En el año 2012, cuando España se encaminaba al abismo financiero por la pandemia económica que supuso la quiebra de Lehman Brothers, era común entre los economistas comentar que el país debía superar una crisis económica y otra política. Siete años después, la primera había pasado -sin corregir todas las vulnerabilidades-, pero la segunda sigue vigente.

Tanto es así que el país se enfrenta ahora a una situación mucho peor por las vidas humanas que hay en juego y vuelve a pecar de lo mismo: actuar tarde. Es posible que si España hubiera contado con un Gobierno fuerte y unido, los grandes eventos y manifestaciones del 8-M se hubieran aplazado ante el claro mensaje que se estaba lanzando desde Italia sobre los efectos devastadores para el sistema sanitario de un virus que se propaga a gran velocidad y para el que todavía no hay vacuna.

Las crisis son oportunidades y esta no es distinta. Circula por whatsapp una reflexión ya viral del psicólogo italiano F. Morelli que nos recuerda cómo el coronavirus nos ha obligado a estar más con nuestros hijos, cuando nos quejábamos de la conciliación, a contaminar menos, cuando hablábamos del cambio climático... En el caso de la política española, creo que se puede añadir, que el Covid-19 ha obligado a aparcar las diferencias para volver a acercar posturas entre Pedro Sánchez y su oposición.

Tanto es así que podría abrirse el camino de que el Congreso saque adelante unos nuevos Presupuestos Generales del Estado (PGE) diseñados para frenar el coronavirus pero que fuera apoyado por un partido como C's sin necesidad de que se pronuncie otro como ERC al que España, le "importa un comino". 

En este nuevo escenario, los empresarios quieren liderar otro movimiento: el del liderazgo de la sociedad civil. Y por primera vez están en condiciones de hacerlo junto a los sindicatos, que han demostrado estar a la altura al consensuar un documento de propuestas para exigir medidas al Gobierno que salvaguarden las empresas, sin las cuales no habría trabajadores a los que defender.

Incluso desde UGT, Pepe Álvarez, mostraba su apoyo a que se aprueben unas cuentas públicas de consenso para que el Gobierno cuente con los máximos recursos posibles para frenar esta pandemia que en pocos días habrá infectado a 10.000 españoles (con los datos oficiales, sin ellos, probablemente, a muchos más).

La Comunidad de Madrid anunciaba este viernes el cierre de sus restaurantes, terrazas y comercios. Tras el drástico anuncio, el presidente de Madrid Foro Empresarial, Hilario Alfaro, aseguraba en una conversación con este periódico que la prioridad era vencer el virus y que los empresarios madrileños apoyarán cualquier medida que permita atajar los contagios lo antes posible. 

Alfaro reclamaba "unidad" y hacía una declaración de intenciones al afirmar que se intentaría acotar al máximo los despidos en una situación como esta. Su tono, casa con el del presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, que pese a las limitaciones del plan de choque económico que anunció el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el pasado jueves, emplazó a esperar al entender que la situación y la dinámica de la enfermedad complican la toma de decisiones del Ejecutivo. Pese a la asfixia empresarial, Garamendi recordó que para legislar es necesario respetar unos plazos, aun en casos de emergencia.

La unidad y el consenso vuelven a hacerse hueco en la esfera política y social española. Cuando se venza el Covid-19, las lecciones de esta crisis no deberían olvidarse.