Jardines verticales y cubiertas ajardinadas son conceptos de moda.  Pero más allá de los simples términos, hay una realidad: tienen ventajas medioambientales.

Hasta el momento su uso se limita a edificios singulares como museos, universidades o construcciones que se definen directamente como sostenibles.  Pero, ¿será la tendencia en los edificios residenciales? Un simple cerramiento verde, por ejemplo, supondría un ahorro importante para los bolsillos de los propietarios. Menos calefacción y aire acondicionado 

Desde el punto de vista térmico, una cubierta ajardinada ayuda a mejorar el aislamiento. Tanto la capa vegetal como la capa de tierra suponen un aislante natural. Durante el verano, la capa vegetal funciona de barrera frente a los rayos solares y reduce drásticamente la temperatura del forjado que luego se transmitiría a la vivienda. Además, dentro de los jardines verticales, existen los llamados jardines activos que están conectados directamente a la red de refrigeración por aire del edificio reduciendo el consumo de energía necesario al utilizar el aire ya tratado por las plantas del jardín.

Durante el invierno, para bajas temperaturas, la capa de sustrato es la que mejor funciona como aislante reduciendo las pérdidas de energía del interior al exterior. Las cifras son importantes, con estas cubiertas se puede conseguir una temperatura interior de unos 23 grados cuando en el exterior supera los 30 grados.

Orientación de la vivienda

Otro punto que incide en el gasto energético es la orientación de la vivienda. Determina el consumo energético de calefacción, aire acondicionado e iluminación. En las zonas frías es mejor sur, oeste o suroeste con el fin de ahorrar calefacción.  Por el contrario, en las zonas cálidas, mejor la sureste (las fachadas al oeste reciben el sol en las horas de más calor). Obviamente, además de la orientación, instalar un toldo puede reducir la temperatura interior entre dos y cinco grados. Esto supone ahorro energético y económico.

Mayor duración y menos mantenimiento

Una cubierta ajardinada puede incluso llegar a durar tres veces más que una cubierta tradicional. En un tejado o fachada corriente los materiales se ven más expuestos a las inclemencias meteorológicas. Además, los grandes cambios de temperatura que provocan fisuras se ven reducidos gracias al aislamiento vegetal. Por tanto, el deterioro es mucho menor y el gasto en mantenimiento se reduce de forma significativa.

Además de estos ahorros claramente tangibles, una cubierta vegetal o un jardín vertical aportan un valor añadido a un edificio, contribuyendo a que sea considerado ecológico y aporta una estética muy valorada.

Aislamiento

Otro factor que influye de forma muy importante en el gasto energético de una vivienda es el aislamiento. Un recubrimiento aislante en la fachada o en las paredes interiores más expuestas (orientación norte o techos de áticos) ayuda a reducir las fugas de calor. Lo mismo pasa con las ventanas. El PVC es más aislante y cada vez hay más tipos de cristales de aislamiento mejorado. Doble cámara aislante, gases inertes en la cámara o recubrimientos que retienen el calor interior en invierno y evitan el exterior en verano, suponen una reducción del gasto energético. A veces, se eliminan las persianas para evitar fugas o entradas de aire y hacer la casa más estanca.

 

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