Si fuéramos mal intencionados diríamos que la primera condición que ha cumplido el Gobierno para poder tener acceso a los fondos europeos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia ya se ha realizado: la salida de Pablo Iglesias como vicepresidente segundo. Pero eso entra dentro de "una teoría de la conspiración" y en economía cuentan los hechos y las expectativas.

Un hecho es la seguridad de que Bruselas ha pedido a Pedro Sánchez, por intermedio de Nadia Calviño, una serie de condiciones que deben cumplirse para poder ir recibiendo esos dineros que tanto necesita y vende.

Parece que las principales son tres.Tres condiciones que ¿condicionan al Gobierno de España? No del todo. La primera se refiere a las pensiones: desactivar la bomba de relojería que supone el creciente déficit de las cuentas de la Seguridad Social.

La solución por mucho que digan otra cosa los políticos es: alargar la edad de jubilación para contener gasto y conseguir más cotizantes para aumentar ingresos. Sobre el primer tema el ministro José Luis Escrivá está enviando globos sonda para ver cómo puede hacerse.

Pretende penalizar a aquellos que se jubilen antes y con menos años de aportación y favorecer a los que, por el contrario, alarguen su estancia trabajando. Los empresarios no quieren quitar las cláusulas de los convenios que hacen la jubilación obligatoria, recuperada en 2018. Los sindicatos no quieren que se castigue demasiado la jubilación adelantada. Unos y otros defienden lo contrario que ofrece Escrivá.

Al final, para que parezca que se contenta a todos se hará un pastiche que habrá que "vender" a los eurócratas y en este aspecto la UE está demostrando grandes tragaderas. No será un obstáculo insalvable para este Gobierno. Como pasa siempre se dará una patada adelante para que los siguientes moradores de La Moncloa se enfrenten al problema. España es así.

Para que parezca que se contenta a todos se hará un pastiche que habrá que 'vender' a los eurócratas

La segunda condición es la 'reforma' de la reforma laboral. Lo que quiere la UE también es lo contrario de lo que piden los sindicatos españoles. Reforma quieren unos y otros. El dilema es que mientras la UE quiere liberalizar más el mercado laboral, UGT y CCOO quieren volver a la rigidez de antes de 2012.

En algo están todos de acuerdo. Reducir la panoplia de posibles tipos de contrato. Eso se hará. Pero en otros aspectos construirán una chapuza para que parezca que se ha cambiado mucho, sin que se mueva nada. La ministra de Trabajo hará malabarismos. El 1 de mayo los sindicatos quieren mostrar su fuerza. Tal como están las cosas sólo enseñarán su debilidad. Los eurócratas, por si parte, se conformarán con alguna "reformita", porque necesitarán mostrar que algo han conseguido.

La tercera condición es arreglar las cuentas públicas. O sea, evitar que el déficit desembocado de 2020 y 2021 se convierta en crónico. También aquí hay que reducir gastos y aumentar ingresos. Un tema complejo.

El Gobierno ha encargado a la Fundación Alternativas (afín al PSOE) un estudio sobre la Reforma Fiscal que le permita aumentar los tipos impositivos para conseguir dos objetivos: uno económico y otro político; aprovechar la situación para recibir más ingresos tributarios y, de paso, machacar al bastión popular de Madrid con la excusa de la armonización fiscal.

Sin embargo, la solución real, como demostró Aznar en su primera legislatura, no es aumentar los tipos, sino crear más trabajo. Subir los tipos es incompatible con la creación de empleo en situaciones de crisis, lo indican muchos expertos.

Si se suben los tipos sociedades y particulares la inversión se retrae, el dinero de los que tienen rentas lo absorbe el Estado, su consumo disminuye y se destruye empleo; las rentas del trabajo disminuyen y los ingresos por IVA, IRPF y sociedades también.

Por eso la UE propone subir el IVA, el más neutral de los impuestos a efectos laborales. Sin embargo, es dudoso que los 'expertos' de izquierda quieran aceptar esta medida. El IVA les parece regresivo. Afirmación discutible pero ideologizada. Otro desacuerdo entre el Gobierno Sánchez y los eurócratas ¿Cómo lo resolverán? Con parches.

En resumen, España recurrirá a la chapuza. Al final, cuando se intenten explicar estas reformas saldrá un galimatías: la gallina (como dicen los castizos). Esperen y verán. 

*** J.R. Pin es profesor del IESE.