Como nos encontramos ante un escenario nuevo para todos, no es fácil aventurar lo que puede suceder en un futuro, pero sí debemos tener claro que lo más urgente es que el dinero circule para incentivar el consumo y la inversión, por lo que no parece el momento de aumentar la presión fiscal, al menos, hasta que las cosas vuelvan a una cierta normalidad, ya que de lo que hagamos hoy dependerá que nuestra recuperación sea más rápida o más lenta.

Si bien habrá que definir algunas cuestiones de gran calado, como el modelo industrial, el mercado de trabajo o el plan de inversiones, ya se podrían hacer, de forma perentoria, una serie de encajes normativos encaminados a reactivar nuestra economía para cuando superemos la crisis sanitaria.

Aunque creo que las medidas que se están tomando van, en su mayoría, por la buena dirección, se echa en falta algunas cuestiones importantes –como incentivar los acuerdos de refinanciación para las empresas y establecer un procedimiento sencillo de segunda oportunidad para personas físicas vulnerables y autónomos– que podrían ayudar a reflotar muchas empresas y particulares ante la avalancha de concursos de acreedores que se avecina en los dos próximos trimestres. Estimamos que podrían presentarse 50.000 concursos y que esta cifra podría aumentar con las sucesivas prórrogas del estado de alarma que están complicando la tesorería de muchas compañías, cifra excesivamente alta si tenemos en cuenta que, en todo 2019, el número de concursos fue de 4.000.

Se echa de menos incentivar los acuerdos de refinanciación y un procedimiento sencillo de segunda oportunidad

Desde el Consejo General de Economistas de España también entendemos que debería ampliarse el plazo de presentación del IRPF de 2019 y, sobre todo, del Impuesto sobre Sociedades, e introducir en ambos impuestos algunos cambios normativos, así como en el IVA y en el IBI.

También deberían flexibilizarse las condiciones exigidas para los ERTE de fuerza mayor; ampliar la moratoria en la devolución de los préstamos a pymes y autónomos afectados por el coronavirus, así como el periodo de amortización; potenciar la presentación de escritos y notificaciones por medios telemáticos y la facturación electrónica; y establecer un procedimiento de urgencia para que las deudas públicas del Estado con proveedores de bienes y servicios que sean pymes y autónomos se paguen de inmediato.

Para retomar el rumbo de crecimiento, también debemos evitar que se deteriore nuestro tejido productivo con la consiguiente pérdida de empleo y, para ello, necesitamos fortalecer nuestra industria, que antes de la crisis ya estaba perdiendo peso en nuestra economía.

En concreto, pasó de suponer el 18,7% de nuestro PIB en el año 2000 al 16% en 2018, datos que se acentúan en el caso de la industria manufacturera, que ha bajado del 16,2% al 12,6% en el mismo periodo, y su Valor Añadido Bruto, del 17,8% en el 2000 al 14% en 2018.

Por ello, para conseguir una economía saneada cuando superemos esta crisis del Covid-19, la hoja de ruta que debemos marcarnos en España debe tener como prioridad el fortalecimiento de nuestra industria para lograr que su peso en el PIB no se reduzca y mejore poco a poco hasta alcanzar en unos años al menos el 20% del PIB, en línea con la media de la zona euro.

Hemos de ser conscientes de que, sin una industria fuerte, es muy difícil sobrevivir, ya que esta mantiene el nivel de empleo más estable y con mayor productividad, además de ser un gran motor para potenciar la I+D.

Sin una industria fuerte, es muy difícil sobrevivir, ya que esta mantiene el nivel de empleo más estable

Además, tenemos que corregir nuestras debilidades, de las que cabe destacar el bajo esfuerzo en investigación y desarrollo, agravado por la escasa relación entre la universidad y la empresa, y la falta de cultura emprendedora; la dependencia del capital externo, que ha reducido el desarrollo de más multinacionales autóctonas; nuestra estructura empresarial, en la que predomina un tejido de pymes que por sus características experimenta un lento crecimiento de la productividad y una baja internacionalización –y que, como está evidenciando esta crisis, tiene una mucho menor capacidad de supervivencia–.

Lo mismo ocurre con los diseños de infraestructuras al margen de las necesidades del sector; las dificultades de oferta de factor humano con estudios técnicos y, finalmente, un cierto despilfarro de recursos por la falta de coordinación entre las diferentes Administraciones.

Debemos corregir un cierto despilfarro de recursos por la falta de coordinación entre las Administraciones

Por otra parte, me gustaría insistir en la necesidad de trasladar a la sociedad la denominada "cultura industrial" para facilitar el camino a una nueva generación de "emprendedores industriales" y convencernos a nosotros mismos de que la industria ayudará al desarrollo económico del país.

El modelo industrial ha cambiado. Hoy en día ya no pivota exclusivamente sobre enormes conglomerados empresariales, sino también sobre factorías de un tamaño más manejable –pero siempre de un cierto volumen– que les prestan servicios de apoyo, permitiéndoles producir series más cortas, personalizadas y con una gran especialización técnica.

Un país avanzado como el nuestro podría jugar un importante papel en la recuperación de la economía global tras esta crisis y no deberíamos despistarnos con disputas de perfil bajo que no contribuyen a la recuperación de la economía.

No deberíamos despistarnos con disputas de perfil bajo que no contribuyen a la recuperación de la economía.

Desde el Consejo General de Economistas de España entendemos que ha llegado el momento de centrarnos en cómo reconstruir el deterioro social y económico que esta pandemia causará indefectiblemente en España, atendiendo no solo al corto plazo, sino poniendo el foco de atención en intentar dibujar un posible escenario en el medio plazo.

También es importante que no decaiga el ánimo de los empresarios y de los equipos que lideran, ya que el papel que estos juegan en el desarrollo económico del país es fundamental.

*** Valentín Pich Rosell es presidente del Consejo General de Economistas de España.