El escritor polaco Witold Szabłowski cuenta que en Bulgaria había una tradición ya desaparecida. Los gitanos adiestraban osos que bailaban para recibir limosnas de los transeúntes. El oso se mecía de un lado al otro al son de la música. Familias enteras vivían de esta habilidad. Entrenar a los osos no era fácil y éstos recibían golpes o golosinas para saber lo que tenían que hacer, una doma basada en los estímulos de Pavlov.

Una vez en San Petesburgo vi uno cuyo gitano vivía de las fotos que se hacían los turistas con él. En Bulgaria por la presión de los grupos animalistas esta tradición ha sido ilegalizada.

No es raro ver lo mismo en el género humano. Algunos hacen de gitano y otros de osos. Se trata salir a la calle y limosnear. En estas semanas los países “pedigüeños” de Europa están mostrando sus encantos ante los “países frugales”. Los pedigüeños son Portugal, Italia, Grecia y España (antes se llamaban PIGS, cerdos, por sus iniciales en inglés) a los que a lo mejor se une Francia.

Los países “pedigüeños” de Europa están mostrando sus encantos ante los “países frugales”.

Los “frugales”, Holanda, Austria, los nórdicos, … algunos de los que, incluso en la crisis financiera del 2008, tuvieron superávits públicos; gastaron menos de lo recaudado fiscalmente y aún ahorraron.

El Presidente Sánchez parece que ha recorrido miles de kilómetros para arrancar 140.000 millones de euros que necesita como agua de mayo. En realidad, no es el único presidente de Gobierno que lo está haciendo; otros también lo hacen a su estilo.

Uno es el primer ministro italiano, Giuseppe Conte. Son rondas de 'limosneros' aunque vayan vestidos con trajes caros y corbatas elegantes. Pero eso es solo la fachada. Si se les mira con detenimiento cada uno va disfrazado de una cosa.

Conte va de gitano, inteligente y pícaro, divertido y adulador, simpático y dicharachero, gondolero con su sombrero de cinta ondeante al viento ¿A quién le cae mal un personaje italiano? Es muy difícil que se te atragante.

El italiano Giuseppe Conte saluda a Ursula von der Leyen durante la cumbre de este viernes UE

Pero, además, lleva acompañantes que exhibe para distraer al personal. Unos divertidos y otros con pinta de serios, otros incluso de estar un poco enfadados. Todos tienen que hacer todo tipo de cabriolas para conseguir el dinero. Les ha enseñado a unos a moverse con gracia, a otros con cara de preocupación y a otros a llorar. Son como osos amaestrados. Disfraz que en la difícil tarea de limosnero le ha tocado a nuestro presidente. El de Sánchez es el disfraz de oso gruñón, osco, que muestra las heridas en su piel (cuentas públicas) para dar compasión y ternura.

El problema es que algunos de los espectadores están convencidos de que esas heridas se las ha infligido él mismo, además de las circunstancias. No ha habido un domador cruel que le haya apaleado.

Él ha aumentado los gastos indebidamente (subida de salarios públicos, jubilaciones, IMV, ERTE, planes de recuperación…). Es verdad que ha habido mala suerte con lo de la pandemia, pero los demás europeos piensan que ellos también la han sufrido y no están igual.

Así que vemos a Sánchez bailando frente a Merkel y Macron y llorando con el holandés y el sueco; arrinconado en la esquina del Consejo Europeo, acurrucado y mostrando a su ministra de economía, la señora Calviño, que en el circo europeo se había vestido de majorette para distraer al personal... Y ¡ni por esas!

Nadia Calviño, vicepresidenta económica del Gobierno.

A mí sí me da ternura Sánchez en su circuito europeo. No le echo en cara que haga de oso de Conte. Más bien le deseo éxito. Nos va mucho a todos en ello. Cuando escribo este artículo ya se rumorea que esta semana no iba a haber acuerdo. Recemos para que sea antes de agosto.

Sólo en ERTE el Estado español tiene un agujero de 44.000 millones (si se paran en septiembre, cosa que dudo). Por favor, presidente, danza lo que haga falta y ayuda a que tu gitano Conte consiga que entre dinero en la cesta petitoria.

Luego hay que tener cuidado y no malgastarlo, que el oso hace gracia la primera vez, da ternura la segunda, pero acaba cansando en la tercera. De hecho, en Bulgaria los ilegalizaron.

*** José Ramón Pin es profesor del IESE