En un lenguaje más cerca de lo coloquial que de lo arcano, este volumen aborda la larga discusión entre la escala semilogarítmica y la escala aritmética así como la necesidad de ajustar o no los gráficos de análisis de valores a elementos como el pago de dividendos y las ampliaciones de capital. Desde una perspectiva racional, alejada de la omnipotencia que en ocasiones se concede a esta disciplina, los dos expertos unidos en Ágora Asesores Financieros EAFI tras años de experiencia y aportaciones a este campo, realizan una concienzuda aproximación conductual al mercado.

-Antes que nada, ¿cómo y cuándo nace la idea de este libro?

En realidad, nace a propuesta de la editorial Planeta. Nos pareció una buena oportunidad, y además nos pareció una buena idea para ayudar a un compañero y amigo que también escribe en el medio en el que colaboro, Carlos Matallanas, que padece de ELA. Todo el beneficio de los autores se destina a Fundela en su lucha contra dicha enfermedad.

-Más allá de este fin solidario, señaláis una ¿oportunidad¿. ¿Aún hoy sigue siendo el análisis técnico motivo de debate en la comunidad inversora? ¿Está ahora mejor o peor considerado que hace unos años?

El debate siempre estará abierto. Hay quien se ha cuestionado si Warren Buffett aún sabe lo que hace varias veces¿ ¿Mejor considerado? No lo creo, y reconozco en los propios analistas técnicos la mayor parte de la culpa. El acercamiento general es irracional, es lógico, por tanto, que no se nos valore. De ahí nace el título de la obra: Fundamentos de Análisis Técnico.

-Una cuestión ineludible que muchas veces os habrán lanzado es: análisis técnico y análisis fundamental, ¿rivales o complementarios?

Pueden ser ambas cosas. El hidrógeno y el oxígeno pueden combinarse de diferentes formas. Y no todas son recomendables. Fusionar ambas disciplinas es un trabajo complejo que requiere mucha experiencia y especialización. Nosotros, de hecho, tenemos productos híbridos -lo llamamos análisis integral- donde nos acercamos a los fundamentales con criterios técnicos, rigurosamente cuantitativos, y así conseguimos que ambos enfoques se apoyen mutuamente.

Por encima de todo, lo que debe quedar claro es que el analista técnico tiene una visión generalista que, lejos de estar enfrentada a la del especialista, puede resultar muy complementaria. Se puede realizar un profundo análisis fundamental de una empresa específica, elaborando un detallado modelo multifactorial de descuentos sobre flujos de caja¿ pero en julio del 2007 seguramente vas a palmar pasta con ello porque con la recesión el suelo va a desaparecer debajo de tus pies. El analista técnico, al final, no se encuentra aislado del resto del mundo, conoce un amplio número de sectores y países, por lo que puede evitar el `efecto túnel¿ y ser capaz de advertir con rapidez la existencia de oportunidades y riesgos.

-En un mercado como el actual en el que los productos indexados y la gestión pasiva ganan fuerza cada día, ¿tiene sentido que el pequeño inversor se forme en esta disciplina?

Naturalmente. El inversor tiene una memoria corta. Ya ha olvidado lo que ocurrió en el año 2000, el 2008¿ Y la mayoría de ellos no tienen una idea clara de lo que pasó en Japón entre 1989 y 2009. ¿30 años indexado para perder dinero incluso reinvirtiendo todos los dividendos? Intenta jubilarte tras esto¿ Y no ha pasado en Colombia, Bolivia o Venezuela. Ha pasado en Japón. Hay que andarse con mucho ojo.

-Este libro es un ejemplo de cómo acercar el análisis técnico al gran público despojado del ¿esoterismo¿ que ustedes mismos critican, pero ¿han hecho el suficiente esfuerzo los expertos para democratizar estas herramientas?

Hemos hecho un gran esfuerzo. Aunque no tengo claro que muy bueno, por ello había que empezar por el principio, por los fundamentos, lo que no deja de ser irónico. En cualquier caso, la culpa es también del público. En estos tiempos de democracia parece que hemos considerado que tenemos derecho a todo sin mucho esfuerzo. Nos encantan los atajos, y el análisis técnico no ha evitado la funesta tentación de decirle al gran público: ¿vamos, tú puedes¿, ¿esto es fácil, basta con 1.000 euros y una conexión a Internet¿. Hay mucho trilero usando gráficos. Me duele, pero debo reconocerlo. Quizá por ello estoy siempre más cómodo entre analistas fundamentales¿ Al menos no le han prometido el cielo en la tierra a nadie. Y mucho menos desde su casa.

