

La dependencia energética europea no es el único problema de un área económica que optó en su pasado más cercano, por incentivar el abandono de su sector primario, y pasar a depender de terceros países del suministro de cereal indispensable en la elaboración de sus bienes básicos de consumo.  

En el eslogan de la campaña demócrata de 1992 del título del presente artículo, parece no haber hecho mella el paso del tiempo. Nos encontramos en su significado con la plasmación de la utilización geoeconómica de todos los medios a disposición de los contendientes, entre los que la economía se muestra como un arma estratégica más orientada a la destrucción del enemigo que a la propia salvaguardia de sus propios intereses.

*** Rafael Plaza Teva es economista, perito forense y experto contable en Martín Molina Abogados y Economistas

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