La sentencia del Tribunal Supremo (TS) sobre los riders, los conocidos Gloveros, demuestra que la legislación española está desfasada respecto a la economía empresarial en la era digital. En muchos países y en el mismo Tribunal de Justicia Europeo hay regulaciones y/o decisiones diferentes a la del TS español.

El Supremo ha declarado falsos autónomos a los transportistas urbanos que usan las plataformas digitales para contratar sus servicios; los que solemos ver en bicicletas o motos en nuestras ciudades. Es decir, que deben ser contratados como trabajadores por cuenta ajena. Glovo, Just Eat, Deliveroo... Todas estas empresas deberán incluirlos en su plantilla con contratos laborales. No vale el contrato mercantil que ahora rige las relaciones entre las empresas y los riders.

Los sindicatos expresan su satisfacción por la decisión judicial. El Gobierno, a través de la ministra de Trabajo, declara su respeto a la misma. Los propios riders lo ven de manera diversa. Algunos están de acuerdo, mientras otros estiman que la sentencia les creará problemas. Glovo a través de un comunicado defiende su posición argumentando que incluso hay decisiones del tribunal europeo que ratifica su situación de trabajadores autónomos por cuenta propia.

Todos tienen sus razones. Pero hay que reconocer que la sentencia ha llegado porque ni el Gobierno, ni los sindicatos, ni las propias empresas que utilizan estas plataformas digitales, ninguno de ellos, ha sido consciente de que era necesario regular esta nueva realidad o lo regularían los jueces. Unos jueces que pueden saber de leyes, pero ¿entienden de economía empresarial digital? Tengo mis dudas.

La sentencia ha llegado porque ni el Gobierno, ni los sindicatos, ni las propias empresas ha sido consciente de que era necesario regular esta nueva realidad

Es verosímil pensar que los riders no son autónomos en stricto sensu. Pero en su inicio tampoco eran empleados por cuenta ajena. Ahora legalmente lo son. La pregunta es ¿qué deben ser? Probablemente algo nuevo.

Algunos riders estarían dispuestos a ser empleados por cuenta ajena. Otros, sin embargo, preferirían ser autónomos. Las razones de los primeros es el deseo de la seguridad de una nómina más o menos estable. La de los segundos es la búsqueda de autonomía, manejar su propio tiempo, usar su trabajo de riders como complementario de otra profesión o actividad; desde estudiante, hasta amo/a de casa, pasando por montones de ocupaciones.

También como complemento a otro trabajo parcial de manera flexible... Las condiciones de los trabajadores son variadas y la actividad de autónomo permite esa adaptación.

Las condiciones de los trabajadores son variadas y la actividad de autónomo permite esa adaptación

Por otra parte, gracias a esa flexibilidad, las empresas como Govo han desarrollado un servicio que los consumidores han estimado. El servicio a domicilio se ha extendido con rapidez porque satisface una necesidad. No solo en la comida. El cliente puede tener lo que quiere en un tiempo que estima adecuado. La tecnología y el trabajo de los riders lo han permitido de manera ágil.

Ahora la sentencia regula ese trabajo. Es seguro que las empresas la cumplirán, no les queda otra. Para ello pueden utilizar los contratos a tiempo parcial, por obra o servicio, indefinido,... la cuestión es si esa regulación laboral más rígida alentará la creación de trabajo o lo reducirá; si encarecerá y en cuanto el servicio; si eso reducirá la demanda...

Todo porque la legislación laboral española no ha sido capaz de adelantarse al fenómeno y encontrar una regulación adaptada a una nueva economía en la que las empresas tendrán infinidad de relaciones profesionales. Puede que los riders no sean autónomos, pero tampoco empleados por cuenta ajena. En Londres los sindicatos y las empresas han llegado a una regulación específica, en Bolonia la hay...

Y es que España sigue siendo franquista en gran parte de su mentalidad. La seguridad prima sobre la libertad. Se desconfía de la capacidad de las personas de gestionar su vida, profesional y personal. Por tanto se busca que el Estado proteja a todos y en todo. Algo que acaba socavando la iniciativa individual.

Es una España que no se da cuenta que el mundo ha cambiado; que lo que antes valía puede ser un error. Ya lo dijo Einstein: "locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultados diferentes". Eso en un país en el que el paro es la principal preocupación debería hacernos reflexionar.

*** José Ramón Pin es profesor del IESE.