La transición energética y la lucha contra el cambio climático se han convertido en vectores de gran influencia social y económica. Pues bien, la financiación sostenible es, en cierto modo, el corazón de este proceso y la actividad que canalizará los recursos financieros hacia los proyectos empresariales destinados a lograr una economía y una energía y unos recursos más limpios y renovables, y un entorno de creciente responsabilidad y prácticas más justas y más éticas.

Sectores como la energía, las infraestructuras, transporte y movilidad, operadores de agua, etc., así como sus empresas e instituciones están recibiendo todo tipo de 'inputs' y presiones para acelerar la generación de energía o el desarrollo de su actividad mediante procesos respetuosos con el medioambiente. Estas presiones que adquieren cada vez más un sentido de urgencia ante los daños que se están observando en la naturaleza y el creciente número de catástrofes naturales y riesgos. 

Lógicamente, la industria financiera está recibiendo del mismo modo numerosas presiones para aumentar sus esfuerzos e impulsar la canalización de recursos hacia este tipo de proyectos, de modo que las entidades bancarias y financieras están tomando mayor conciencia de sus trascendental papel en este terreno, conciencia que ha saltado ya desde posiciones directivas intermedias hasta instalarse en la alta dirección de estas entidades, lo que hace prever que en pocos años se intensificará su actividad en la financiación sostenible.

Presiones de los reguladores pero también del BCE y ESMA

En el caso de Europa, las presiones están llegando al sector financiero por los reguladores, la Comisión y el Parlamento europeos, pero también desde el Banco Central Europeo (BCE), que comienza a intervenir en este terreno. No sólo está enviando mensajes a estas entidades para que favorezcan la actividad crediticia y de asesoramiento en los mercados de capitales de cara a la financiación de proyectos sostenibles, sino que además ha comenzado a intensificar su vigilancia y sus controles sobre la gestión que estas entidades deberán realizar en cuanto a los riesgos climáticos directos y los asociados a la transición energética, a los que ya considera como riesgos financieros. 

"Este proceso podrá tener una traducción en términos de incentivo o penalización en los costes de capital y recursos de los bancos"

Este proceso podrá tener una traducción en términos de incentivo o penalización en los costes de capital y recursos de los bancos, en función de la intensidad con que los bancos se lo propongan, factor de no poca importancia a la hora de orientar la estrategia de estas entidades en este terreno.

Algo similar está ocurriendo por parte del Supervisor Europeo de los Mercados de Capitales, ESMA, que parece haber tomado esta cuestión como una prioridad para el año 2019 y los siguientes, integrando la vigilancia y análisis de los factores medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG) en MIFID II y otras directivas relacionadas con el ámbito de la protección de los inversores y el control y supervisión de las gestoras de carteras y fondos.

Precisamente, entre los Inversores institucionales y gestores de fondos de inversión lideres comienza a extenderse la necesidad de aumentar el peso de los activos verdes y sostenibles en sus carteras y, en muchos casos, a sensu contrario, reducir el peso de los activos 'sucios', y son ya numerosos los que han comenzado a desinvertir en mayor o menor cuantía en compañías o activos relacionados con los combustibles fósiles y el carbón.

Este proceso de reducción de activos contaminantes de sus carteras y de mayor agregación de activos bajo criterios de sostenibilidad (ESG) se está traduciendo también en que las agencias de rating ya han incluido estos factores en sus análisis y comienzan a lograrse algunas reducciones del coste de generación y emisión en activos de renta fija verde o créditos verdes, y mejores rendimientos a medio y largo plazo para los inversores, sin olvidar el componente reputacional que tiene para todos los que participan en la industria financiera sostenible de cara a sus accionistas, 'stakeholders' y la sociedad en general.

Nace el Observatorio Español de la Financiación sostenible

Se hace muy necesario impulsar el encuentro y la colaboración entre los responsables de la financiación de este tipo de proyectos y las entidades financieras, algo a lo que queremos contribuir los que hemos participado en la creación del Observatorio Español de la Financiación Sostenible, tratando además de dar voz a los profesionales financieros en el relato general de la sostenibilidad, para la que juegan una tarea vital.

Porque, al igual que ya existen y se está avanzando e innovando a gran velocidad en las tecnologías para la generación de energía limpia y sostenible, en el ámbito de la financiación sostenible existen también ya numerosas fórmulas y productos en los mercados de capitales, no sólo los bonos verdes como icono de estas nuevas formas de financiarse, sino también bonos sociales y sostenibles, cuyos emisores son normalmente entidades regionales o municipales para financiar proyectos sociales (en España, el Gobierno vasco, la Comunidad de Madrid, Gobierno de Navarra, Ayuntamiento de Barcelona), titulizaciones verdes; project bonds, y, en las entidades bancarias, a través de los créditos verdes o sostenibles, y otras fórmulas como pueden ser los Power Purchase Agreement (PPA), fórmula esta última que puede alcanzar una importante cuota en nuestro país con el impulso a la energía renovable que ha iniciado el Gobierno. 

"Existe un importante déficit de financiación sostenible que llegaría al billón de dólares anuales a escala global"

Es cierto que existe un importante déficit de financiación sostenible que, según diversas fuentes, podría estar rondando en Europa los 200.000 millones de dólares anuales y llegaría al billón anual a escala global, pero las cosas pueden cambiar a medida que las entidades financieras son conscientes de su importante papel a la hora de contribuir a paliar este déficit, que no es otra cosa que contribuir a frenar el calentamiento global y cumplir los Objetivos del Acuerdo de Paris y los ODS de Naciones Unidas, que ya reclaman un ritmo más acelerado y una mayor urgencia.

La taxonomía de la UE, cuyo primer documento acaba de ver la luz hace escasamente un par de semanas, puede contribuir en gran medida a este impulso, estableciendo el elenco de proyectos y actividades empresariales elegibles para acudir a la financiación sostenible y facilitando el camino para estandarizar procesos de cara a las entidades financieras, los emisores y los inversores.



* Juan Carlos Villanueva es Secretario General del Observatorio Español de la Financiación Sostenible

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