La hostelería como motor para salir de la crisis. No es osado pensar que va a ser así. Después de vivir una pandemia mundial en España, ahora es el momento preciso para calibrar y reformular cómo recuperar la normalidad a la que tanto se apela. La normalidad que conocíamos antes de la aparición del coronavirus, a esa me refiero.

Sería ingenuo pensar que el duro proceso por el que está pasando nuestro país en todos sus sectores productivos y de actividad, como sucede en otros del entorno, va a tener un retorno inmediato a efectos económicos, sociales, políticos o culturales. Por ello, la reflexión sobre cómo idear el presente y el posible futuro pasa por entender que el ámbito hostelero debe servir de impulso para reactivar lo que ahora no está activo o si lo está, en una muy baja dimensión.

Cabe, antes de nada, hacer un análisis previo sobre cuáles son los problemas por los que pasa el sector y las posibles consecuencias de los nuevos rebrotes del virus. Puestos a enumerar los principales, se deben advertir la mínima financiación bancaria, a la mayoría no le ha llegado si se tiene en cuenta que ocho de cada diez empresarios son pequeñas o medianas empresas; el alquiler de los establecimientos, el mismo coste con la mitad de actividad; la carencia de ayudas económicas directas, inexistente; y la ampliación de los ERTE hasta diciembre, que debe contemplarse como obligatoria si se pretende sostener al gremio.

A estas cuatro circunstancias básicas debe unírsele la flexibilización de la normativa que, hoy por hoy,  impide el desarrollo de la actividad porque limita e imposibilita la elaboración del trabajo con unos márgenes de rentabilidad básicos.

Las recientes medidas decretadas a mediados de agosto sobre el sector, especialmente las que aluden a la limitación en la posibilidad de reunión en establecimientos o las que inciden directamente en el ocio nocturno, perjudican claramente al ámbito empresarial hostelero.

Es preciso realizar un plan de choque, de rescate. También es determinante un encuentro directo con la máxima autoridad competente, en el caso andaluz, que sea el propio presidente el que reciba al sector. Se agradece la mediación e interlocución con dirigentes políticos, pero debe ser el máximo mandatario el que conozca de manera directa cuál es nuestra situación.

Es preciso realizar un plan de choque, de rescate. En el caso andaluz, también es determinante que sea el propio presidente el que reciba al sector

Resulta pertinente ahondar también en que el sector necesita una acción directa por parte de las administraciones, entiéndase en la fórmula de ayudas destinadas a una plena modernización que pasan por el ámbito de la digitalización.

Asimismo, también deben contemplarse actuaciones del tipo promoción interior y exterior y elaborar convenios con el tejido productivo primario para planificar un cometido común desde la unión y la coordinación. Las asociaciones y federaciones hosteleras están para aportar. El sector debe estar dispuesto a cubrir la mitad de los recursos que sean necesarios siempre y cuando se desarrollen acciones conjuntas del tipo ferias, encuentros o simposios. Agricultura, ganadería y pesca tienen que estar obligatoriamente vinculadas a la hostelería.

La pandemia ha evidenciado que si cae el sector hostelero, caen también otros. Por eso es fundamental un pacto donde también esté incluido el turismo. La unión hará que el sector sea más fuerte, porque podrá decidir con otros y combatir, en su caso, también las adversidades con una mayor coraza.

Gastronomía, sector primario y turismo deben estar conexos siempre. Ejecutar dicha acción y conceder tal distinción propiciaría la apertura de un nuevo horizonte donde se van a garantizar derechos mínimos para los empresarios y los trabajadores, donde se van a compartir beneficios y gastos y donde se va consolidar la pervivencia de algo que es fundamental para el desarrollo de la comunidad autónoma, de esta y de tantas otras.

La coyuntura presente deduce una vulnerabilidad del sector hostelero. La situación es tremendamente preocupante. A tenor de los datos que competen el espectro hostelero, hay que asimilar ciertas premisas. Ocho de cada 10 turistas que elige un destino lo hace pensando en sus virtudes culinarias.

La coyuntura presente deduce una vulnerabilidad del sector hostelero. La situación es tremendamente preocupante

La relevancia de nuestro sector es evidente en Andalucía, donde existen 44.500 establecimientos, de comida y alimentación, el 8,5% de la capacidad empresarial de esta región. La apertura y actividad de locales de hostelería dan trabajo a más de doscientas veinte mil personas de manera directa; también generan otros 88.000 más de manera indirecta, o lo que es lo mismo el 6,5% del empleo de la comunidad autónoma andaluza.

Gracias a la hostelería se aportan más de 8.000 millones de euros al nuestro producto interior bruto (PIB), el 5,5% del PIB andaluz. En términos de PIB y empleo, la actividad hostelera es similar a la del sector agrario, y solo igualada por el comercio minorista, además, estando presente en todas las ciudades y pueblos de Andalucía.

Gracias a la hostelería se aportan más de 8.000 millones de euros al nuestro producto interior bruto (PIB), el 5,5% del PIB andaluz

En ese sentido, merece la pena interiorizar que la hostelería no es una actividad económica meramente. La hostelería es, efectivamente, una actividad con redundancia económica, sí, pero también es cultura, es arte, es investigación, es desarrollo, es tradición, es esencia, es vida. Es la actividad que engloba una forma de ser, de sentir, de vivir. La hostelería lo aúna todo, porque en ella maridan actividades artísticas, sociales o económicas, entre otras.

Gracias al ámbito hostelero cada individuo, cada grupo humano puede vivir experiencias, enriquecer sensibilidades, crecer como personas y, ante todo, ser feliz.

Ahora es el momento de contemplar, y disculpen la insistencia, la actividad gastronómica, hostelera y turística como parte de un todo. Desde la vinculación y ejerciendo como un robusto pilar que va a aportar un valor añadido a la salud económica nacional. La implicación de estos sectores, con el apoyo y compromiso de organizaciones empresariales y, evidentemente, de las administraciones nacionales, autonómicas y locales debe accionarse de manera transversal. Todos los agentes tienen que estar implicados en la causa común, que no es otra que ejercer de estímulo económico y social.

La hostelería es, efectivamente, una actividad con redundancia económica, sí, pero también es cultura, es arte, es investigación, es desarrollo

Desde la distancia corta, Andalucía es un claro ejemplo al que mirar para augurar la capacidad de éxito en todas las comunidades. La importancia que ejercen todos los profesionales de esta tierra, el buen hacer culinario, su cultura, tradición, el legado y, más recientemente, el comportamiento demostrado durante la pandemia desde el ámbito hostelero deducen la virtud del sector. Porque se ha entendido que la gastronomía forma parte de la experiencia turística.

La actividad hostelera vuelve a ejercer como motor para reflotar sitios empobrecidos, para relanzar lugares infravalorados. Porque la rigurosidad y responsabilidad demostrada en materias higiénicas y sanitarias han sido, en todo momento, salvo ínfimas excepciones, ejemplares.

La hostelería, la gastronomía y el ocio nocturno, este severamente castigado, como se ha indicado, deben contar con el respaldo de las administraciones, porque actúan como eje vertebral de la reactivación de los hábitos de consumo, de los ánimos sociales y de la renovación de la demanda de servicios. Sin duda, un motor e impulso necesarios para que de esta crisis se pueda salir con refuerzo.

*** Francisco de la Torre Luna es presidente Federación de Empresarios de Hostelería de Andalucía (HORECA Andalucía).