La palabra "tapering" hace mención a todo proceso de disminuir o reducir algo gradualmente. En finanzas, su definición sería la reversión de una estrategia de flexibilización cuantitativa llevada a cabo por un banco central para impulsar el crecimiento económico.

El tapering, por tanto, es consecuencia de un gradual proceso de normalización económica y de retirada de estímulos monetarios. Es un proceso que requiere de un elevado grado de asimilación por parte de las economías que, en este caso, se han "beneficiado" de una masiva inyección monetaria. Vamos a ver si en el caso particular de España esto es así.

España tiene una deuda pública, dejando de lado la carga que suponen las administraciones autonómicas y otros organismos del Estado, equivalente al 100% del PIB. Tomando como punto de partida el coste medio de la deuda, los intereses que paga el Estado español y recogidos en sus presupuestos equivalen a algo más del 2% del PIB, es decir, unos 23.000 millones de euros anuales.

Si Europa, eventualmente, afrontase un tapering, es decir, iniciase un proceso de normalización de su política monetaria, tendría que asumir, entre otras cosas, una normalización en sus variables macro más relevantes. Así pues, tomando como partida los niveles de déficit y un crecimiento en línea con el potencial, se puede inferir que las necesidades de deuda adicionales minorarían pero seguirían siendo relevantes. Calculo que del orden del 1% del PIB.

Ceteris paribus, los intereses de la deuda tendrían que verse igualmente normalizados. No olvidemos el contexto de inflación en el que nos estamos moviendo y la presión sobre los tipos de interés que la misma ejerce. ¿Cómo le afectaría a nuestras arcas públicas un eventual tapering?

Europa no está preparada para una normalización de la política monetaria, igual que no lo está para una retirada de estímulos

España tendría que asumir una carga extra de entre 13.800 millones de euros y 41.000 millones de euros, dependiendo de si los tipos se mueven en el rango de +100 / +300 puntos básicos. En otras palabras, tendría que elevar la carga de intereses entre el 2,58% y el 4,49% del PIB.

Ese es el coste de normalizar, de realizar un tapering, es una regularización de tipos de interés y primas de riesgo. Pero no solo es exclusivo de España. Ningún país europeo ha hecho los deberes desde hace décadas, por lo que la consecuencia de ello hay que afrontarla.

Francia, por ejemplo, pasaría de una carga de intereses estimada del 2,65% del PIB a un 4,95% en el peor de los casos. Eso supondría entre 27.000 y 81.000 millones de euros adicionales. A Italia tampoco le iría mejor, ya que hablamos de una carga de hasta 78.000 millones de euros en el peor de los casos, que difícilmente podría abordar partiendo de que su prima de riesgo actual refleja solo parcialmente los riesgos de su economía.

En este sentido, Grecia, un país rescatado y subsidiado, cuya deuda supera ampliamente el 200% del PIB, situó su prima de riesgo por debajo de los 100 puntos básicos esta misma semana con un coste de su deuda pública por debajo incluso de Italia. Surrealista.

Mientras la situación económica mejora lentamente, los PMI siguen insuflando optimismo y la economía avanza en su reapertura, los fundamentales de las economías europeas no van en la misma dirección

Sí, efectivamente, se trata de un baile de cifras un poco mareante. Pero son cálculos basados en estimaciones "dulcificadas", lo cual hace suponer que la realidad podría ser peor. La conclusión es que Europa no está preparada para una normalización de la política monetaria, igual que no lo está para una retirada de estímulos.

El BCE insiste en su idea de no aflojar el ritmo. En abril, los activos en poder del BCE vía su programa APP (Asset Purchase Programme), crecieron en casi 20.000 millones de euros. Si el ritmo de compra, tal y como parece, se ha elevado en mayo, eso significa que se habrán superado los 3 billones de euros de deuda adquirida bajo los diversos programas de compra habilitados. No olvidemos que el tamaño del BCE supondrá rebasar el 80% del PIB comunitario este año.

Los Estados miembros lo saben, pero el ritmo de nueva deuda no afloja. Esta misma semana, la propia Comisión Europea llamó la atención públicamente a España para que utilice los fondos otorgados como ayudas en lugar de hacer uso de fondos públicos con cargo a presupuestos.

Mientras la situación económica mejora lentamente, los PMI siguen insuflando optimismo y la economía avanza en su reapertura, los fundamentales de las economías europeas no van en la misma dirección. Sabemos que la inflación es un problema añadido, pero la base de fondo estriba en el déficit estructural de la mayoría de las economías europeas ante la ausencia de disciplina en el gasto de la que hacen gala la práctica totalidad de países que conforman la Unión Europea.

***Alberto Roldán es socio de Divacons-Alphavalue.