La situación a nivel mundial que se está viviendo a raíz de la pandemia del Covid-19 es ciertamente inaudita. Lo que está sucediendo a nuestro alrededor supera lo imaginable, tanto por su impacto en nuestra sociedad como por la velocidad a la que se ha desarrollado. La epidemia ha modificado nuestra vida y la de nuestras familias, y aunque sin duda la superaremos, tardaremos tiempo en volver a nuestra vida habitual.

Nuestro espejo de cara al futuro es lo que está sucediendo en China, el país donde se originó la pandemia del Covid-19, y donde la actividad económica está poco a poco empezando a recuperar la normalidad.

Pero incluso en este país se tardará bastante tiempo en recuperar los niveles pre-crisis; primero, porque gran parte de la producción china todavía se destina a los mercados extranjeros, actualmente en recesión y, segundo, porque incluso aunque se levanten las medidas de confinamiento paulatinamente, se tardarán meses en recuperar la confianza suficiente como para que los ciudadanos vuelvan a la normalidad (asistencia a cines, teatros, restaurantes…). Pese a todo ello, es probable que veamos un rebote del crecimiento en el segundo trimestre del 12% frente a caída del -10% en el primer trimestre.

Una pauta similar, aunque con retraso, esperamos para EEUU y Europa. En media, se espera una caída de las principales economías occidentales de entre el -4% y el -9% en el conjunto del año 2020. Sin embargo, en 2021 se debería producir una recuperación importante de la actividad (de entre el 4% y el 6%). Todo ello asumiendo que repetimos el calendario de recuperación de China, es decir, que las medidas de contención empiezan a reducirse a mediados de mayo y que la economía vuelve más o menos a la normalidad a partir del tercer trimestre, gracias en gran medida a las ingentes medidas monetarias y fiscales.

Lamentablemente, el mundo se recuperará del Covid-19, pero tardará años en volver a los niveles de riqueza existentes antes de la pandemia. En otras palabras, aunque la actividad remontará, el mundo post Covid-19 será un mundo diferente.

El mundo se recuperará del Covid-19, pero tardará años en volver a los niveles de riqueza existentes antes de la pandemia

En primer lugar, las numerosas medidas de apoyo fiscal puestas en marcha a nivel mundial van a implicar elevar todavía más los niveles de deuda (que ya estaban muy altos), limitando el crecimiento potencial de los distintos países. Además, gran parte de esta deuda estará en los balances de los bancos centrales que, por su propio interés, tendrán que mantener muy bajos los tipos de interés (si no se arriesgarían a tener fuertes impagos de dicha deuda). En el medio plazo esperamos, por lo tanto, que la política monetaria siga extremadamente laxa, con tipos muy cerca del 0%, con el consiguiente coste para la rentabilidad de nuestro ahorro.

En segundo lugar, y poniendo el foco en el largo plazo, es muy posible que la crisis actual acelere todavía más el fenómeno de digitalización, sobre todo en el mundo laboral y educativo. También es posible que se cuestione de alguna manera el modelo de producción global de las grandes multinacionales, así como la propia globalización.

Por último, desde un punto de vista geopolítico es posible que la influencia de China crezca en el mundo post Covid-19. En cuanto a Europa tendremos que estar muy atentos a las soluciones adoptadas con respecto a los países que más están sufriendo esta crisis, Italia y España. Si no se aplican soluciones generosas, es posible que se produzcan turbulencias en los mercados en el futuro, así como un repunte de los extremismos políticos.

Si no hay soluciones generosas en Europa, es posible que se produzcan turbulencias en los mercados y extremismos políticos

¿Y qué pasa con España?

Nuestro país está siendo, lamentablemente, uno de los más castigados por la pandemia (elevado peso del sector servicios, como por ejemplo el turismo). Según los primeros cálculos de los analistas de Deutsche Bank, la economía española podría sufrir una caída trimestral de la actividad del -17% en el segundo trimestre, para luego remontar un 10,5% en el tercer trimestre. El efecto en el conjunto del año supondría pasar de crecer un 1,6%, como se estimaba inicialmente, a caer más de un 7%-8%. La buena noticia es que en 2021 volveríamos a crecer, con cifras del 5% para España y también para la Eurozona.

La crisis tendrá, lamentablemente, un coste muy alto en los ya elevados niveles de desempleo de nuestro país, aunque previsiblemente temporal (ERTEs). Y también sobre los niveles de deuda. Aunque sin duda el país más afectado será Italia (donde los niveles de deuda/PIB pueden acercarse al 160%), en España, podríamos llegar al 115% en 2021. De ahí la importancia de que los tipos de interés se mantengan en niveles extraordinariamente bajos, pues es necesario que los países puedan financiar dicha deuda.

Respecto a los mercados financieros, lo mejor que podemos hacer como inversores es analizar de manera fría qué es lo que ha ocurrido en anteriores caídas bursátiles. Lo que nos encontramos al echar la vista atrás es que siempre que ha habido caídas drásticas, se ha producido un rebote posterior. Por lo tanto, mi mejor recomendación es mantener la calma, no tomar decisiones precipitadas y esperar que veamos más pronto que tarde la luz al final del túnel.

*** Rosa Duce es economista Jefe de Deutsche Bank España.