El año 2019 ha ido un buen año para el sector fotovoltaico: 4.159 MW nuevos conectados a la red, 458 MW de autoconsumo y unas buenas expectativas que hacían que el debate se centrara más en medidas de control del posible exceso que de promoción. Parecía que nada podía entorpecer el futuro de un sector competitivo que estaba generando además crecimiento económico y empleo.

Sin embargo, como para dar la razón a Taleb y su teoría de los 'cisnes negros', nos ha afectado, como al resto de la sociedad, la actual pandemia del Covid-19. Afección difícil de medir todavía en toda su magnitud.

Las plantas operativas han seguido funcionando para garantizar el suministro de energía eléctrica a los ciudadanos, gracias al esfuerzo y riesgo de los operadores y técnicos de mantenimiento.

Las plantas en construcción se han visto afectadas desde el comienzo de las restricciones, por problemas logísticos y de retraso de componentes importados, llegándose a una parálisis total en la segunda fase de la aplicación de las medidas de emergencia.

Estas plantas van a sufrir importantes retrasos en sus fechas de conexión a la red, aunque no nos cabe duda de que todas se finalizarán, lo que unido a los retrasos en las tramitaciones administrativas y al no ser un año en el que pudiéramos tener un referente claro por la inexistencia de subastas, nos plantea serias dudas sobre el número de proyectos que se podrán conectar a la red.

El posible impacto más importante no está motivado de forma directa por las medidas restrictivas del trabajo, sino por el impacto que esta crisis está teniendo en los precios del mercado eléctrico. La importante caída en los precios a la que estamos asistiendo, ¿es un anticipo de lo que sucederá en el futuro cuando en lugar de por una caída de la demanda tengamos altos porcentajes de producción con renovable por el incremento de la oferta?

 La importante caída en los precios a la que estamos asistiendo, ¿es un anticipo de lo que sucederá en el futuro?

Ya estamos viendo un efecto inmediato por la presión hacia abajo de los precios por parte de los posibles firmantes de un PPA. Pero el impacto más importante puede venir por cómo los inversores y los bancos van a integrar esta información en su proceso de decisión. Por parte de las entidades financieras se está detectando un endurecimiento en las condiciones de los préstamos con una disminución del apalancamiento y una mayor demanda de garantías.

Pero en el corto plazo, es el sector del autoconsumo el que se ha visto más fuertemente golpeado, con una parálisis total de los proyectos, el retraso en la firma de nuevos contratos e incluso la cancelación de algunos ya firmados.

El modelo regulatorio de libre mercado que tenemos en España para el autoconsumo hace que el sector motor del mismo sean las pymes. Estimamos que alrededor del 70% de la potencia instalada se lleva a cabo en este sector. Sector que en su mayoría va a salir muy afectado de esta crisis, lo que nos hace plantear serias dudas sobre si van a preferir dedicar su capacidad de endeudamiento al autoconsumo o a su núcleo de negocio.

Si a esto le unimos el fuerte impacto que va a tener en el sector servicios y en la sociedad en general se nos plantea un escenario poco optimista en el corto o medio plazo. En el largo plazo confiamos en que se vaya a recuperar de acuerdo a la recuperación económica general.

Para asegurar el cumplimiento de la senda marcada en el PNIEC se hace necesaria la implementación de una serie de medidas paliativas. En el caso de las plantas en suelo sería deseable, para eliminar las incertidumbres que el modelo marginalista plantea, la organización de subastas en base a un precio fijo lo antes que fuera posible.

Esta medida se debe complementar con la aceleración de los procesos administrativos, que en la práctica significa que se cumplan los plazos marcados en las diferentes reglamentaciones, plazos de normal incumplimiento por parte de determinados organismos responsables de emitir autorizaciones, que se apruebe la nueva regulación sobre los puntos de acceso y conexión y el poder tener acceso a los diferentes programas de financiación preferencial.

En el caso del autoconsumo, donde lo que está en riesgo es la pérdida de un tejido empresarial que estaba empezando a formarse y un empleo cualificado necesario para el correcto desarrollo del sector, es más urgente la acción.

El plan de reactivación del autoconsumo tendría que pasar por un plan de incentivos fiscales temporales, limitados a un año, como la amortización acelerada de las instalaciones de autoconsumo para las empresas y un tipo de IVA reducido para los usuarios domésticos, la reducción del componente fijo de la tarifa eléctrica, la aceleración de las tramitaciones administrativa y en particular la exención de la licencia de obra, el acceso a financiación preferencial, la realización de una convocatoria para proyectos innovadores con cargo a los fondos FEDER, en el caso de Ceuta y Melilla, debido a sus particulares características, que esta convocatoria se debería extender a la generalidad de los proyectos de autoconsumo, y la realización de una campaña pública de promoción.

La energía fotovoltaica, por su capacidad de generar crecimiento económico y empleo, puede jugar un papel importante en el relanzamiento económico de nuestro país, pero es necesario tomar medidas para que el año del Covid no sea un año completamente perdido para el sector.

*** José Donoso es director general de UNEF.