Los revoltosos del mundo, tras el “paraíso” perdido del comunismo, se han quedado huérfanos de referencias tras los estruendosos fracasos de sus experimentos.

Ahora ya no plantean –al menos claramente– revoluciones que pongan patas arriba a nuestras sociedades abiertas. Ahora tratan de transformarlas desde dentro con planteamientos sentimentales, simplistas y también aparentemente ilustrados y ecuménicos –como es el caso de Piketty– que versan sobre la desigualdad.

No deja de tener gracia que los enemigos de la propiedad privada y por tanto amigos del comunismo vengan a dar lecciones a nuestras sociedades liberales y capitalistas sobre la igualdad. La China de Mao era igualmente miserable –excepto, claro, los jefes comunistas– mientras que la de ahora es desigualmente rica. Ni un solo país comunista igualó la prosperidad de la gente, solo distribuyeron pobreza, mientras la libertad para buscarse una vida mejor era brutalmente cercenada.

La China de Mao era miserable –excepto, claro, los jefes comunistas– mientras que la de ahora es desigualmente rica

La historia de la prosperidad económica del mundo se puede dividir en tres fases:

+ Hasta comienzos del siglo XIX, cuando comienza a desarrollarse la primera revolución industrial, el crecimiento de la riqueza y la población del mundo fue muy lento.

Las tasas medias anuales entre 1500 y 1820 de crecimiento fueron del 0,29% para la población, del 0,33% para el PIB y del 0,04% de la renta per cápita. “La vida de los franceses en la época de Napoleón, no era muy diferente de la de los romanos de los tiempos de César” según ponen de manifiesto todos los libros de historia.

+ Desde 1820 hasta 1992 el progreso se disparó: la población creció a una tasa media anual del 0,95% –triplicando la anterior-, el PIB un 2,17% –sextuplicando los datos previos- y la renta pe cápita, la verdadera riqueza, un 1,21% que multiplicó por 20 las cifras de la época anterior.

Los efectos de las sucesivas revoluciones tecnológicas sobre el crecimiento de la riqueza y la población fueron asombrosos en todo el mundo, salvo en los países libres de esta “feliz pandemia tecnológica” -los comunistas- que siguieron ajenos a la innovación y al mercado, y así les fue: siguieron anclados en la era anterior.

+ Durante los últimos 30 años, la globalización de la economía, la diseminación de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación y la caída de los comunismos han obrado un verdadero milagro de crecimiento de la riqueza.

La población y la renta per cápita que multiplicaron su expansión, aún mucho más que en la excepcional era anterior. La población siguió creciendo a tasas aún mayores [+27%], el PIB [+125%] y la renta per cápita [+194%].

Tasas_de_Crecimiento

Para apreciar el ritmo de desarrollo económico hay que considerar que con la tasa media de crecimiento del periodo 1500-1820 se necesitaban más de 1.700 años para duplicar la renta per cápita; sin embargo en la era industrial que abarca 1820-1992 ya sólo fueron necesarios 58 años –63 veces menos!- y en nuestros tiempos, los de la sociedad de la información, cada veinte años se duplica la riqueza media personal.

Avances científico-tecnológicos como: la electricidad, el teléfono, el frigorífico, la radio, la televisión, los tejidos sintéticos, los antibióticos, las vitaminas, las vacunas –según Freeman Dyson- y sobre todo Internet y los smartphones han sido formidables igualadores sociales.

Y si los logros tecnológicos y económicos son impresionantes, aún lo son más los que están debajo de ellos. Johan Norberg, en su reciente libro, Los grandes logros de la humanidad, los resume así:

Johan Norberg en una imagen de archivo.

Nutrición: Entre 1945 y 2015 la población desnutrida del mundo se dividió por cinco; del 50% pasó al 10%. Entre 1961 y 2009 las tierras cultivadas se incrementaron un 12%, mientras que la producción se multiplicó por tres. (Justamente el polo opuesto a los desastres cosechados por Stalin y Mao)

Agua y Sanidad: En el periodo 1980 -2014 el acceso al agua potable pasó del 50% a más del 90% de la población mundial y las redes sanitarias se extendieron del 25% al 70%.

Esperanza de vida: En el último siglo se duplicó, pasando de poco más de 30 a 70 años; y entre 1960 y 2010 ganó veinte años. Desde 1950 la esperanza de vida ha crecido mas que en dos milenios.

Pobreza: Si a comienzos del siglo XIX el 90% de la población mundial era pobre –ingresos diarios entre 1 y 2 $– en 2015 se había reducido a menos del 10%. En los últimos 25 años se dividió por cinco.

