Intuyo que el anuncio de una posible fusión entre Caixabank y Bankia puede ser el pistoletazo de salida de un nuevo movimiento de consolidación en el sector bancario español, sobre todo tras declaraciones de los supervisores instando al sector a acometerlas lo antes posible para hacer frente al problema de baja rentabilidad del sector. Y no es un problema coyuntural como consecuencia de los efectos de la pandemia en el negocio bancario, sino que viene de atrás y que la Covid-19 no ha hecho sino intensificar.

Llevamos años en los que el negocio bancario no es viable, porque cuesta mucho más conseguir capital que lo que se puede remunerar.

De consumarse el matrimonio con la fusión (más bien es una absorción dado el desigual tamaño de los contrayentes), la nueva entidad resultante encabezará el ranking en el negocio doméstico, por encima del Santander y BBVA.

Estamos hablando de un nuevo banco que gestionará más de 660.000 millones de activo (el 25% del total de las entidades de depósito en España) y que cuenta con unas 6.700 oficinas (el 28% del total) y más 51.500 empleados (29% del total). Caixabank aporta el 67% del negocio, el 69% del empleo y el 66% de la red de oficinas, y algo más (77%) en términos de capitalización bursátil.

Es evidente que la necesaria búsqueda de sinergias para mejorar la rentabilidad (verdadero caballo de batalla) exige recortar costes, y es en la red de oficinas donde se generan la mayoría de los costes del negocio. En consecuencia, el solapamiento geográfico de parte de la red de oficinas de ambas entidades es un factor de mucho peso para justificar la fusión, materializando el ahorro de costes con el cierre de las oficinas duplicadas.

El solapamiento geográfico de parte de la red de oficinas de ambas entidades es un factor de mucho peso para justificar la fusión

Los ajustes de empleo también van a ser inevitables y confiemos que escalonados ya que es el efecto colateral más dañino de una fusión. En el fondo el objetivo es explotar las economías de escala que suelen existir en el negocio bancario, intentando situar a la entidad resultante en el mínimo de la curva de costes medios.

Las sinergias entre entidades no solo hay que buscarlas en la vertiente de los costes, sino también en la del riesgo y la de los ingresos. Es ampliamente conocido que la diversificación reduce el riesgo, por lo que el diferente peso en el balance de determinados tipos de activos (más crédito inmobiliario en Bankia y a empresas en Caixabank), aporta valor a la fusión. Además, esa diversificación de negocio también puede ahorrar costes aprovechando las denominadas economías de gama.

La Bolsa ha celebrado con suma alegría el anuncio de matrimonio con alzas en la cotización de ambas entidades que buena falta hace tras el derrumbe de la cotización de los últimos meses azotados por la pandemia. Así, el mercado certifica que existen sinergias entre las entidades que darán lugar a una recuperación de la rentabilidad.

Además, la alegría del anuncio ha contagiado a otros bancos, no sé si simplemente por un efecto dominó o porque anticipa nuevas fusiones entre los cada vez menos bancos que compiten en el mercado. En las quinielas ya se especula con distintas combinaciones de pareja entre el Sabadell, Ibercaja, Liberbank, Unicaja, etc. 

Con esta fusión de dos de los cinco grandes, y más aún si el proceso de consolidación fuera a más con más fusiones, se va a dar un salto cuantitativo importante en la concentración del mercado bancario español, que de partir antes de la anterior crisis de 2008 de un nivel por debajo del europeo, la reestructuración del sector de las cajas de ahorro ya la situó por encima de la media, y volvió a dar un nuevo salto con la absorción del Popular por el Santander.

Es cierto que el nivel actual está muy por debajo del que se considera preocupante (excesivamente concentrado), por lo que en principio no debe tener efectos perjudiciales sobre la competencia.

No obstante, como suelo siempre insistir en este punto, conviene analizar el impacto en ámbitos provinciales, por si en algún caso la concentración es excesiva. En cualquier caso, un exceso de competencia (me temo que lo hay en algunos segmentos de negocio viendo los tipos de interés de algunos préstamos) puede ser perjudicial para la estabilidad financiera si aboca a las entidades a reducir en exceso los márgenes penalizando la rentabilidad, por lo que es importante conseguir un justo equilibrio que no perjudique ni al consumidor ni a la estabilidad financiera.

Es importante dejar en manos de los analistas expertos y de los consejos de administración la valoración y decisión final sin que haya injerencias de ningún tipo

De momento, viendo los comunicados de las dos entidades a las CNMV, hay un interés obvio en estudiar la fusión, pero es importante ser prudentes y no dar ya por consumado el matrimonio. Lo que es importante es dejar en manos de los analistas expertos y de los consejos de administración la valoración y decisión final, sin que haya injerencias de ningún tipo.

En el caso de Bankia, donde se nos recuerda constantemente que el contribuyente dedicó 22.500 millones de su dinero a rescatarla y por eso el Estado es dueño de 62% de su capital, lo más importante es intentar maximizar su valor para así poder devolver al contribuyente la mayor parte posible de lo que aportó. Estoy convencido que ese siempre ha sido y es el objetivo de la dirección de Bankia, y la mejor vía para conseguirlo es mejorando su rentabilidad a medio y largo plazo y su materialización en un alza de su valor en Bolsa.

*** Joaquín Maudos es catedrático de la Universidad de Valencia, director adjunto del Ivie y colaborador del CUNEF.