Llegados a este punto de mercado donde las bolsas han protagonizado una fuerte corrección y una rápida recuperación, en el caso del mercado americano, y sabiendo que los próximos meses estarán marcados por una fuerte volatilidad, uno de los activos que estamos incorporando en las carteras son bonos convertibles.

Se trata de un paso previo a incrementar posiciones de renta variable. Los convertibles son instrumentos razonablemente líquidos y que en esta crisis, como en otras, han sufrido por el desplome de las bolsas y la ampliación de los diferenciales de crédito. Por tanto, para un inversor que entienda bien cómo funcionan puede constituir un instrumento adecuado para ir añadiendo riesgo a su cartera.

Vamos a explicar cómo funciona esto de los convertibles. Para los menos familiarizados, empezaríamos recordando que lo que caracteriza fundamentalmente a cualquier bono u obligación, además del emisor, es el cupón, la divisa, la fecha y tipo de vencimiento, aunque hay muchas más propiedades que los definen.

Uno de los activos que estamos incorporando a las carteras son los bonos convertibles. 

En lo que se refiere al vencimiento, la mayor parte de las emisiones nos devuelven el principal llegado el momento pero también las hay que incorporaran la posibilidad de transformarse en acciones, normalmente del mismo emisor. Este tipo de bonos son los que llamamos bonos convertibles.

Por tanto, un convertible, en pocas palabras, es un instrumento de renta fija que, bajo determinadas circunstancias especificadas en el prospecto de la emisión, se convierte en un número de acciones. Esta característica de conversión hace que sea un instrumento especialmente complejo de valorar, puesto que a los efectos del movimiento de los tipos y el riesgo de crédito del emisor, que es lo que principalmente determina el precio cualquier instrumento de renta fija, se añade la evolución del precio de la acción en la que se convertirá. Por tanto, pasaríamos de ser bonistas a accionistas.

El comportamiento del precio del bono en el mercado es complejo y como hemos apuntado está determinado por varios factores. Como cualquier instrumento de renta fija además del riesgo de crédito del emisor, la evolución de la curva de tipos tiene una influencia determinante en el bono, más aún cuando “el premio” de estas emisiones está en que nos terminan dando acciones.

Esto se suele compensar con cupones comparativamente más bajos y, por tanto, su precio se ve más afectado por los movimientos de los tipos de interés. A esto hay que añadir ahora el precio de las acciones en las que nuestra emisión se va a convertir. 

¿Cómo afecta el precio de la acción?

Simplificando mucho, en función del precio de la acción podríamos establecer tres momentos. Un estadio intermedio, en el que el precio de las acciones en el mercado hace que su valor de conversión sea parecido al de la inversión del bono y, por tanto, el precio de éste no se ve afectado en gran medida. A partir de esa zona de equilibrio, si el precio de la acción comienza a subir, la opción de conversión vale cada vez más y el precio del bono sube progresivamente hasta un punto en el que se comporta prácticamente igual a cómo lo hace la acción en la que se transformará.

A mayor subida del precio de la acción mayor subida del precio del bono. Por contra, si el valor de la acción cae, el precio del bono empieza a recoger el efecto negativo de convertirse en acciones y por tanto su precio desciende.

En este punto, si el precio de la acción cae mucho, el precio del bono va recoger el efecto muy negativamente porque tras la conversión el valor de nuestra inversión será inferior al que hubiéramos recibido si nos hubieran devuelto el principal en un bono “normal”. Todo esto se complica, además, si tenemos en cuenta el factor tiempo que amplifica mucho el efecto de la convertibilidad. Cuanto menos tiempo queda para la conversión, los efectos en el precio son más mayores.

No compre un solo bono... diversifique

Por la complejidad del activo nunca recomendaríamos tener en cartera directamente bonos convertibles sino hacerlo a través de un vehículo especializado como un fondo de inversión.

Lo primero, porque los importes mínimos para invertir en una sola emisión suelen ser altos y para tener una cartera diversificada necesitamos un patrimonio elevado. Lo segundo, y más importante, es que sólo los especialistas son capaces de desgranar y mitigar adecuadamente cada uno de los riesgos que comporta tener convertibles en cartera.

En España tenemos varios fondos de bonos convertibles disponibles para cualquier inversor gestionados por grandes equipos de gestoras que van desde los más globales, más o menos ligados a un índice, hasta los más especializados que realizan una asignación de activos muy específica, sobreponderando determinados sectores o zonas geográficas. 

¿Lo incorporo a mi cartera?

El mundo de los instrumentos es muy grande y hay muchas opciones. Lo importante, como siempre, es entender los riesgos que comporta una inversión. 

Los convertibles no son activos fáciles de entender porque el comportamiento de los precios de los bonos se explica por múltiples factores. Dicho eso, el momento de mercado es bastante propicio para empezar a invertir si buscamos tener algo más de riesgo en la cartera.

Como las bolsas, los bonos y también los convertibles han recuperado parte del terreno perdido tras las caídas, pero aún queda margen más todavía si pensamos que las bolsas pueden seguir al alza. Eso sí, siempre de la mano de su banquero o asesor, que es el mejor le conoce y el que le puede proponer el activo más apropiado, de acuerdo con su perfil y preferencias de inversión.

** Álvaro Galiñanes es director de inversiones de Santander Private Banking Gestión.