Sin duda estamos en un momento histórico. Hemos comenzado una carrera inédita en España, la transformación energética de las infraestructuras de distribución del país. Por primera vez en la historia, las 50 provincias que forman España ya cuentan con puntos de carga eléctrica. Un hito necesario para lograr la transformación energética en nuestro país.

Lo llamo carrera porque las compañías eléctricas, desde hace unos años, mantienen una estrategia expansiva para instalar estos nuevos puntos de energía. A estos movimientos estratégicos de las eléctricas, se le suman las operaciones que están intentado llevar a cabo las dos petroleras tradicionales de nuestro País: Repsol y Cepsa.

Ambas han anunciado que buscan inversores minoritarios para su división de estaciones de servicio con el objetivo de llevar a cabo una reestructuración estratégica para adaptar su modelo de negocio a las circunstancias actuales y futuras. Que estas dos grandes compañías permitan la entrada de un tercer inversor en sus modelos tradicionales significa dos cosas, primera que el cambio va en serio y segundo que quieren ganar capacidad de crecimiento pues ya no les basta con su propios recursos, ante la caída de beneficios que se están produciendo.

Saben que es vital posicionarse en el mercado. Es lo que en el pasado se hablaba de los proveedores que querían posicionarse en el lineal de las grandes superficies: si perdían su sitio no les iba a a ser fácil recuperarlo.

Esto hace inferir que se prepara un viraje de 180-360 grados para seguir siendo relevantes en el mercado. Comienzan a desarrollar proyectos como gasineras o electrolineras, para no apostar por el momento por ninguna opción hasta que el mercado se clarifique.

Sin embargo, para esta estrategia, necesitan durante algunos años más, seguir obteniendo recursos de su negocio tradicional, ordeñar la vaca del modelo tradicional de las estaciones de servicio.

Así, las gasolineras tradicionales están atadas de pies y manos pues no pueden maniobrar sin contar con la bandera. Pueden ir adaptándose, pero no dar un giro brusco a su estrategia. Y pretenden, todavía hoy, fiarlo todo a denostar a los competidores, las estaciones automáticas, que siendo más eficientes y seguras, trasladan esta eficiencia al consumidor y éste se lo está reconociendo con un importante crecimiento que no se detiene, ni con la pandemia de la Covid-19.   

Esta situación, entre otros factores, hace que el precio del carburante en España continúe subiendo, los precios han vuelto a ser los mismos que antes, con la diferencia de que en España hay más de cuatro millones de parados y casi un millón de personas en ERTE. Estas familias, que han visto cómo los ingresos han ido menguando, deben dejar de utilizar el coche por el temor a no poder pagar el carburante.

El precio del carburante en España sigue subiendo

Para que esta situación de precios se ajuste en favor del consumidor deben ocurrir dos cosas como principales. La primera que las Administraciones, especialmente los ayuntamientos, no pongan trabas a la implantación de nuevas estaciones para que así el conductor tenga oferta de opciones donde repostar.

Y segundo, que el conductor se habitúe a mirar el precio y comparar. La competencia, como todos sabemos, mejora tanto el servicio como el precio, ofreciendo a los consumidores las opciones que mejor se ajusten a sus necesidades. En definitiva, que funcione el libre mercado y la libre competencia, hecho que en este sector está todavía por ocurrir en plenitud.

En concreto, según datos del Organización de Consumidores (OCU), la competencia en el sector supone un ahorro de más de 300 euros anuales. Pero no solo se benefician los que repostan en gasolineras automáticas, sino también a los que eligen libremente las gasolineras tradicionales, ya que la competencia de estas nuevas estaciones de servicio obliga a las tradicionales a competir en precio para no perder cuota de mercado.

Así, y según datos que manejamos en la Asociación Nacional de Estaciones de Servicio, estimamos que el ahorro que genera la competencia de las estaciones automáticas a la sociedad española es de unos 6.000 millones de euros.

Las autoridades si cumplen con su objetivo de perseguir el interés general, debieran ver las nuevas aperturas de gasolineras automáticas como la oportunidad de potenciar el ahorro de sus conciudadanos. Porque todos tenemos derecho a salir fortalecidos de la crisis y explorar nuevas vías de negocio, pero dentro del marco de la libertad de mercado y de la libre competencia, para que sea el ciudadano el que finalmente con su decisión de compra decida cuál es futuro que quiere.

*** Manuel Jiménez Perona es Presidente de la Asociación Nacional de Estaciones de Servicio (Aesae).