Bankia es singular en el paisaje bancario español. Por mor de la crisis de 2008 es de propiedad mayoritaria pública, con gestión privada. Lo lógico, a estas alturas, hubiera sido que su mayoría ya estuviera en manos privadas. Hubo algunos momentos bursátiles más favorables que otros para hacerlo. Aunque, en todo caso, era imposible recuperar todos los fondos aportados por el Estado, es decir por los contribuyentes.

No obstante, es mejor perder menos que perder más. A pesar de ello, no se vendió lo suficiente como para que el Estado a través del FROB recuperase parte del dinero y se quedase en minoría dejando su futuro a la gestión privada. Y eso ocurrió tanto con Gobiernos del PP como con el posterior del PSOE en solitario o el actual PSOE/UP.

Por otra parte, la gestión de Goirigolzarri y su equipo ha sido ejemplar. Han llevado el barco a aguas tranquilas, en un discurrir razonable y rentable. Han hecho todo lo que se podía hacer. Pero el entorno sectorial bancario, con los tipos de interés bajísimos, nulos en la realidad, y la renqueante situación económico-política, no ha permitido en los últimos años algo más que salvar razonablemente los muebles a toda la banca.

Hasta el Santander y el BBVA dan pérdidas. De todas formas, los que hicieron caso a un artículo mío, allá por 2012, y compraron Bankia en Bolsa con el nuevo equipo, vieron multiplicar su inversión.

Ahora es distinto. El negocio bancario comercial (o retail) es básicamente aburrido. Me lo dijo Rafael Termes, que fue colega docente y Presidente de la patronal bancaria. Un negocio de céntimos por operación, de paciencia y prudencia al medir riesgos. Eso, en estos tiempos de recesión, es más complicado.

La gestión de Goirigolzarri y su equipo ha sido ejemplar. Han llevado el barco a aguas tranquilas, en un discurrir razonable y rentable

En esta situación las opciones bancarias son dos: a) una estructura ligera, con expertos de activo y pásivo agresivos; b) un aumento de tamaño para generar economías de escala, diluyendo los gastos generales en más operaciones y reduciendo costes con tecnología.

Bankia, por dimensión, está casi obligada a la segunda opción. En estos momentos es muy difícil el crecimiento orgánico, por aumento de operaciones; las oficinas se cierran. La única fórmula es crecer por fusiones u absorciones.

Para que sean rentables las entidades fusionadas deben complementarse y producir sinergias que potencien la nueva estructura. En banca de retail, por ejemplo, podría ser así, si los territorios o sectores de los clientes de las entidades fusionadas no se solapan. Entonces, con una estructura central menor a la suma de las de las fusionadas, se conseguirían economías de escala.

¿Existe otro banco español que pudiera ser sinérgico con Bankia, cuyos territorios de operaciones, por ejemplo, fueran complementarios? El Banco de España tiene la respuesta. Pero no basta con esta condición. La fusión, además, debería potenciar el negocio de las dos entidades juntas.

Otra alternativa es buscar un socio (partner) internacional. La experiencia española no es buena. En la compra de Endesa por Enel, la empresa estatal italiana ha desmontado una de nuestras grandes empresas eléctricas y se ha quedado con su negocio internacional. Iberia ha trasladado su centro de decisión a Londres, se diga lo que se diga.

Como español, y por tanto propietario en una parte (minúscula, pero parte) de Bankia dado que su mayoría se adquirió con mis impuestos, espero que se acierte en su futuro

Así que, como español, y por tanto propietario en una parte (minúscula, pero parte) de Bankia dado que su mayoría se adquirió con mis impuestos, espero que se acierte en su futuro. Lo veo difícil. El actual equipo gestor ha hecho una inmensa labor. Pero las operaciones que pueden dar un salto adelante a Bankia son más bien decisiones de propietarios; de los accionistas, o sea, en este caso, del Gobierno.

Lo nefasto sería que la situación permita que un Gobierno donde está Unidas Podemos ponga sus manos "pecadoras" en su masa y utilice Bankia para lo que siempre ha querido Pablo Iglesias: nacionalizar su gestión (la propiedad ya la tiene). Sería el principio del declive. Una banca 'estatal' es, además de un desastre económico, un núcleo susceptible de corrupción. Todos recordamos que pasó con las cajas de ahorro politizadas.

En consecuencia: veo muy difícil encontrar una fusión que anime el futuro de Bankia. Pero me preocupa que el Estado siga con mayoría en su accionariado.

*** José Ramón Pin es profesor del IESE.