Una de las labores de la Administración en estos momentos es evitar la desaparición de empresas. Lo ha hecho, al menos, por dos vías: los ERTE para descargar el coste de nóminas y las líneas de crédito, llamadas ICO, por las que se las dota de liquidez.

Con estas dos medidas se alivian las tensiones de tesorería que la Covid-19 ha producido en muchas empresas y empresarios por falta de ventas y, en consecuencia, por reducción de entrada de dinero en caja/bancos. Si no hubiera sido por ellas, muchas habrían tenido que acudir a un concurso de acreedores y a ERE para evitar el estrangulamiento financiero.

Ayudas que se hacen para que pasados los efectos de la pandemia las empresas recuperen su fortaleza financiera y sigan operando. Sin embargo, algunas de ellas no volverán a operar porque, a pesar de las ayudas, serán incapaces de remontar sus operaciones.

Están muertas, pero aún no son conscientes de ello. Siguen funcionando aparentemente, pero ya no tienen posibilidades de sobrevivir. Tarde o temprano, cuando se acabe su liquidez, y si tienen un ERTE lo tengan que revertir, desaparecerán. Estas son las empresas zombis.

Siguen figurando en el registro de sociedades, sus operaciones, cada vez más disminuidas, dan apariencia de vida, pero son como 'muertos vivientes' que van perdiendo partes mientras se mueven con dificultad.

Siguen funcionando aparentemente, pero ya no tienen posibilidades de sobrevivir, desaparecerán

Hoy se despide un buen empleado harto de retrasos en la nómina, mañana pierde un cliente al que no se ha servido adecuadamente, otro día un proveedor deja de suministrar por falta de pago... Se mueven torpemente, con dificultad ,y dejan jirones de su estructura en el camino hasta su desaparición.

El argumento de los que avisan de su existencia es que es mejor enterrarlas cuanto antes. Se evitan mayores pérdidas e, incluso, arriesgar más capital en un intento vano de salvarlas. El problema es saber cuando una empresa entra en el estado de zombi y no tiene solución. Por eso proponen que la Administración no las financie con el dinero de todos, a través de la garantía del Estado (que en los créditos ICO es el 70% del riesgo).

Pero conocer si una empresa es zombi, o no, es difícil porque la empresa no es sólo su imagen financiera. Es principalmente el valor de quienes la dirigen y sus colaboradores.

Hay casos en que los números (contables y financieros) dan bien, pero el 'alma de la empresa' ha desaparecido. Es un zombi con un traje presentable. Otros casos, al revés. El balance y la cuenta de pérdidas y ganancias auguran quiebra inminente. Sin embargo, la capacidad de liderazgo y sacrificio de sus componentes la salvarán. Están en la UCI pero no han muerto. ¿Cómo distinguir unas de otras? Muy difícil. Se necesitan expertos con mucha experiencia para atinar en este diagnóstico.

¿Cómo distinguir unas de otras? Muy difícil. Se necesitan expertos con mucha experiencia para atinar en este diagnóstico

Esos expertos, entre otros muchos, se supone que están en los bancos. Sus directivos, a través de decisiones individuales o mediante comités, analizan el riesgo de las operaciones para conceder créditos.

Aunque se exijan garantías -que en los créditos ICO son el 70% del riesgo del Estado- lo que un bancario quiere es que no haya que ejecutarlas. Que la operación de préstamo transcurra sin incidentes.

Cuando las empresas son grandes, los comités son los que escrutan ese riesgo. Cuando las empresas son medianas, pequeñas microempresas o personas individuales, el comité es sustituido por el olfato del director de la oficina bancaria, que está cerca de la empresa y conoce a su componente humano de manera directa.

Ahora, con la reducción de oficinas bancarias habrá que encontrar un sustituto de esa relación directa que 'alimentaba' el olfato del bancario.

Con la reducción de oficinas bancarias habrá que encontrar un sustituto de esa relación directa que 'alimentaba' el olfato del bancario

¿Es su empresa, la que tiene o en la que trabaja, una empresa zombi? Ya se ha dicho: Depende en parte de los números que presente, pero fundamentalmente de las personas que la componen.

Al final siempre es lo mismo: La confianza en esas personas es la que distingue la zombi de la viva. Confianza que ni se compra ni se vende (como decía la canción del cariño verdadero); solo se construye con el comportamiento profesional, moral y ético de esas personas y se destruye con lo contrario. Lo de siempre.

*** José Ramón Pin Arboledas es profesor del IESE.