Ahora tenemos la oportunidad histórica de construir una Europa más ecológica, más digital y resistente. No basta con volver a dejar las cosas como estaban antes. Tenemos que crear algo nuevo, algo mejor, para reconstruir una economía que responda a las necesidades de todos los europeos durante mucho tiempo.

Lo que debemos lograr es, nada más y nada menos, que una transformación completa de nuestra economía de una forma que sea la adecuada para nosotros, en consonancia con nuestros valores democráticos fundamentales de igualdad, apertura y libre elección. Aunque el mundo que nos rodea está cambiando, nuestros valores fundamentales siguen siendo tan válidos como siempre. Tenemos una multitud de cosas que hacer conjuntamente para poder tener un éxito común.

Sabemos que en tiempos difíciles como los que vivimos, la competencia sigue siendo clave. En las profundidades de la Gran Depresión, los Estados Unidos suspendieron parcialmente las normas de competencia estadounidenses mediante la Ley Nacional de Recuperación Industrial, adoptada en 1933, esperando que una menor competencia reforzara la industria.

El resultado fue exactamente el contrario.

La Ley frenó la recuperación de la economía estadounidense, hasta el punto de que la Administración Roosevelt dio marcha atrás al cabo de solo unos años. Desde entonces, los estudios económicos han demostrado repetidamente el enorme coste, en términos de crecimiento y empleo, cuando la economía está controlada por un número reducido de empresas.

La simple realidad es que, para salir de una crisis profunda, lo último que necesitamos son mercados bloqueados por la mano negra de monopolios y cárteles. Cuando el poder económico está en manos de unos pocos, no beneficia a la mayoría. Así que lo que necesitamos es un denso tejido de empresas innovadoras y llenas de energía, de todos los tamaños y en todos los sectores, en toda Europa.

Tenemos que preservar las opciones y alternativas para los ciudadanos y las empresas. Esto es a lo que realmente se refiere la competencia. Esto significa controlar el nivel de poder económico que puedan obtener las empresas al devorar a sus rivales. Significa controlar lo que hacen las grandes empresas para hacer más difícil la vida de sus rivales. Por último, significa asegurarse de que las subvenciones se destinan allí donde son realmente necesarias, de tal forma que no se conceda ninguna ventaja desleal a ninguna empresa. Que cada empresa tenga una oportunidad justa de enfrentarse a otras empresas.

Los campeones que Europa necesita son aquellas empresas que han sido conformadas por las luchas competitivas y que, gracias a ello, se han convertido en las mejores del mundo en su sector. Dar a los consumidores europeos un buen producto es el primer paso para el éxito en los mercados mundiales.

Dar a los consumidores europeos un buen producto es el primer paso para el éxito en los mercados mundiales

El caso contrario, tratar de construir la fortaleza de Europa en los mercados exteriores protegiendo a algunas empresas de la competencia en Europa se produciría a costa de menos opciones, precios más altos, menos dinamismo e incluso menos puestos de trabajo en Europa. Y sin garantía de suministro del extranjero. Lo que Europa necesita es la creación de modelos empresariales nuevos, más innovadores y más modernos.

Necesitamos la competencia para ayudarnos a aumentar la resistencia para hacer frente a un mundo en rápida transformación. Unos mercados competitivos pueden ofrecernos fuentes de suministro más diversas para garantizar que no dependamos de unas pocas grandes empresas, tanto en Europa como en el extranjero, para los suministros que sean vitales. Lo que necesitamos es un ecosistema diverso de empresas.

Así pues, nuestras normas de competencia desempeñan un papel fundamental a la hora de establecer las condiciones marco adecuadas para impulsar la recuperación y la reconstrucción. Sin embargo, esto podría no ser suficiente. Esta es la razón por la que desarrollamos un conjunto de políticas proactivas para construir, aquí en Europa, una economía competitiva, resistente, verde e integradora.

Y la política de competencia desempeña su papel junto con otras políticas de la UE: por ejemplo, cuando ofrecemos apoyo a empresas para cooperar en foros organizados por la Comisión con el objetivo de aumentar la producción de vacunas esenciales.

Pero, a medida que crecen los cambios en nuestra economía y surgen nuevas amenazas para los mercados competitivos, también debemos complementar nuestras reglas de competencia con nuevas leyes que nos ayuden a abordar estos problemas emergentes.

En el mundo digital actual, unos pocos guardianes controlan el modo en que millones de empresas conectan con sus clientes. Las decisiones que toman pueden decidir el destino de estas empresas y determinar si la competencia florecerá o desfallecerá. Así pues, en diciembre presentamos una propuesta de Ley de Mercados Digitales, que apoyará las reglas de competencia estableciendo una lista clara de derechos y obligaciones que tendrán que cumplir esos guardianes digitales.

En el mundo digital actual, unos pocos guardianes controlan el modo en que millones de empresas conectan con sus clientes

Y para mantener la competitividad y la apertura de los mercados europeos, no basta con vigilar lo que hacen las empresas. También debemos asegurarnos de que las subvenciones públicas no socaven la igualdad de oportunidades, haciendo muy difícil que las empresas sin subvenciones puedan tener éxito.

Nuestras normas sobre ayudas estatales nos permiten hacerlo cuando se trata de subvenciones de los gobiernos europeos, pero no nos dan poder para actuar cuando las subvenciones otorgadas por países extranjeros dañan la competencia en Europa. Aquí hay una clara laguna que hay que colmar. Pronto propondremos nueva legislación para proteger nuestros mercados contra los efectos perjudiciales de las subvenciones extranjeras y así mantener la competencia en el mercado único en condiciones equitativas.

Cada momento de reconstrucción es también un momento de elección; un momento en el que las decisiones que tomamos van a definir nuestro futuro durante muchos años venideros.

Las decisiones que tomemos hoy sobre cómo reconstruir nuestra economía tras la pandemia determinarán el funcionamiento de nuestra economía y de nuestra sociedad durante mucho tiempo. Y al decidir tomarnos en serio la competencia leal y apoyarla con todos los medios a nuestra disposición, nos situamos en el camino correcto hacia un futuro justo y próspero, para nuestra economía y para nuestra sociedad.

*** Margrethe Vestager es vicepresidenta ejecutiva de la Comisión Europea y comisaria europea de Competencia.