El plan de descuentos en las tarifas del transporte público ya está aquí. Hoy se pone en marcha uno de los pilares del plan con el que el Gobierno de Pedro Sánchez pretende amortiguar el impacto del alza de precios en la economía de las familias españolas. Una serie de actuaciones que durarán, en principio, hasta final de año y que se espera tengan un enorme impacto tanto en el día a día de los ciudadanos como en el de los operadores de movilidad de las ciudades españolas.

La medida, nunca antes aplicada en la historia del transporte público español, va a permitir a los usuarios utilizar los servicios de Cercanías de forma gratuita y, además, contar con cuantiosos descuentos en el resto de servicios de transporte colectivo. Un cambio radical que, ante la falta de experiencias similares, ha disparado los niveles de incertidumbre en el sector. 

Un reto ingente para las empresas de este sector que está suponiendo un gran rompecabezas para sus gestores. Dos preocupaciones destacan por encima del resto: la hora punta y la optimización de frecuencias. En primer lugar, se espera que los niveles de afluencia superen los de 2019 en las franjas horarias más concurridas del día. Los operadores de servicios ferroviarios prevén unos primeros días con arranques de jornadas muy complejas. 

[Así se han recuperado de la Covid el autobús y el tren de Cercanías antes del plan de descuentos del Gobierno]

Desde el sector creen que la afluencia en las jornadas de hoy y mañana exigirá un aumento en la atención al cliente muy grande ante las aglomeraciones y las peticiones de información en las ventanillas. Tras un descenso durante el fin de semana y una siguiente semana de aumento gradual, una fecha está marcada en todos los calendarios: el 12 de septiembre. El arranque del grueso del curso universitario hace que se estime que durante esa jornada se alcanzará el pico en el uso masivo de los descuentos y los servicios gratuitos, sobre todo, entre los universitarios. 

El reto del mantenimiento

Así como la hora punta destaca como el principal quebradero de cabeza en el corto plazo, en el largo las preocupaciones giran en torno al mantenimiento. El potencial incremento de afluencia va a tensionar los momentos iniciales de las jornadas. Un periodo en el que las frecuencias ya están a su máximo nivel y que, para evitar incidencias, va a ser clave minimizar los riesgos de averías o incidencias.

La optimización de frecuencias se presenta como un elemento clave. En este sentido, los servicios de mantenimiento de los trenes esperan que se intensifiquen sus cargas de trabajo ante el tremendo estrés al que se va a someter al material rodante. Una cuestión en la que será clave el factor humano.

Las plantillas tanto en los equipos encargados del mantenimiento como en las de los maquinistas llegan a este cambio de tarifas sin aumentar sus recursos o plantillas. Una cuestión en la que preocupa la evolución con el paso de los meses y, sobre todo, se teme una prórroga de estas medidas para 2023.

En este caso desde los representantes de los trabajadores se señala que será muy necesario contar con un plan de refuerzos y de agilización de bajas y jubilaciones. Una caída en el número de efectivos tendría un efecto muy negativo en un momento en el que todos los recursos van a tener que ser optimizados al máximo.

Cambios modales

Pero las preocupaciones no vienen sólo por el potencial aumento en la demanda. La incertidumbre también gira sobre la posibilidad de que los usuarios dejen de usar servicios con menores descuentos para pasar a utilizar los gratuitos. Este es el caso de los Cercanías ferroviarios y en autobús.

El plan aprobado por el Gobierno va a provocar que convivan rutas operadas en tren totalmente gratuitas con rutas operadas en bus que sólo tendrán descuentos parciales. Desde el sector del transporte de pasajeros por carretera se lleva semanas alertando del efecto que esto puede tener en los servicios ante el gran número de rutas en las que actualmente operan en los medios de transporte.

En este caso, el miedo gira sobre la posibilidad de que usuarios del autobús pasen de forma masiva a desplazarse en tren. Un cambio que tendría un impacto muy profundo en las cuentas de las empresas que podría tensionar mucho su liquidez. 

Una situación que ya será difícil de asumir durante los cuatro meses en los que los descuentos del Gobierno estarán en marcha pero que tendría efectos muy negativos en el caso de que el plan se alargue a lo largo de 2023. Una posibilidad que, de confirmarse, movilizará en bloque al sector. 

Superar los niveles de 2019

A nivel operativo, el reto para el sector del transporte será volver a los niveles de utilización de 2019 con el contexto de 2022. Los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) señalan que la utilización del transporte público sigue sin recuperar los niveles previos al estallido de la pandemia del coronavirus.

En concreto, durante el pasado mes de junio, último mes en el que tanto la actividad estudiantil como laboral no nota el descenso que llega de la mano del periodo estival, el transporte público alcanzó un 88,84% de los pasajeros transportados en el mismo mes de 2019. Un nivel que, según los expertos, permitía predecir que, con la aplicación de descuentos, los volúmenes de pasajeros transportados superaran los niveles pre-covid. 

Además de la recuperación respecto a 2019, también es importante destacar el incremento de pasajeros que ya supone el mero hecho de pasar de agosto a septiembre. Desde Renfe apuntan que, las cifras históricas señalan que durante el mes de agosto tradicionalmente los Cercanías transportan un 25% de pasajeros menos que en septiembre.

En este sentido, los datos del arranque de la semana en la Comunidad de Madrid también muestran un aumento cercano al 10%. En concreto, el pasado lunes se alcanzaron los 2,76 millones de pasajeros frente a los 2,51 millones del lunes anterior. 

Diferentes objetivos en el horizonte

Así las cosas, los próximos meses se presentan como una prueba de fuego para el conjunto del sector de la movilidad. El plan de reducción de tarifas promete tener un efecto importante en la operativa de empresas y ciudadanos. Una serie de distorsiones que tendrán una avaluación final muy diferente dependiendo de los objetivos que alcance el plan del Gobierno. 

El primero y más evidente tendrá que ver con el ahorro que supondrá para las familias españolas. Los datos de Renfe señalan que la operadora ha expedido más de 316.000 abonos para utilizar los servicios de Cercanías y Media Distancia de forma gratuita. Los usuarios que regularmente utilizan estos servicios disfrutarán de un respiro en sus cuentas de, al menos, cuatro meses. 

Donde existen más dudas es en si esta medida provocará que los ciudadanos utilicen menos el coche y opten más por el transporte público. Tanto las previsiones de la industria como los datos de la puesta en marcha de un bono de 9 euros para utilizar el ferrocarril en Alemania señalan que el efecto sobre el uso del coche es mínimo. 

Por último, destaca uno de los objetivos menos evidentes y, a la vez, más importantes para el Gobierno. El impacto que tendrá en la ralentización de la inflación. Un freno que en Alemania han cuantificado en 0,7 puntos y que tendría un efecto multiplicador para las cuentas públicas españolas. Sea como fuere, el transporte público español hoy entra en una senda desconocida. Un recorrido de, al menos, cuatro meses que servirá para conocer los límites tanto del servicio como del apetito de los españoles por subirse al transporte colectivo.