Ya hay cifra oficial de la mayor caída del PIB en tiempos de paz. Las restricciones para hace frente a la pandemia provocaron un hundimiento económico el pasado año del 10,8% (dos décimas menos de lo estimado en el avance de la Contabilidad Nacional).

Siendo el dato catastrófico, lo más preocupante es que lo peor para la economía no es lo que hemos pasado, sino lo que está por venir en un 2021 en el que la Unión Europea ha resbalado en la gestión de las vacunas. A estas alturas de la Covid-19 hemos aprendido algo que era evidente, pero hace un año no teníamos del todo interiorizado: salud y economía van de la mano y hasta que no se controle el virus no habrá recuperación.

Este es el gran problema. La industria farmacéutica logró aprobar las vacunas antes de lo que hubiéramos soñado hace un año, pero ahora su distribución es mucho más lenta de lo que se esperaba en Navidad, cuando muchos organismos revisaron previsiones económicas y dibujaron una recuperación ya en este trimestre.

La distribución de las vacunas es mucho más lenta de lo que se esperaba en Navidad, cuando muchos organismos dibujaron una recuperación en este trimestre

Lejos de ser así, ya no hay dudas de que recuperar la riqueza destruida o hibernada en el último año va a ser un proceso muy lento y lleno de riesgos. Ese retraso puede ser letal para más parte del tejido productivo de lo estimado y más costoso para la deuda pública. Además, en última instancia, este retraso de la recuperación puede llegar a afectar a la estabilidad financiera, como ya ha advertido el Banco de España. ¿Recuerdan el año 2012?

El INE certificó que la economía española entró en una fase de estancamiento a finales de 2020, después de que la segunda ola rompiera el espejismo que se vivió en verano con la desescalada, cuando todavía parecía posible un rebote, que Nadia Calviño ilustraba con su famosa y ya desfasada V asimétrica.

Fuente: INE.

La vicepresidenta económica lleva ahora a sus presentaciones una raíz cuadrada, que también es cuestionada por muchos economistas, y que todas las proyecciones de crecimiento se hacen en base a unos modelos a los que no se puede incorporar una variable esencial: cuándo declarará la OMS el final de esta pandemia.

Con lo que los servicios de estudio han aprendido de 2020 y lo que muestran los indicadores adelantados las previsiones a día de hoy no son demasiado esperanzadoras.

Los datos que ha avanzado el Departamento de Economía y Estadística del Banco de España revelan que la economía podría cerrar este primer trimestre de 2021 en negativo. Sin Semana Santa va a ser complicado un rebote en el segundo semestre. Y lo peor es que el verano pueda ser otra temporada perdida -o casi perdida- para el turismo, del que antes de la pandemia dependía el 12% de nuestro PIB.

Es decir, ahora estamos en una especie de 'L', tras una caída que nos ha empobrecido y un horizonte lleno de dudas que solo podrán despejarse si realmente el ritmo de la vacunación toma fuerza en abril, como se ha trasladado a la clase empresarial desde algunos sectores del Gobierno.

El escenario se completa con unos fondos europeos, cuyo calendario de entrega no está todavía claro. Cuanto antes se ejecuten, más podrán impactar en el PIB, según los economistas. El problema es que al igual que ha ocurrido con las vacunas, no sabemos si esas dosis de dinero llegarán a tiempo y si estaremos preparados para administrarlas con la urgencia que requiere la economía real.