Seis meses después del 19 de febrero, el día que marcó el inicio de esta crisis, la bolsa (tomaremos como medida el índice S&P 500) ha recuperado todo lo perdido.

¡Y todo lo perdido llegó a ser un 34% apenas 23 días después de aquel día de febrero en el que el S&P 500 registraba sus enésimos máximos históricos! ¡23 días! Para poner en contexto estos números, la comparación con la crisis financiera global de 2008 siempre nos es de gran ayuda. Tomando inicio en la caída de Lehman Brothers, entre el 15 de septiembre de 2008 y el 9 de marzo de 2009, un total de 126 días de mercado, el S&P 500 cayó un 43%.

Pues, como decíamos, 107 días después, ese -34% o esos 1.152 puntos de caída del índice S&P 500 se ha recuperado y el índice volvió a registrar nuevos máximos. A cualquier inversor esto le puede llevar a varias preguntas: ¿Por qué salí en marzo o abril? ¿Por qué sigo sin entrar? Y, si estoy dentro, ¿debería quizás salir?

Un gran número de cosas ha cambiado en tan breve espacio de tiempo, siendo la caída más violenta de la historia

Analizando qué hemos aprendido de esta crisis seguramente podremos responder de manera más informada a esas preguntas. Lo principal que marca esta crisis es la rapidez en los cambios y el gran número de cosas que ha cambiado en tan breve espacio de tiempo, siendo la caída más violenta de la historia. ¡Oh, sorpresa!

Obviamente, el impacto sanitario y económico aún no ha terminado y debemos mantener la cautela sobre las consecuencias en los próximos meses en los mercados, pero hemos aprendido y seguimos aprendiendo muchas cosas a mucha velocidad:

1. La capacidad y voluntad para actuar rápidamente y con decisión es cada vez más importante. Por el contrario, estar constreñido a un nivel de pérdidas puntuales máximas, de máxima volatilidad (¿controlable cómo si el mercado llega a tocar máximos históricos de volatilidad?) y otras medidas, limita o anula esa agilidad.

2. Mantenerse invertido ha vuelto a demostrarse clave en momentos de estrés de mercado extremo. Aun así, es necesario recordar aquellos momentos en la historia donde pudo no ser la mejor decisión. Por eso, este punto ha sido el que más hemos analizado y reflexionado durante estos meses.

3. No hay modelo de riesgo perfecto. ¡Oh, sorpresa!... otra vez. Claro que éramos conscientes de esto y no necesitábamos una crisis así para darnos cuenta. Pero el ajuste tan rápido y tan violento que sufrimos hizo que esto se mostrara de manera dramática.

4. Los tipos de interés pueden estar muy bajos o incluso negativos y aun así los bonos de gobiernos pueden aportar diversificación y beneficios en momentos difíciles.

5. Aquellos valores muy ‘sobrecomprados’, con múltiplos muy altos y demás 'palabros' casi ininteligibles con los que tratamos de describir a las compañías tecnológicas americanas principales (las Apple, Amazon, Google, Facebook… también llamadas FAANG), pueden convertirse en valores defensivos y resistentes (y resilientes también, ya que estamos con 'palabros'). Ahí los tienen, capeando a un cisne negro de la magnitud del que estamos viviendo y tirando de un mercado como el estadounidense.

Seis meses después, seguimos teniendo un panorama muy binario que cambia entre optimista y pesimista con mucha rapidez. La economía sigue limitada, algunos sectores con futuro incierto. Y la segunda oleada de contagios es (y era) algo probable al reiniciar las economías.

Valores muy 'sobrecomprados' puenden convertirse en valores defensivos y resistentes

Analizando este panorama y manteniendo el foco en los cinco aprendizajes principales que nos llevamos de esta crisis, parece prudente tener un posicionamiento extremadamente diversificado. Esto es tener suficientes herramientas para seguir recogiendo rentabilidad (renta variable, bonos corporativos). Pero también colchones que nos permitan aguantar caídas en los mercados financieros (bonos de gobiernos europeos y americanos y bonos ligados a inflación) y que nos aseguren una cartera de calidad alta.

Todo ello como prueba de que seis meses después de aquel 19 de febrero hemos aprendido algo.

***Gonzalo Pradas es director de Openbank Wealth