Hace un año, con la aparición de las vacunas, muchos vaticinamos que 2021 sería el último año de la pandemia y que el mundo se encaminaba en 2022 a una "Gran Recuperación" global no vista desde el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945. Los datos de diciembre, con el repunte primero de la variante Delta para culminar con el de Ómicron han echado por la borda este panorama optimista, en el mejor de los casos, para varios meses.

Aunque es pronto para inferir cuál va a ser la intensidad y duración de esta cuarta ola mundial, lo que hemos visto en diciembre, que queda reflejado en el Gráfico 1, es una explosión en el número de casos inédito en la pandemia. Así, el registro máximo de 900.000 nuevos casos diarios alcanzado en la segunda ola ha quedado pulverizado, al llegar el 30 de diciembre a los 1,9 millones de nuevos casos, más del doble del anterior récord mundial.

Worldometers

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Esta explosión de casos no se ha visto acompañado, al menos por ahora, por un aumento en el número de muertes. Y ello se ha debido a un doble motivo: los niveles de vacunación alcanzados en buena parte del mundo y la baja letalidad, incluso para los no vacunados, de esta última variante originada en Sudáfrica, cuya infección parece centrarse en las vías altas respiratorias y no tanto en los pulmones. Aún así, el número medio de fallecidos diarios en el mundo se sigue situando por encima de los 6.000, una cifra inaceptable.

El nivel de vacunación ha mejorado en el último mes, tal y como recoge el Gráfico 3. Para el total mundial, el porcentaje de población con pauta completa ha subido al 50%, aún lejos del objetivo del 70%, que no se alcanzará hasta bien entrado el año 2022. Portugal ha vuelto a superar a Singapur y se ha encaramado a lo más alto del ranking mundial, con un 90% de la población con pauta completa, seguida en Europa por España, que ha avanzado algo, hasta el 81% de la población, gracias a la exigencia de certificado de vacunación no sólo para viajar, sino para poder disfrutar de restauración, ocio nocturno y eventos masivos. En el conjunto de la Unión Europea el porcentaje de población con pauta completa ha mejorado incluso más, y ya se acerca al 70%, dos puntos por encima del mes anterior.

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La incidencia mundial en diciembre

La percepción en nuestro país es que esta explosión de casos ha sido un fenómeno generalizado en todos los países del mundo. Nada más lejos de la realidad. Como acostumbro hacer en estos informes mensuales, recojo en la Tabla 1 la selección habitual, de países y regiones del mundo, asignando el color rojo a aquellos que han empeorado con respecto al mes de noviembre, en verde a los que han mejorado y en negro a los que se han mantenido estables.

Las comparaciones mensuales tienen en cuenta que diciembre tiene un día más que noviembre, algo que es relevante dadas las cifras de contagios en un solo día. Probablemente lo más llamativo sea que el color rojo, aunque sigue siendo dominante en la columna correspondiente a diciembre, no ha avanzado en este mes, e incluso ha retrocedido algo, al surgir varios países en verde. Eso quiere decir que la explosión de casos ha sido bastante desigual.

El mundo ha batido su propio récord, al superar los 25,4 millones de nuevos casos, 10 millones más que el mes de noviembre y 3 millones por encima del registro máximo de 22 millones alcanzado en abril de 2021. Por regiones lo más llamativo es la cifra de Europa, excluyendo a Rusia y Turquía, que ha registrado casi 12 millones de esos 25 del total mundial, es decir, cerca de un 50% de los nuevos casos, pese a representar el 5% de la población mundial. Una vez más, como ocurriera en noviembre, este ha sido el peor mes de la pandemia en el continente europeo.

Worldometers y elaboración propia @migsebastiang

Casi todos los países europeos han empeorado, salvo Alemania que, corrigiendo por el número de días del mes, repite los registros del mes de noviembre. Aun así, con 1,3 millones de casos, repite unos registros del mes pasado que ya habían sido de los peores desde el inicio de la epidemia. Dentro de Europa destacan Francia y Reino Unido, que han superado los 2 millones de casos. Más adelante lo analizamos con más detalle.

