2020 será un año que recordaremos por las dificultades vividas tanto en lo social como en lo económico, pero también nos ha traído algunas positivas. La principal ha sido una mayor concienciación sobre el cambio climático, a todos los niveles, desde los ciudadanos hasta las administraciones públicas, pasando por las empresas.

Escribo estas líneas, en medio de una edición muy especial del Foro de Davos y es que la situación de pandemia global que vivimos requiere más que nunca que líderes políticos y empresariales, así como organizaciones sociales y culturales de todo el mundo aunemos nuestros esfuerzos y compromisos en uno de los temas centrales de esta edición: la necesidad de poner freno a la amenaza del cambio climático y sentar las bases de una recuperación económica sostenible.

Según el Programa de la ONU para el Medio Ambiente (PNUMA), el año pasado las emisiones globales de CO2 cayeron un 7%. La razón fue la (casi) total paralización de la actividad económica y de los viajes en todo el mundo. No dejemos que este hecho caiga en saco roto. Convirtamos lo que ha sido un alivio temporal, producto de una situación que nadie quiere que se repita, en un cambio real, duradero y de tal magnitud que evite que la temperatura del planeta siga subiendo.

Repensemos cómo vivimos, consumimos y producimos. Y, muy importante, repensemos nuestras ciudades.

El año pasado las emisiones globales de CO2 cayeron un 7%. La razón fue la (casi) total paralización de la actividad económica y de los viajes en todo el mundo

De acuerdo con el informe que lanzamos recientemente desde Schneider Electric, junto al FME y Enel, las ciudades representan casi el 70% de las emisiones mundiales de CO2 y consumen el 78% de la energía del planeta. ¿Cómo podemos siquiera plantearnos alcanzar el objetivo de limitar el aumento de las temperaturas globales a 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales sin avanzar en su descarbonización? Imposible.

Para conseguirlo, debemos acelerar la transición energética. Avanzar hacia ese mundo eléctrico y digital del que tanto hemos hablado. Las herramientas y tecnologías las tenemos y su efectividad ha sido probada. Ahora, lo que hace falta es colaboración y compromiso. Por parte de todos. Nosotros, el sector privado, pero también el sector público, los responsables políticos y los ciudadanos de a pie.

Debemos acelerar la transición energética. Avanzar hacia ese mundo eléctrico y digital del que tanto hemos hablado.

Las empresas y, especialmente, sus líderes, tenemos una gran responsabilidad en este sentido. Si incluimos la sostenibilidad en nuestras agendas podemos marcar la diferencia. Tal como indica en el informe antes mencionado, tenemos la agilidad, la tecnología y los recursos necesarios para ello.

Somos importantes actores económicos. Desarrollamos y usamos las tecnologías que construirán el camino hacia un futuro más verde. Somos capaces de invertir en innovación, tenemos presencia a nivel global y los compromisos ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG) que tomamos no solo tienen el potencial de impactar en nuestra organización, sino en todos nuestros ecosistemas económicos y sociales.

Como líderes empresariales podemos influir mucho para avanzar hacia la neutralidad climática. Para empezar, desarrollar soluciones que aprovechen el poder de la innovación y las tecnologías digitales para impulsar la eficiencia energética. También extender nuestros compromisos ESG a todas las personas y valores de nuestras empresas. No deben ser vistos como algo puntual, sino incluir un compromiso público, una implementación transparente y una medida y reajuste constantes.

Nuestros compromisos de sostenibilidad, además, deben contemplar toda nuestra cadena de valor. Interpelar a nuestros clientes, proveedores y partners. Por el interés colectivo y porque es lo que nos demandan nuestros stakeholders. Finalmente, es necesario que integremos la transformación ESG en todos los niveles de nuestra empresa. Solo así nuestra acción tendrá un verdadero impacto.

Cultura corporativa, colaboraciones, gobierno corporativo, negocio… todo debe estar impregnado de este afán de sostenibilidad. No podemos dejar escapar el ‘momentum’. Cada vez más países están reforzando sus compromisos para con un futuro descarbonizado y nosotros, el sector privado, debemos estar a la altura.

*** Jean-Pascal Tricoire es presidente de Schneider Electric.