-¿Cómo es posible que un mismo gráfico de un mismo valor pueda generar a veces visiones tan dispares desde una aproximación técnica? ¿Tiene que ver con el método seguido para fijar soportes y resistencias?

No, tiene que ver con pensar o no pensar. Un gráfico sólo puede tener una lectura. Cabrán matices, pero no grandes discrepancias. Si es así, es porque no se está usando el mismo gráfico. De hecho, frecuentemente no se usan los mismos datos para el mismo activo, y a eso dedicamos un importante esfuerzo en el libro. Es increíble que haya tanta gente usando escalas aritméticas, que haya tantos que ajustan los dividendos en un análisis de una compañía, pero no lo hacen en un índice que contiene esa misma compañía. Los fundamentos del análisis técnico no están aquí para hacerte un inversor de éxito sino para que puedas hacer análisis técnico con sentido común. El menos común de los sentidos, por cierto.

-El binomio soporte-resistencia causa furor entre los inversores, pero ustedes defienden la importancia clave de fijar `stops¿ convenientemente... y respetarlos. ¿Habría que poner más acento en esta parte?

Hay que poner acento en la idea de la tendencia, es en lo que se basa todo este tinglado y en lo que parece no haber reparado nadie.

Una vez estuve en una charla con Steve Nison [el norteamericano que hace tres décadas introdujo la técnica de análisis con velas japonesas] y le hice una pregunta. Me pidió resolverla más tarde y finalmente sólo conseguí que lo hiciera tras la charla y en un reservado. Nunca olvidaré su respuesta: ¿Llevo 30 años dando seminarios por el mundo y jamás me había hecho esa pregunta¿. Ese día entendí que los analistas técnicos habían decidido no pensar demasiado.

-En su obra apuntan varias veces al factor psicológico de la inversión, especialmente en episodios desfavorables para la cartera. ¿La formación y la educación financiera podrían convertir algunos de estos obstáculos en puntos favorables?

Por supuesto. El problema de no tener una idea racional de lo que haces es que, como consecuencia de ello y dado que nos sometemos a fenómenos de incierto resultado, en la práctica nos saltamos todas las reglas en demasiadas ocasiones. En las inversiones, imagino que como en casi todo en la vida, la actitud es más importante que ninguna otra cosa.

Un ejemplo es el que planteabas antes: los `stops¿. No pueden ser algo aleatorio, abandonado al arbitrio de cómo nos sintamos ese día o nuestro nivel de ansiedad, sino que deben ser un elemento integrante más de la estrategia que aplicamos de manera sistemática, basado en la refutación o no de la hipótesis que nos condujo a entrar en el mercado. Para cada una de las figuras que analizamos en el libro dedicamos una buena parte de la exposición a establecer los valores concretos en los que debemos colocar nuestros `stops¿ para que resulten efectivos.

-A menudo se vincula el análisis técnico con estrategias especulativas. ¿Qué opinión les merece esta afirmación?

Especular no tiene nada de peyorativo. Especular es una forma de invertir. Nadie invierte si no va a ganar dinero. El especulador tampoco. Pero quizá se considera además que especulador es sinónimo de cortoplacista. Tampoco es cierto. Y, desde luego, nada tiene que ver con el análisis técnico. Hay tendencias intradiarias y tendencias que duran décadas. Todas pueden ser exploradas técnicamente. De hecho, diría que las más amplias son las más técnicas y aprovechables de todas.

-Para terminar, mencionan en su libro la redacción de una guía sobre escuelas de inversión. ¿Está ya en marcha el proyecto?

Tenemos en la cabeza algunas cosas, pero no creo que nos pongamos en marcha a corto plazo. De cara a los próximos años, vamos a poner nuestro foco menos en la parte editorial y más en la parte inversora con el objetivo de consolidar una serie de líneas de negocio relacionadas con la actividad de Ágora, entre ellos un fondo mixto con un fuerte componente algorítmico y un fondo de capital riesgo muy innovador llamado Bridges Ventures para hacer de puente con Silicon Valley. Como hemos comentado, a nosotros nos encantan las tendencias de medio plazo.