Las áreas del mundo que más han mejorado en diciembre han sido India, Rusia y Turquía en Asia, Nueva Zelanda en Oceanía, y parte de los países de Latinoamérica, como son Brasil y Chile. México se ha mantenido estable hasta el momento. El resto de los grandes países latinoamericanos, como Colombia, han empeorado significativamente.

Especialmente grave ha sido Argentina, donde Ómicron ha entrado con fuerza, a través de Reino Unido, España e Italia, y ha multiplicado por 8 los casos de noviembre, aunque aún no ha superado su récord de la pandemia. También ha empeorado notablemente EEUU, más que duplicando los datos de noviembre, superando los 6,2 millones de nuevos casos y batiendo su récord en la pandemia.

En el lado positivo, además de India, hay que mencionar a Japón y a China que, aunque han empeorado algo sus datos de noviembre, han conseguido controlar a la variante Ómicron, tanto mediante un estricto control de fronteras como, en el caso chino, confinando a toda la ciudad de Chian, con más de 13 millones de habitantes, por la aparición de 145 casos a partir de un brote proveniente de turistas de Pakistan. Por el contrario, Corea del Sur, que ha más que duplicado sus casos y Vietnam, han empeorado notablemente sus registros de noviembre y han vuelto a batir sus récord nacionales en la pandemia, por segundo mes consecutivo. El alto nivel de vacunación, de nuevo, no ha servido de freno para la rápida extensión de la nueva variante.

En los límites de Europa, Rusia ha sorprendido al recortar casi un 25% los casos de noviembre. Turquía lo ha hecho en un 10%, y ha registrado su mejor mes desde agosto.

El balance de diciembre en Europa

En el gráfico 4 presento el mapa de la incidencia acumulada a 14 días en las regiones de la UE a finales de mes de diciembre. Los principales problemas se centran ahora en las Islas Británicas, en Francia, en la península Ibérica, Benelux, Grecia e Italia.

ECDC

Si nos centramos en los 5 grandes países europeos, tal y como recoge el Grafico 5 y su tabla anexa, el panorama, que a principios de mes estaba dominado por Alemania, ha cambiado sustancialmente a lo largo del mes. El Reino Unido que continúa aplicando el "modelo sueco" (dejar que se contagien los jóvenes, una vez los mayores están protegidos) ha retomado una senda explosiva y en la segunda quincena del mes ha vuelto a adelantar a todos los demás.

No muy lejos le sigue Francia, que ha multiplicado casi por 5 sus casos de noviembre y ha registrado 2,3 millones de casos sólo en diciembre, prácticamente la cuarta parte de las infecciones de toda la pandemia. El caso español ha sido, en términos relativos, incluso más llamativo. El mantra de noviembre era "lo que está sucediendo en Europa no nos puede pasar a nosotros, porque tenemos un gran nivel de vacunación y un elevado uso de la mascarilla". Pero dicho mantra se deshizo como un azucarillo en apenas quince días. El día 20 dejamos de ser el mejor país de los 5 grandes europeos, al adelantar a Italia.

A lo largo de diciembre hemos multiplicado por más de 8 el número de casos y alcanzado los 1,3 millones, la quinta parte de todos los registros de la pandemia. Y a finales de mes alcanzamos a Alemania, que había arrancado diciembre como el peor país europeo. Al contrario de Reino Unido, Francia y la propia España, Alemania tomó medidas de contención desde primeros de mes: desde el confinamiento de los no vacunados, a la prohibición de los mercadillos navideños, la celebración de eventos deportivos sin público y el control de los aforos en sitios cerrados.

Y los resultados no se han hecho esperar y han conseguido doblegar la curva, incluso con el impacto de Ómicron. Así, la última semana de diciembre registró un 14% menos de casos que en la penúltima, mientras que España, Francia e Italia los han duplicado y el Reino Unido los ha aumentado en un 50%.

