Madrid se ha convertido en la capital del capitalismo. Tras casi 20 años de políticas liberales, cerca de 70 rebajas de impuestos y decenas de reformas centradas en reducir el intervencionismo político en el día a día de empresas y familias, sus niveles de desarrollo muestran una clara tendencia a mejor.

En mi nuevo libro, Liberalismo a la madrileña (Ediciones Deusto, 2021), he calculado el grado de libertad económica vigente en las distintas comunidades de nuestro país. El resultado es el 'Ranking de Liberalización Regional', en el que tomo en consideración variables como los impuestos, la regulación, la eficiencia en el gasto, el número de empleados públicos, la estabilidad política o la participación del sector privado en la provisión de servicios básicos.

La conclusión de este análisis es demoledora. Madrid obtiene una calificación de 80 puntos sobre 100, más que duplicando el resultado cosechado por Extremadura, el farolillo rojo de la tabla. De hecho, el grado de libertad económica observado en Madrid es superior al que se registra en Cataluña en 20 puntos y mejora la media nacional en un 36%. Los datos avalan, por tanto, la tesis de que Madrid ha consolidado un modelo económico propio y diferenciado, en el que el Estado da un paso atrás frente al mercado y los políticos se concentran en hacer menos cosas – y hacerlas mejor.

Madrid ha consolidado un modelo económico propio y diferenciado, en el que el Estado da un paso atrás frente al Mercado y los políticos se concentran en hacer menos cosas

Comparando a las comunidades con más y menos libertad económica, vemos que las primeras crecen un 20% más rápido. Además, su renta media es 6.000 euros mayor, su tasa de paro es 4 veces más baja, su tasa de emprendimiento per cápita es dos veces mayor y sus emisiones de CO2 por habitante son un 65% menores.

Los mantras del populismo anticapitalista tienen muy poco recorrido cuando realizamos un análisis riguroso y certero de los resultados que arrojan unos y otros modelos. Los españoles lo saben, por eso los traslados de población y empresas describen un proceso de migraciones internas que enriquece a los territorios con más libertad económica y empobrece a las comunidades que siguen fiando el desarrollo al intervencionismo y el socialismo.

Como explico en el libro, 4 de cada 10 habitantes de Madrid provienen de otras regiones o países. Esto facilita un modelo de integración efectivo, basado en los pilares de la sociedad abierta: mercados libres, pluralismo y tolerancia social y ausencia de proyectos identitarios excluyentes. Como señala Daniel Lacalle en el epílogo, "lo de Madrid no es un milagro, sino el poder de la libertad".

Se trata, de hecho, de un modelo diametralmente opuesto al de Cataluña, donde el nacionalismo ha propiciado una creciente división y fractura social, hasta el punto de que la confianza mutua entre sus habitantes ya es un 50% menor que la observada entre los madrileños.

Una de las palancas en las que se apoya el progreso liberal de Madrid es la rebaja de impuestos. El contribuyente medio se ahorra 2.000 euros anuales merced a estas mejoras, que además cumplen la paradoja lafferiana y generan más recaudación, a base de elevar el crecimiento, el empleo y la actividad económica.

Además, también han tenido una gran importancia las políticas de desregulación que, empezando por los horarios comerciales, han terminado haciendo de Madrid la comunidad de referencia en materia de reducción de cargas burocráticas.

Liberalismo a la madrileña explora también las falacias de uso común que el Gobierno mentiroso de Pedro Sánchez intenta propagar a diario. No, tiene sentido hablar de "efecto capitalidad" cuando el gasto y el empleo público son menores en Madrid que en cualquier otra región. No, la Educación y la Sanidad no solo no arrojan peores resultados, sino que exhiben un desempeño líder, precisamente porque el sector público da facilidades a los operadores privados que introducen competencia, inversión, innovación y excelencia en ambos campos.

Y no, mantener Madrid abierto en plena pandemia no solo no fue un error, sino que fue el mayor acierto posible, puesto que la estrategia de adaptación permitió salvar la economía sin que se produjese un giro a peor en los indicadores de salud.

Tras repasar más de 970 documentos y estudiar a fondo el modelo madrileño, creo que puedo decir, sin miedo equivocarme, que el sistema desarrollado por Esperanza Aguirre y continuado ahora por Isabel Díaz Ayuso ha logrado que el liberalismo pase de la teoría a la práctica y desarrolle un sistema pragmático y efectivo, que genera ilusión y aceptación porque mejora la vida de la gente. Ese es el liberalismo a la madrileña.

*** Diego Sánchez de la Cruz es analista económico, director de Foro Regulación Inteligente, investigador asociado del Instituto de Estudios Económicos y profesor en distintas universidades. Su nuevo libro, 'Liberalismo a la madrileña', salió a la venta el 24 de noviembre, en Ediciones Deusto.