La semana pasada se planteó una posible reedición de los Pactos de la Moncloa. Firmados en 1977 reconstruyeron la economía española. Los instrumentó Enrique Fuentes Quintana, vicepresidente económico del Gobierno Suárez y catedrático. El diagnóstico era, entre otros, el riesgo de inflación salarios/precios. Espiral diabólica por la que se subían los salarios en los convenios en función de la inflación anterior más algo por productividad.

A continuación, los empresarios, para seguir con beneficio, aumentaban los precios un poco por encima de los salarios, lo que hacía subir los salarios el siguiente año, que llevaba a un nuevo aumento de los precios… y así hasta tener cifras de inflación de dos dígitos y el riesgo de una economía de hiperinflación al estilo sudamericano.

Los Pactos de la Moncloa cambiaron esa espiral, consiguiendo que la subida de salarios no fuera en función de la inflación anterior (la histórica), sino en la prevista por el Gobierno al año siguiente, siempre inferior. Con ello se invirtió la espiral salarios precios y se saneó la economía. Eso supuso una reducción de las rentas del trabajo. Lo que se compensó con partidas sociales en el presupuesto financiadas por una reforma fiscal. A partir de entonces nuestra clase media aprendió que hay que pagar impuestos progresivos (más porcentaje los que tienen más rentas).

Junto con su lógica económica los Pactos de la Moncloa tenían su lógica política. Fueron pactos políticos, no de agentes sociales. CEOE y sindicatos no estaban en la mesa, aunque influían. La confianza entre los líderes de los partidos era muy superior a la actual.

Los conflictos territoriales estaban en vías de solución. Se estaba negociando una Constitución por consenso que hacía viable el acuerdo económico. Fuentes Quintana tenía prestigio entre sus colegas economistas de los partidos, algunos eran compañeros de facultad y habían sido alumnos suyos (Ramón Tamames del PCE). Además, era independiente, nunca militó en la UCD de Adolfo Suárez, el presidente más hábil en el trato personal de la democracia española.

Junto con su lógica económica los Pactos de la Moncloa tenían su lógica política. Fueron pactos políticos, no de agentes sociales

Visto estas condiciones la pregunta es: ¿Existen las condiciones económicas y políticas para reeditar unos nuevos pactos de la Moncloa?

Primero: el diagnóstico económico es distinto. El problema actual de la economía española no es la inflación, desaparecida en Europa a pesar de las inyecciones de liquidez de BCE; las que ha hecho hasta ahora y las que se espera que haga en lo que queda del año junto con los créditos del MEDE (Mecanismo de Estabilidad Europea).

Hoy la enfermedad de nuestra economía a corto plazo es la debilidad de la demanda. El turismo no vendrá este año lo que, junto con el desempleo, reducirá el consumo. El sector exterior estará débil porque lo estarán nuestros compradores. Sería necesario un fenomenal aumento de la inversión pública y privada para compensar esa debilidad de la demanda.

Pero a medio plazo, el problema de la economía española es el déficit público y el endeudamiento de las Administraciones, con un sistema fiscal que ahoga a la clase media, al empresariado autónomo y PYMES.

¿Vemos a nuestros políticos, incluyendo a Podemos, aplicando una terapia adecuada a este diagnóstico?: Inversión productiva, contención de costes, bajada de impuestos, reducción del gasto y endeudamiento; y si las condiciones económicas son distintas, no digamos las políticas ¿Algún líder inspira la confianza de los demás partidos? ¿Están los independentistas dispuestos a, por lo menos, aplazar sus reivindicaciones territoriales en aras a la reconstrucción económica y social? ¿son capaces entre todos de preparar un plan económico y social de futuro con suficiente consenso?

¿Algún líder inspira la confianza de los demás partidos? ¿Están los independentistas dispuestos a aplazar sus reivindicaciones?

En las respuestas a estas inquietudes están las dificultades de unos nuevos Pactos de la Moncloa o de Reconstrucción. No parece que Pedro Sánchez, un Presidente amarrado al poder y capaz de maniobras de cualquier tipo, tenga el respeto de los otros líderes que tuvo Suárez en aquellos tiempos. Tampoco da la impresión que haya una figura económica con poder como Fuentes Quintana.

¿Sería necesario un nuevo tipo de Gobierno para crear las condiciones políticas, el diagnóstico y la terapia económica adecuada? En todo caso el Gobierno actual tendrá que apechugar con su responsabilidad.

*** José Ramón Pin Arboledas es profesor del IESE y exdiputado de UCD.