Tradicionalmente los sindicatos mayoritarios son proclives a la izquierda. El partido Laborista se fue creado por las Unions británicas. Los sindicatos alemanes nacieron vinculados al SPD (Socialdemócrata)... Estados Unidos es diferente. Se supone que sus afiliados votan demócrata, pero no siempre es así. Muchos votos de Trump del medio oeste industrial procedieron de obreros; las unions norteamericanas son más profesionales que políticas.

En España, antes las afiliaciones a UGT y PSOE iban unidas. Militantes de CCOO estuvieron en las listas electorales del PCE (ejemplo, Marcelino Camacho). En USO o CGT, el uno moderado y el otro anarquista, esa adscripción partidaria es más tenue.

Pero ni todos los sindicatos son de izquierda, ni todos están unidos a partidos. En la Administración Pública CSIF (Confederación de Sindicatos Independientes de la Administración) no está ligado a ninguno formalmente. Lo mismo muchos sindicatos independientes, profesionales o de empresa. LAB en el país vasco está relacionado con la izquierda aberchale, pero ELA-STV se relaciona más con el PNV.

También están los sindicatos corporativos, como el SEPLA (pilotos de aviación) o los sindicatos de cuadros que no adscritos a una fuerza política.

Además, el porcentaje de afiliación sindical ha retrocedido. En 2019, no llegaba al 13,5% de la población trabajadora en España (el más bajo de la UE). Ese retroceso de afiliación sindical que se debe a varias causas. Las hay sociológicas como es el aumento de los trabajadores de servicios cualificados (cuello blanco) o la fuerte adscripción ideológica que algunos rechazan. Pero hay una que se refiere a la forma de realizar la negociación colectiva y sus efectos.

Ahora se insiste en derogar la Reforma Laboral de 2012 volviendo a la jerarquía de los convenios. Es decir que prime el convenio sectorial sobre el de empresa. Los convenios de sector los negocian los aparatos de los sindicatos y las patronales y, en consecuencia, para el trabajador común es una negociación lejana.

Si el convenio lo negociase su Comité de Empresa con su Dirección en y para su empresa, es probable que sintiera más cercanía con su sindicato y habría más afiliación.

Los convenios los negocian sindicatos y patronales y para el trabajador común es una negociación lejana

Además, la legislación española amplia los resultados de esa negociación a todos los empleados, estén o no afiliados al sindicato que firma el convenio. Sólo en los "acuerdos de eficacia limitada" en el que una parte del Comité de Empresa firma y la otra parte no, el efecto del convenio se aplica a los afiliados de los sindicatos firmantes más aquellos trabajadores que se apunten voluntariamente al acuerdo, sean o no afiliados al sindicato firmante.

La afiliación sindical es baja, entre otras causas, porque no es necesario afiliarse para lucrarse de los esfuerzos del sindicato. ¿Para qué se va a significar un trabajador si se aprovecha de él sin afiliarse?

Esa baja afiliación sindical implica la debilidad financiera de los sindicatos que requieren del aporte de los Presupuestos Generales del Estado para su mantenimiento.

Por tanto, antes que cualquier Reforma de la Reforma Laboral hay que hacer una Reforma Sindical. Reforma que incluya que, para lucrarse de los acuerdos de convenio, el trabajador debe afiliarse a su sindicato. Entonces se producirían varios efectos:

1. Los sindicatos se reforzarían financieramente y se liberarían de la tutela del Estado y, en consecuencia, de los partidos políticos.ç

2. Al representar una masa de empleados más amplia reducirían su relación con determinados partidos políticos (normalmente de izquierdas) porque muchos afiliados que no verían esa dependencia con buenos ojos.

3. Sus dirigentes, elegidos por una base más diversa serían más independientes del poder partidista; más profesionales y menos "políticos".

4. Las arcas del Estado podrían reducir su aportación a las estructuras sindicales. Aunque eso supusiera que la cuota sindical se dedujera de la base imponible del IRPF.

5. En todo caso sería el trabajador el que decidiría que sindicato le representa mejor, con independencia de su adscripción ideológica.

Esta sí es una reforma valiente de las relaciones laborales. Una modificación de acuerdo con el sindicalismo europeo alemán y anglosajón. Pero la vicepresidenta tercera y ministra de Trabajo, es comunista y a esa ideología le interesa más el dominio de su minoría, que la democracia sindical.

*** J. R. Pin es profesor del IESE.