El todopoderoso sindicato alemán IG Metall, que cuenta con 2,3 millones de trabajadores afiliados, ha propuesto en las negociaciones de los convenios colectivos de las más grandes industrias que regirán para 2021 la semana laboral de cuatro días, la Vier-Tage-Woche. Las conversaciones entre el sindicato y las empresas comenzarán este otoño con un único e importante punto en discusión: el porcentaje de reducción de la nómina que conllevaría la semana laboral de cuatro días.

Es obvio que la pandemia de la Covid-19 y sus terroríficos efectos sobre la economía alemana han acelerado la introducción de este punto en las negociaciones. De hecho, IG Metall y las grandes compañías estaban hablando para 2021 de subida de los salarios.

Sin embargo, la industria alemana, no sólo la del automóvil, está sufriendo y mucho con esta crisis. Las ventas han caído drásticamente, aunque se hayan recuperado algo en las últimas semanas, y por lógica los ingresos de las empresas. Alemania ha gastado miles y miles de millones de euros en Kurzarbeit, su mecanismo para facilitar reducciones de jornada, y en dotar de liquidez a empresas y autónomos.

De hecho, el Gobierno, preocupado por la marcha de la economía, ha decidido hace apenas unos días la ampliación de este mecanismo para salvar empleos hasta finales de 2021 y con un aumento sustancial de la prestación.

Sin embargo, tanto para el Gobierno alemán, como para trabajadores y empresas, estas medidas deben ser temporales y por tanto sustituidas por otras más estructurales y aquí es donde encaja la jornada semanal de cuatro días.

La idea madre es dotar de mayor liquidez a las compañías, una de las "obsesiones" de las autoridades alemanas en estos últimos meses. "Salvar a las empresas, para salvar los puestos de trabajo", algo que, por cierto, no se ha sabido hacer en España.

La idea madre de la jornada semanal de cuatro días es 'salvar a las empresas, para salvar los puestos de trabajo', algo que no se ha sabido hacer en España

En Alemania, existe un gran consenso sobre los beneficios de este acuerdo, porque se evitan despidos masivos y los costes económicos y sociales que conlleva y se ahorra dinero a las arcas públicas. Un monto muy elevado si tenemos en cuenta que sólo en mayo, 6,7 millones de trabajadores alemanes estaban en un Kurzarbeit, 4,5 millones en junio, y que el Estado se ha hecho cargo del 60% del sueldo neto del trabajador; el 67% si se tienen hijos a cargo.

Es importante también entender la idiosincrasia del trabajador alemán. Para ellos, representados por sus potentes sindicatos, lo fundamental es obtener la garantía de que sus empresas van a mantener los puestos de trabajo, la seguridad a largo plazo, y no tanto la reducción de una parte del salario.

Por eso, como decía antes, el único escollo de esta negociación es qué parte del salario se perdería. No obstante, no sería la primera vez que en Alemania se aplica la jornada semanal de cuatro días. En 1994, tras la reunificación, el "cambio", como lo llaman ellos, Volkswagen y otras grandes industrias la implantaron, aunque de forma temporal. En otros casos, como el de Siemens, hace tiempo que sus 8.000 empleados trabajan cuatro días a la semana.

La Vier-Tage-Woche ¿sería posible en España? Algo se ha hablado en los últimos tiempos. Incluso algún partido como Más País lo llevaba en su programa electoral. Más recientemente, como consecuencia de la pandemia, algunas compañías como la jienense Software DELSOL la han implantado con vocación de futuro, o de forma más temporal, mientras dure la crisis sanitaria, como es el caso de Mercadona. 

Los subvencionados sindicatos españoles cuando ponen sobre la mesa la reducción de la jornada consideran que no debería implicar bajada proporcional del salario

Sin embargo, dudo que hoy por hoy prospere de forma generalizada y menos a la alemana, con reducción de salario aparejada. Los subvencionados sindicatos UGT y CCOO, los llamados mayoritarios -aunque hace tiempo que no sabemos realmente cuántos afiliados tienen- cuando ponen sobre la mesa la reducción de la jornada de trabajo consideran que no debería implicar bajada proporcional del salario. Su idea no es encontrar una mayor estabilidad del empleo, ni siquiera el mantenimiento del tejido productivo. Piensan, equivocadamente, que sería una buena forma de repartir el trabajo.    

En todo caso, y dejando a un lado la visión más o menos arcaica de las relaciones laborales que tienen los sindicatos en España, vista en su conjunto, la fórmula de trabajar cuatro días y librar tres acabará implantándose.

Sin duda el uso generalizado de las nuevas tecnologías será un estímulo, pero también, como señalan ya numerosos estudios, porque jornadas excesivamente largas se asocian a elevados niveles de agotamiento y estrés y porque se ha comprobado que trabajar menos horas pero de forma más inteligente eleva la productividad y mejora la conciliación de la vida laboral y familiar.

*** Carmen Tomás es periodista y analista de información económica.