Worldometers y elaboración propia @migsebastiang

Worldometers y elaboración propia @migsebastiang

El balance anual

La percepción en nuestro país, y probablemente en otros, es que la Covid-19 ha impactado al planeta fundamentalmente en 2020, y que 2021 ha sido simplemente una secuela. Pero se trata de una percepción errónea, al menos desde un punto de vista estadístico, tanto si se mira el número de casos como el número de muertes, tal y como recoge la Tabla 2. En el total mundial, de los casi 290 millones de casos registrados en la pandemia, 205 corresponden a 2021, es decir, un 71% de los casos ha tenido lugar en 2021 y apenas un 29% en 2020. Y, si miramos el número de muertos, el resultado es similar: el 64% de los fallecidos ha tenido lugar el año recién terminado, y un 36% el año anterior.

Este patrón se repite para el caso europeo (excluyendo a Rusia y Turquía), con un 73% de los casos en 2021 y un 64% de los fallecimientos, respectivamente. Aunque dentro de Europa hay algunas excepciones, como son las de España, Francia e Italia. Han tenido más casos que en 2021 (en torno al 66-74%) pero bastante menos muertos (un 43%-48% del total de la pandemia. Alemania se sitúa en el otro extremo: un 76% de los casos y un 70% de los muertos ocurrieron en 2021. Lo mismo sucede en países como Portugal, Grecia, Polonia o los países nórdicos. El Reino Unido presenta un 50-50% de fallecidos entre los dos años, pero algo más en 2021, pese a la vacunación. Probablemente como consecuencia de su “modelo”.

Worldometers y elaboración propia @migsebastiang

En el resto del mundo, la situación es variada. Para China, la pandemia fue claramente cosa de 2020, tanto en casos como en fallecimientos. De hecho, en 2021 sólo ha registrado dos muertos por Covid, frente a los 38.500 de España, por poner un ejemplo. Por el contrario, los países que empezaron 2020 con una estrategia de Covid, y luego la abandonaron por el elevado coste de mantener sus fronteras cerradas, han sufrido especialmente la pandemia en 2021, tanto en casos como en muertos.

Eso ocurrió en Japón (87%, 81%) en Corea del Sur (90%, 84%), Vietnam (100%,100%) o Australia (93%, 59%). Y también encontramos muchos países en los que simplemente ha sido peor el control de la pandemia en 2021, como es el caso de Rusia (70%, 82%), Turquía (77%, 75%), Brasil (66%, 69%), Argentina (71%, 63%) la India (70%, 69%) o incluso los propios EEUU, que han contabilizado el 63% de los casos y el 56% de los fallecimientos en el año 2021.

El país más equilibrado y podríamos decir que más exitoso ha sido Nueva Zelanda. Con apenas 26 muertos en 2021, uno más que en 2020. Y con un número de casos muy pequeños en ambos años. Las tasas de letalidad (porcentaje de fallecidos por casos registrados) también han caído de forma generalizada en 2021, tanto por la vacunación como por la protección de los colectivos de más edad, más vulnerables al virus. Así en el total mundial ha pasado del 2,3% al 1,7%, en Europa del 2,1% al 1,4%, en EEUU del 1,8% al 1,3% y en China del 5,3% al 0,01%. Solamente Rusia, Polonia y Brasil han empeorado en 2021 sus tasas de letalidad.

El Plan C

Con la explosión de contagios en diciembre, causado en buena parte por una variante más benigna, como es Ómicron, han ganado adeptos los partidarios de lo que antes llamábamos "modelo británico": es decir, dejar que la población se contagie, una vez se ha alcanzado un nivel de vacunación razonable, sobre todo de los colectivos de mayor edad.

En el modelo occidental, el Plan A era "convivir con el virus", es decir, tratar de buscar un "estado estacionario" en número de contagios, hospitalizaciones y fallecimientos que fuera asumible por el sector sanitario y por la sociedad. Pero el plan fracasó porque las pandemias no son fenómenos estacionarios. Más bien son procesos no lineales que se convierten a veces en exponenciales, con un elevado coste en términos de ingresos y muertes. Ello exigía medidas de contención a posteriori, con el consiguiente daño económico. Es decir, “ir por detrás de la curva” en un proceso recurrente de subidas y bajadas.

