Ha pasado más de un mes de confinamiento en el que hemos asistido con dolor al drama diario de las cifras crecientes de contagios y fallecimientos por el Covid-19. En el que hemos aparcado todos nuestros proyectos, en muchas ocasiones vitales, para concentrar nuestros esfuerzos en combatir a este enemigo común. Ahora, transcurrido ese tiempo, es el momento de repetirnos que no se puede caer en el desánimo.

No nos lo podemos permitir por todos aquellos que han sufrido el golpe de la enfermedad, por sus familias, y también por los que han dado lo mejor de sí mismos para que el sistema sanitario español en su conjunto, estuviera a pleno rendimiento. También a las fuerzas y cuerpos de seguridad y al gran conjunto de empresas y trabajadores que cada día se han puesto en marcha para abastecer a los ciudadanos y evitar que el motor económico desfalleciera.

Tampoco podemos olvidar los cientos de iniciativas que desde el sector privado han surgido y que vuelven a poner de manifiesto la solidaridad, la responsabilidad y el compromiso de nuestras empresas, las enormes sumas económicas que se han gastado en traer material sanitario y el logro de establecer corredores logísticos internacionales que han puesto a disposición del gobierno y que están permitiendo abastecer el país.

Lamentablemente, la crisis está durando lo suficiente como para que, aún desde el confinamiento de nuestros hogares, ya podamos tener unas primeras proyecciones del impacto económico que tendrá esta crisis. El departamento de Economía de CEOE estima que el PIB podría caer entre un 5% y un 9% este año, y que se podrían perder entre medio millón y casi un millón de empleos. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha publicado con posterioridad unas proyecciones que están en la misma línea.

La razón de esta caída es clara. A diferencia de otras crisis, el necesario confinamiento, en cumplimiento de lo indicado por las autoridades sanitarias, ha generado una crisis de oferta. Se ha decretado el cierre de muchas empresas, que por razones de seguridad no han podido ofrecer sus bienes y servicios, y ha quedado en evidencia, ahora que la normalidad se ha quebrado, que cientos de miles de empresas que en estos momentos están inactivas, son un generador indispensable de actividad y empleo en el que quizás no reparábamos.

Cientos de miles de empresas que en estos momentos están inactivas son un generador indispensable de actividad y empleo en el que quizás no reparábamos

Las empresas son el motor de la economía y la fuente de empleo, si ese parón nos ha llevado a una crisis económica, la reactivación de las empresas será el camino que nos llevará a una recuperación económica más rápida, a la deseada salida en V de la crisis.

La propia Organización Internacional del Trabajo en su informe de 7 de abril define cuales son los cuatro pilares fundamentales para salir de esta crisis: el primero el estímulo a la economía y el empleo, el segundo favorecer el mantenimiento de las empresas, el tercero la protección del trabajador en su lugar de trabajo y el cuarto la búsqueda de soluciones a través del diálogo social.

Por tanto, en esa llamada a no caer en el desaliento, desde CEOE insistimos en que somos el cauce para salir airosos de esta situación. Nos ofrecemos como tal, y como parte de la solución tendemos, una vez más, con lealtad institucional, nuestra mano al diálogo, sobre todo en el marco del propio diálogo social como ejemplo de consenso y equilibrio.

Es el momento de plantear una estrategia ordenada de salida, un plan de acción coordinado, también con el apoyo de la UE, para evitar el mayor cierre posible de empresas; para dar oxígeno a las que logren mantener su actividad, porque la economía no se reactivará de forma espontánea en el momento en el que se acabe el confinamiento; y para preparar el terreno para que los empresarios podamos volver a ser la fuerza impulsora de la economía. Esa es nuestra convicción y nuestra forma de contribuir al bien común.

Para ello, en el corto plazo es necesario aprovisionar de liquidez, financiación y garantías a través de avales y aplazamientos de cargas tributarias para empresas que, en muchos casos, llevan ya más de un mes sin ingresos, en línea con lo que han hecho otros países de la UE y con el compromiso de los empresarios de que estos aplazamientos y préstamos se devolverán íntegramente cuando la actividad se recupere, no se nos está regalando nada.

Nos ofrecemos como cauce para salir airosos de esta situación, y como parte de la solución tendemos, una vez más, con lealtad institucional, nuestra mano al diálogo

También es necesario que las empresas, más que nunca, tengan capacidad de adaptación al entorno, y por ello hemos demandado que la vía de los ajustes de las plantillas, para acompasarlas a los vaivenes de la actividad, sea la de los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) por fuerza mayor, todo el tiempo que sea necesario, dependiendo de la velocidad de la recuperación y que no se limite al tiempo que dure el estado de alarma.

Muchos sectores como el turismo, la hostelería o el comercio tendrán una recuperación mucho mas tardía y escalonada y los ERTES forman parte del marco de contingencias laborales para los que las empresas han cotizado toda la vida y precisamente para que, en momentos tan duros para el empresario como este, pueda disponer de esta cobertura durante el tiempo que sea necesario para favorecer la recuperación de su empresa y el mantenimiento del mayor numero de empleos posible.

Finalmente, estos esfuerzos deben ir acompasados con la protección de los colectivos más vulnerables que ha dejado esta crisis, de aquellos que pierdan su empleo y también para los autónomos y pequeños y medianos empresarios que, una vez han tenido que echar el cierre, se encuentran en la misma situación de inactividad y, en muchos casos, con deudas a sus espaldas.

El plan de salida de esta crisis debe contar con la participación de todos, siempre, tal y como consideramos desde CEOE.

El reto tiene unas dimensiones desconocidas hasta ahora, requiere generosidad y mucho sentido de estado, altura de miras, y por ello hemos estado en todo momento a favor de alcanzar acuerdos y buscar el máximo consenso a nivel político y económico, para que las decisiones que se tomen respecto a la salida de esta crisis, sean acertadas.

El reto tiene unas dimensiones desconocidas hasta ahora, requiere generosidad y mucho sentido de estado

Pero hablamos de un pacto diferente al que se llegó en su momento, a través de los Pactos de la Moncloa, cuando se definía un nuevo marco político después de la dictadura, actualmente y desde hace más de 40 años, tenemos un sistema constitucional de monarquía parlamentaria totalmente consolidado con el que los empresarios españoles nos sentimos muy bien y no nos gustaría que nadie intentase cambiar este modelo de estado, aprovechando esta situación de crisis sanitaria extraordinaria.

Los empresarios españoles junto con el resto del país vamos a seguir empujando para vencer al virus, para relanzar la economía y para hacerlo con todos, por todos y para todos.

*** Antonio Garamendi es presidente de la CEOE.