Medio ambiente: La pobreza no mejora el medio ambiente (Indira Gandhi). La polución en el Reino Unido se ha reducido en dos tercios entre 1970 y 2015; lo mismo que en USA entre 1980 y 2014. En Europa los bosques han crecido más de un 0,3% anual desde 1990 hasta 2015. Las reservas de todos los recursos que el Club de Roma consideraba en descenso se han incrementado, algunos cuatro veces.

Analfabetismo: Entre 1820 y 2010 la tasa de analfabetos ha descendido desde el 90% al 10% de la población mundial. Las mujeres las más beneficiadas.

Libertad: Si en 1800 había 60 países con esclavitud, en el siglo XXI no hay ninguno. En 1900 no había un solo país con democracia –un hombre o mujer, un voto–; en 1945 ya había un 31% de población mundial con derecho a voto y a comienzos de este siglo ha alcanzado el 58%. Se ha avanzado en las últimas dos décadas más que en dos milenios.

Igualdad: Hacia 1950 solo el 5% de los americanos aprobaban matrimonios interraciales; en 2008 ya alcanzaba el 80%. El derecho de voto de las mujeres comenzó en 1944 en Francia, en 1947 en Italia y en 1971 en Suiza. Hoy solo Arabia Saudita y el Vaticano lo excluyen. Los matrimonios homosexuales están cada vez más extendidos en el mundo.

Nuevas generaciones: El trabajo infantil ha pasado de casi el 30% al 10% en el mundo entre 1950 y 2012; en Vietnam ha pasado del 45% al 10% entre 1993 y 2006. Con un móvil en el bolsillo de todos los jóvenes el futuro les pertenece.

La polución en el Reino Unido se ha reducido en dos tercios entre 1970 y 2015; lo mismo que en USA entre 1980 y 2014

Pues bien, en presencia de tan apabullantes buenos datos, los progresistas andan revueltos en defensa de la igualdad, un término que si lo despojamos de su enferma relación con la envidia y lo situamos en su justos términos de “igualdad ante la ley” y de “igualdad de condiciones de vida” no ha hecho sino mejorar exponencialmente en las sociedades abiertas.

Es una incontestable evidencia que la desigualdad es compañera de viaje de la vida. No hay dos seres vivos -plantas, animales, humanos– que nazcan iguales ni que puedan desarrollarse igualmente a lo largo de sus vidas. 

Quizá, si pudiésemos estar confinados en jardines de bonsáis cuidados por severos podadores de las diferencias naturales podría conseguirse cierta igualdad, pero harían falta millones de jardineros y vigilantes para evitar la evasión de quienes siguieran ansiando vivir en libertad. Por eso los regímenes comunistas son verdaderas prisiones de las que no es posible salir sin arriesgar la vida.

Para los progresistas, lo importante no es que todo el mundo mejore sus condiciones de vida, sino que todos lo hagan igual al obvio precio de igualar por abajo. No se atreven a decirlo, pero está implícito en su discurso que prefieren la miserablemente igualitaria China de Mao que la rica y desigual China de hoy.

Si pudiésemos estar confinados en jardines de bonsáis cuidados por severos podadores de las diferencias naturales podría conseguirse cierta igualdad

Además no soportan a quienes por su perspicacia, esfuerzo e incluso suerte, se hacen millonarios haciendo feliz a la gente que libremente consume en una economía globalizada sus productos y servicios.

Nueve de los diez mas ricos del mundo carecían de otra fortuna que su talento antes de su éxito. Piketty llega a reclamar que el 90% de su riqueza sea entregada al Estado –que lógicamente gobernaría él– para repartirla ¿cómo en todas las satrapías entre la nueva clase dirigente?.

¿Cómo es posible que en plena apoteosis del ecuménico éxito de la economía de mercado puedan, no sólo formularse, sino estar de moda los alegatos meramente ideológicos carentes de fundamentos empíricos a favor de una igualdad postiza y que incluso invadan el pensamiento de muchas gentes seriamente ilustradas?

Son muchos los que piensan que al dejar la educación en manos de la victimista y redentorista izquierda, luego pasa lo que pasa: que los sentimientos más primitivos debidamente cocinados como ideología terminan, contra toda evidencia lógica y empírica, dominando el pensamiento de mucha gente. Aunque, felizmente, no de toda la gente y mucho menos la de los países mas libres y prósperos.

*** Jesús Banegas es presidente del Foro de la Sociedad Civil.