El Plan B fue la vacuna. Al principio se nos dijo que, pese a no ser esterilizantes, la probabilidad de contagio sería mucho menor, lo que limitaría la circulación del virus, hasta conseguirse una inmunidad de rebaño o de grupo. Inicialmente se estimó en un 70% de la población el porcentaje requerido para alcanzar dicha inmunidad colectiva. Los países occidentales focalizaron toda su estrategia en la vacunación y desecharon las medidas de contención, salvo si las sucesivas olas adquirían proporciones alarmantes. Las vacunas han sido exitosas en lo que se refiere a reducir muy significativamente las probabilidades de hospitalización y fallecimiento.

Pero el Plan B ha fracasado, como demuestran los datos de las últimas olas, que han golpeado a países con fuertes niveles de vacunación, como es el caso de Corea del Sur, que describíamos en el anterior balance mensual, tanto en casos como en fallecimientos.

Con la variante Ómicron se abre una nueva oportunidad, dada su baja agresividad, al afectar solo a las vías respiratorias altas, y no a los pulmones. Incluso, parece ser, a los no vacunados. La oportunidad es la de conseguir, finalmente, la inmunidad de rebaño "natural", es decir, a partir del contagio masivo de la población, que, en general, apenas "sufriría como un catarro".

Reconozco que el Plan C es, atractivo, intelectualmente hablando. Pero, ¿es suficientemente sólida su base científica? ¿Tiene el consenso científico requerido para que se aplique de forma generalizada como ha ocurrido con las vacunas? La respuesta es obviamente no, porque, si lo fuera, todos los países del mundo optarían por su aplicación inmediata. Pero explícitamente sólo lo ha hecho Israel. Un país pionero en la vacunación (Plan B) y que hace apenas dos semanas anunció la cuarta dosis para toda su población (Plan B+), pero que, de repente, ha vuelto a girar su modelo hacia la inmunidad de rebaño "natural".

Pero hay muchos países que no lo ven claro. Uno es China, que mantiene a rajatabla su política de Covid, su estricto control de fronteras a la entrada e incluso ha confinado a toda la población de Xian por apenas un centenar de casos. ¿Por qué no compra China el plan C? Seguramente porque piensan que una elevada rotación del virus en un período suficientemente largo (con 200.000 casos al día se necesitarían, en el caso español, más de 200 días para inmunizar a toda la población) se corre el riesgo de aparición de nuevas variantes, menos benignas, que den al traste con el Plan C.

Otro argumento es que, por mucho que la infección de Covid-19 sea más benigna con la variante Ómicron, no hay evidencia de cuáles son los daños a largo plazo de haber pasado la enfermedad, lo que se conoce por "long Covid".

Otros países, menos radicales que China, tampoco lo ven claro. Es el caso de Alemania que, como hemos visto en este informe, está aplicando con éxito medidas de contención, que han conseguido doblegar su curva de casos. ¿Por qué no compra Alemania el Plan C?

Los mercados financieros tampoco han comprado el Plan C. Su recuperación, tras el desplome por la aparición de Ómicron ha sido más bien tibia. Para nada anticipan que el final de la pandemia está próximo.

Los partidarios del Plan C miran alborozados la evolución de la curva en Sudáfrica, el país origen de la variante Ómicron y que nos va a enseñar el camino a la "tierra prometida", el final de la pandemia. Es cierto que, tomando medias de 3 días, han pasado de los 24.000 casos diarios a los 8.000, la tercera parte, en apenas 15 días. Pero no nos olvidemos de que ello no se ha debido sólo a la "evolución natural de la curva". En Sudáfrica acaban de levantar el toque de queda y empiezan a relajar el control de los aforos. Es decir, han tenido medidas de contención incluso más duras que Alemania. ¿Hasta qué punto sus resultados se deben a esas medidas?

Quizás el país que nos debe servir de referencia es el Reino Unido. Llevan desde julio con un modelo de inmunidad de rebaño "natural" que sigue sin funcionar: casi 8 millones de nuevos casos y 2.100 muertos, pero la curva no se doblega. Pero al menos son coherentes y mantienen el modelo.

Aquí incurrimos en contradicciones que confunden a la población e introducen más incertidumbre y hartazgo en la población. Desde las mascarillas en el exterior al sorprendente anuncio de la presidenta de la Comunidad de Madrid de que se demorará el inicio del curso escolar tras las vacaciones de Navidades. Pero, ¿en qué quedamos? ¿estamos en el plan C o no?