Todo el mundo está dando por hecho que la llegada de la inflación está al caer de manera inmediata. De hecho, desde los Bancos Centrales ya nos están preparando para que no nos asustemos si vemos que continúan con las políticas monetarias más allá del umbral del objetivo del dos por ciento de inflación.

Pero hay un problema que casi nadie está teniendo en cuenta. Y es que mientras que estemos en pandemia, los incentivos al consumo y la disponibilidad de las personas para salir y gastar realmente no está tan clara, sobre todo de aquellas personas que ni tan siquiera saben si tendrán trabajo el mes que viene.

Supuestamente la enorme liquidez que se está ofreciendo está pensada para el mantenimiento de los puestos de trabajo una vez pase la pandemia, pero también muchos pasan por alto que esa liquidez ha llegado en forma de crédito.

Un crédito que los políticos creen que van a resolver el problema y las consecuencias de esta pandemia, pero que realmente muchas empresas no van a poder devolver.

Por lo tanto, mientras que los trabajadores continúen más preocupados por mantener su puesto de trabajo que por planificar sus vacaciones de verano, no hay mucho que hacer. Bueno sí: vacunar, vacunar y vacunar.

Vacunar como si no hubiese un mañana

España se juega mucho este verano. Países como Grecia, Turquía o la misma Italia quieren aprovechar las circunstancias para sacar rédito del turista alemán y británico. Y lo que no podemos hacer es dejarlo todo para última hora. Vacunando con horarios de funcionarios, de lunes a viernes, solo por las mañanas y cerrando puentes y festivos. Obviamente con todos mis respetos al empleado público que sigue las órdenes y pautas de sus superiores y mandamases políticos.