Los productos de inversión continúan siendo una de las asignaturas pendientes de los españoles. Según la última Encuesta Internacional de ING sobre Ahorros, el 30% de los españoles no tiene ningún producto de inversión. A pesar de que, en el actual entorno de bajos tipos de interés, podrían ser una buena alternativa para obtener rentabilidad, el 21% sigue prefiriendo invertir sus ahorros en depósitos y el 29% en vivienda como principal instrumento de ahorro a largo plazo. 

De este modo, aunque la economía cambia (en los últimos quince años los depósitos y la vivienda han dado una rentabilidad real negativa o nula), la forma en la que los españoles invierten sus ahorros no ha variado.

Seguimos inviertiendo en ladrillo y depósitos, pero nos olvidamos de otras muchas oportunidades que plantea el mercado. 

En este contexto, ING analiza las razones más comunes que llevan a los españoles a no invertir o a no saber planificar una estrategia que se adecue a sus necesidades.

El dinero, en la cuenta 

Según los datos recogidos en la encuesta, el 37% de los españoles cuando pensamos en invertir teme perder su dinero. Este puede ser uno de los motivos por los que mantener los ahorros en una cuenta corriente sigue siendo muy común en nuestro país. 

Pero en contra de lo que comúnmente se cree, provoca el efecto contrario. Debido a la inflación, los ahorros pierden valor de forma constante a lo largo del tiempo. Por ejemplo, 10.000€ depositados en una cuenta o en un depósito a un año han perdido el 18% de su valor en los últimos 15 años. De este modo, el dinero en la cuenta pierde valor constantemente. 

¿Qué perfil tengo?

Al existir una gran variedad de fondos de inversión, a la hora de elegir hay que tener en cuenta varios factores que determinarán nuestro perfil de inversor: nuestros conocimientos sobre finanzas, la rentabilidad que se espera obtener, el riesgo que queremos asumir, el horizonte temporal de la inversión y las necesidades de disponibilidad del dinero invertido. 

Cortoplacistas

A largo plazo la economía global crece y este comportamiento alcista lo replican también los principales índices bursátiles. Por ello, cuanto mayor sea el plazo de nuestras inversiones, más nos podremos aprovechar de esta tendencia sin tener que preocuparnos de las etapas inevitables en las que los mercados bajan. Planificar la inversión pensando en el largo plazo es clave para obtener rentabilidades. 

Invertir con un experto

Los resultados de la encuesta muestran que el 36% de los españoles, cuando pensamos en invertir preferimos hacerlo de la mano de un experto. Como resultado, más de la mitad de los españoles (55%) que cuentan con un fondo de inversión se decantan por la gestión activa. Sin embargo, los datos de entradas y salidas netas del Ibex 35 desde 2013 demuestran que la mayoría de los inversores no acertaron con el momento más adecuado de su inversión, compraron caro y vendieron barato. Por ello, lo más recomendable es invertir en el largo plazo sin tomar decisiones puntuales ante los vaivenes inevitables del mercado. 

La bolsa, arriesgada

De nuevo, nos encontramos ante otro error dado que, en el largo plazo el riesgo de pérdida desaparece casi por completo. En periodos largos la probabilidad de sufrir pérdidas se reduce hasta convertirse en insignificante—el principal índice de bolsa mundial nunca ha sufrido pérdidas en un periodo de 10 años—mientras que la probabilidad de obtener la rentabilidad media a largo plazo (un 6,5% anual en el caso de la bolsa mundial) se incrementa hasta acercarse al 100%. 

Pocos productos

Diversificar hace que el riesgo disminuya. Una buena diversificación nos permite beneficiarnos de interesantes oportunidades de inversión que no se limitan a la zona geográfica más cercana a nosotros y capturar las diferentes velocidades de crecimiento con activos que no se comporten siempre en el mismo sentido o con la misma intensidad. 

Futurólogos

En general, los pequeños inversores actuamos con retraso con respecto al mercado porque tendemos a comprar después de que un activo haya subido y vendemos una vez que pierde valor. 

Por ello, lo mejor es mantenernos con la cabeza fría: comprar poco a poco y no vender en momentos de pánico. Si hemos diversificado lo suficiente, siempre será mejor mantenernos quietos, pensar en el largo plazo y no variar la estrategia por la volatilidad del mercado. 

Hace falta dinero

Para empezar a invertir no es necesario contar con una cantidad muy alta de dinero. La clave está en ser constantes y realizar aportaciones periódicas. 

Una buena práctica es reinvertir los rendimientos obtenidos de nuestra inversión (dividendos o intereses). Esto permite que la nueva rentabilidad actúe tanto sobre la inversión inicial como sobre los rendimientos conseguidos, lo que genera un comportamiento exponencial y nos podemos beneficiar de la llamada capitalización compuesta.

Perezosos

Nuestra cultura financiera nos hace pensar que invertir es cosa del futuro y no tenemos en cuenta que la clave a la hora de rentabilizar nuestros ahorros es el tiempo. Cuánto antes empecemos a invertir, por poco que sea, más aprovecharemos los beneficios de la capitalización compuesta. Empezar con 25 o con 40 años puede suponer una gran diferencia de rentabilidad en el largo plazo.

Falta de conocimiento

A la larga, menos comisiones suponen más ahorro, pero más de la mitad de los españoles (54%) reconoce no saber si sus fondos de inversión tienen comisiones o no. Además, según los datos de la encuesta de ING, el 36% cree que solo le cobran comisiones cuando compra o vende, el 27% piensa que sus fondos no tienen comisiones y solo el 25% afirma que es consciente de que su fondo tiene comisiones que les descuentan del valor liquidativo.