En la fábula de La Fontaine la cigarra se encontró desprovista de comida, porque había estado cantando todo el verano sin pegar golpe. La hormiga tenía sus graneros llenos, había dedicado el estío a trabajar. Cuando la cigarra fue a pedir comida a la hormiga en el frío invierno le dieron con la puerta en las antenas y murió de inanición. Los Estados y las personas también son cigarras u hormigas. El invierno del coronavirus les ha pillado tal como se venían comportando.

Los Estados cigarras tienen un endeudamiento alto, alrededor o por encima de 100% del PIB, dificultades en manejar su déficit público y una economía basada en sectores 'alegres' de inversiones en I+D+i relativamente reducidos que produce gran desempleo en las crisis.

En los Estados hormiga la deuda es baja, por debajo del 60% del PIB, déficit público controlado y economía basada en sectores “serios” (a veces aburridos) con alta inversión y un I+D+i con valor añadido elevado lo que da lugar a un mercado laboral con puestos bastante estables, incluso en las crisis.

En este invierno coronavírico, los Estados como España han ido a pedir árnica financiera al hormiguero que se llama la UE.

España tiene una deuda del 100% del PIB, punto arriba, punto abajo; un déficit público descontrolado (este año se pronostica que será sobre dos cifras del PIB, más del 10%); una economía de bajo valor añadido y un desempleo que llegará con facilidad al 20% o más.

España ha tenido seis años de verano económico en el que sus Gobiernos alardeaban que crecían al doble de los países desarrollados de Europa. Por eso subieron los salarios de empleados públicos, pensionistas, elevaron el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) más de un 30% en tiempo récord y mantuvieron una Administración ineficiente. España es un Estado cigarra.

España ha tenido seis años de verano económico en el que alardeaba de crecer el doble que otros países

Holanda tiene una deuda del 50% del PIB (48% en 2019); un déficit público bajo: en 2019 el 1,7% del PIB y entre 2009 y 2015, en plena crisis financiera, tuvo superávit público todos esos años. Es decir, su Administración se apretó el cinturón.

Los Países Bajos son el segundo exportador mundial en productos agrícolas, gracias a su inversión intensiva y su I+D+i con universidades punteras en ese terreno. Una industria de software importantísima a la cabeza de la innovación; una gran capacidad logística (para toda Europa) y una producción impresionante en energías alternativas.

Su paro es el 3,4% de su población activa y para mayores de 25 años el 2,5%, prácticamente pleno empleo con altos salarios. Tanto que muchos holandeses prefieren trabajar a tiempo parcial de manera voluntaria porque su sueldo les permite vivir y dedicar una parte de su tiempo a otras actividades. Holanda es un Estado hormiga.

Puestas, así las cosas, no puede extrañarnos que la hormiga holandesa quiera darle con la puerta en las narices a la cigarra española y se oponga a que la UE le dé fondos financieros sin condiciones. Ante esa postura los políticos del sur acusan a países como Dinamarca, Suecia o la misma Holanda de insolidarios, antieuropeos, al grito de ¡Vivan las cigarras, mueran las hormigas!

No puede extrañarnos que la hormiga holandesa quiera darle con la puerta en las narices a la cigarra española

Bien es cierto que partimos de situaciones distintas. España llegó a la democracia en los años setenta y Holanda se benefició del plan Marshall después de la segunda guerra mundial. Sin embargo, después de más de cuatro decenios de estabilidad institucional democrática y los fondos europeos regando la península ibérica, las quejas españolas empiezan a ser escusas de mal pagador.

Por otra parte, parece injusto que las clases menos favorecidas de los Estados cigarras sufran las consecuencias de sus malos Gobiernos. Aunque los holandeses podrían decir que son los que han elegido sus pueblos y "todo país tiene el Gobierno que se merece".

El BCE y la Comisión Europea, con Madame Lagarde y Frau Ursula en sus cabezas, quieren regar de dinero la vieja Europa; proteger las cigarras frente a las hormigas. Tampoco es raro que el 'Tribunal Supremo' alemán haya puesto el grito en el cielo oponiéndose a que toda la zona euro se convierta en la Gran Cigarra ¿Quién ganará la batalla? A corto plazo no se sabe, pero a largo siempre ganan las hormigas.  

*** J. R. Pin Arboledas es profesor del IESE.