La llegada a la presidencia de EEUU de Joe Biden despertó grandes esperanzas de que las guerras comerciales iniciadas por Donald Trump desaparecerían. Craso error. Como suelen decir en los países de habla inglesa, el nuevo presidente "ha tomado prestadas unas páginas" del libro de estilo comercial del anterior. Lo curioso es que poca gente manifiesta su decepción.

Ya era muy claro antes de que Trump perdiera las elecciones que, ganara quien las ganara, la guerra fría con China iba a continuar. Lo que no parecía tan evidente era que las tensiones comerciales de EEUU con Europa no fueran a apaciguarse. Pero eso es lo que está sucediendo. Y en este momento la iniciativa la está tomando la Unión Europea.

El hecho de que Europa vaya por delante de los USA en las medidas adoptadas para frenar el cambio climático va a ser una de las fuentes del conflicto al adoptar la UE nuevos aranceles aplicables a los productos provenientes de países que no han puesto en marcha medidas contundentes para reducir su huella de carbono, tal es el caso de EEUU, lo que podría llevar a estos a subir la apuesta de las represalias comerciales con nuevos o más elevados aranceles también.

El hecho de que Europa vaya por delante de los USA en las medidas adoptadas para frenar el cambio climático va a ser una de las fuentes del conflicto al adoptar la UE nuevos aranceles

Quien tenga dudas sobre lo poco que han cambiado las cosas en los problemas comerciales con USA que ya se venían arrastrando puede preguntar a las grandes empresas eólicas españolas o en el sector de la aceituna.

Por ahora, la mayor diferencia entre las políticas de Donald Trump y las de Joe Biden se detecta en el terreno puramente cuantitativo y en lo que este tiene de ideológico: frente a los planes de estímulo económico de Trump por valor de 3,9 billones (trillion) de dólares (tres de ellos en la primavera del año 2000 y 0,9 billones en diciembre pasado) se alzan los 1,9 billones de gasto de Biden aprobados en marzo de 2021 y los anunciados 2 billones para infraestructuras que, ahora, parecen haberse transformado en un plan plurianual de 3,5 billones que los demócratas han aprobado dentro de su grupo parlamentario pero que, en lo que atañe al acuerdo con los republicanos no pasa, de momento, de los 1,2 billones.

O, dicho de otra manera: los EEUU han acumulado hasta ahora tres billones de dólares de déficit presupuestario en 2020 y otros tres billones den 2021. Más lo que vendrá.

Probablemente parte de ese incremento nuevo del gasto se hubiera producido igualmente si Donald Trump hubiera conseguido revalidar su presidencia. Las políticas desde el poder siempre se dirigen a conservarlo y un aumento de los estímulos iba de sí que se hubiera producido con Trump también.

La otra gran línea de diferencia con Trump se produce asimismo en el terreno fiscal, pero en este caso por la vía de los ingresos: 1) la subida de los impuestos de la Administración Biden marca una gran diferencia con lo que cabía esperar de Trump. Si Trump redujo el Impuesto de Sociedades desde el 35% al 21%, Joe Biden pretende subirlo del 21% al 28%, y 2) la fiscalidad internacional, con Joe Biden impulsando un acuerdo (en el G7, primero; y después en el G20 y, con inusitada rapidez en la OCDE, excepto con nueve países miembros de esta) para que las grandes multinacionales paguen un impuesto mínimo del 15% en los países en los que operan.

Aunque este último acuerdo está sujeto aún a algunas incertidumbres, sí que señala una gran diferencia con las políticas pasadas de Trump y también con las que hubiera sido previsible que iniciara en un eventual segundo mandato que no llegó.

Las políticas desde el poder siempre se dirigen a conservarlo y un aumento de los estímulos iba de sí que se hubiera producido con Trump también

Aún queda entre esas incertidumbres la mayor de todas: que el acuerdo pueda pasar la criba del Senado de EEUU, ya que exigirá la modificación de tratados internacionales que tiene firmados EEUU y cuya tramitación exige una mayoría del 60% en el Senado, mayoría de la que no goza ni de lejos en la actualidad Joe Biden y que exigiría el apoyo de al menos diez senadores republicanos.

Como se ve, en la agenda económica de Biden hay algunos cambios que lo desmarcan de Trump cualitativamente (subida del Impuesto de Sociedades e iniciativa del impuesto internacional de un mínimo del 15%) y otros cuantitativamente (mayor incremento esperado del gasto público) sin que sea totalmente descartable pensar que Trump pudiera haber dado pasos en la dirección de aumentar la recaudación por vía de aumentar algo los impuestos.

El resto son migajas ideológicas que, por ahora, no han dado ningún fruto tangible ni diferenciable entre un presidente y otro.

Las Bolsas reconocieron eso de manera inmediata y reaccionaron al alza con la victoria de Biden, tal y como lo habían hecho con la victoria de Trump cuatro años antes.

A pesar de que se suele considerar al Partido Demócrata como menos proclive al mundo de los negocios, la subida de las Bolsas desde noviembre de 2020 ha sido superior a la que tuvo lugar tras el último gran cambio ideológico

Algo que todo el mundo ha acogido sin sorpresa y sin reparar en que, a pesar de que se suele considerar al Partido Demócrata de los EEUU como menos proclive al mundo de los negocios, la subida de las Bolsas desde noviembre de 2020 (cuando se produjo la elección de Biden) ha sido superior a la que tuvo lugar tras el último gran cambio ideológico, que se produjo en la política norteamericana con la llegada de Ronald Reagan: al cumplirse 8 meses de la victoria de Biden, el S&P 500 subía más de un 32% mientras que en idéntico período tras ganar Reagan a Jimmy Carter (el otro único presidente de un único mandato, con cambio de partido, en los últimos 90 años) no ganaba ni un 1%.

Es verdad que inmediatamente después de acceder Ronald Reagan al poder el presidente de la Reserva Federal, Paul Volcker, tuvo que subir drásticamente los tipos de interés (del 11% al 19%) para yugular la inflación mientras que ahora, con la confianza en que esta será transitoria, la subida de los tipos de interés parece aplazada sine die (como muy pronto, en 2023).

Así es la realidad. Siempre "cabalgando contradicciones". Siempre mostrándose multifacética frente a las simplezas de la lucha partidista.