Como en los viejos tiempos. Las renovadas tensiones registradas en las últimas jornadas en los mercados estadounidenses de financiación a corto plazo han obligado a la Reserva Federal (Fed), el banco central de Estados Unidos, a desempolvar los mecanismos de financiación especiales que ya empleó hace una década, cuando las restricciones de liquidez derivadas de la crisis le obligaron a 'sustituir' al mercado para garantizar el abastecimiento de dólares en el sistema.

El martes, la Fed de Nueva York, el brazo ejecutor de este tipo de actuaciones, convocó una operación mediante la que se dispuso a inyectar 75.000 millones de dólares. Finalmente, colocó 53.150 millones, porque fue la cantidad que le demandaron. Un día después, repitió el proceso, puesto que se ofreció a suministrar 75.000 millones. Esta vez, eso si, los proporcionó, porque la demanda ascendió a 80.050 millones. Y este jueves ha tenido que salir al mercado, por tercera jornada consecutiva, para inyectar otros 75.000 millones tras recibir peticiones por 83.875 millones de dólares

En tres días, por tanto, ha bombeado 203.150 millones de dólares. Con este volumen, trata de salir al paso de la escasez de dólares detectada en los mercados de financiación a corto plazo, claves para lubricar el mecanismo con el que los bancos y las empresas obtienen el dinero que necesitan a corto plazo y para el correcto funcionamiento de la politica monetaria de la Fed.

"No vemos que esta situación tenga grandes implicaciones en nuestra capacidad de controlar los tipos", sostiene Powell. En el mercado, sin embargo, existe la sensación de que la Fed sí está perdiendo ese control

Esa escasez de dólares llegó a provocar que el mercado de repos, con el que se obtiene financiación a corto plazo a cambio de títulos -normalmente deuda pública- que sirven como garantías, llegara a exigirse un interés del 10%, cuando el objetivo de la Fed es que en este segmento de financiación los costes se muevan entre el 2% y el 2,25%, que es donde tiene los tipos oficiales ahora. Otro dato evidencia estas tensiones. El SOFR, nuevo índice de financiación a un día lanzado por la Fed en abril de 2018 como sustituto del Libor, se disparó el martes al 5,25%, después de que el lunes ya subiera al 2,43%, cuando el objetivo de la entidad era mantenerlo entre el 2% y el 2,25% en el que se encontraban los tipos oficiales -en adelante, y tras la bajada de tipos anunciada este miércoles, será entre el 1,75-2%-. La inyección del miércoles ha moderado ese interés, y del 5,25% pasó al 2,55%, aún todavía, eso sí, del nivel perseguido. 

¿TRANSITORIO...O ALGO MÁS? 

La clave reside en descifrar los motivos que figuran tras estas restricciones, puesto que los recuerdos de lo acontecido entre 2007 y 2009 resultan inevitables. En principio, y a diferencia de los graves y duraderos problemas vistos entonces, se exponen causas pasajeras. Las últimas subastas del Tesoro, que captan efectivo a cambio de 'papel', y la finalización del plazo para que las empresas presenten sus declaraciones fiscales, que también pueden provocar un descenso del efectivo disponible para la financiación a corto plazo, sobresalen como 'culpables' de esta situación. El presidente de la Fed, Jerome Powell, se refirió este miércoles a estos dos motivos cuando fue preguntado por este asunto en la rueda de prensa posterior a la reunión en la que la entidad redujo los tipos de interés

Ahora bien, de fondo puede existir algo más. En los últimos meses se han sucedido las advertencias acerca de que la Fed estaba perdiendo el control del mercado monetario, una amenaza que los últimos acontecimientos han agravado. "La Fed ha perdido el control de la financiación", avisa Mark Cabana, responsable de tipos de interés de Bank of America Corp, en declaraciones a 'Bloomberg'. "No vemos que esta situación tenga grandes implicaciones en nuestra capacidad de controlar los tipos", se defendió Powell este miércoles.

Durante este mismo año, y dentro de la propia Fed, se ha alimentado el debate para crear una 'Facilidad permanente de repos' con la intención de gestionar mejor el exceso de reservas existente en la banca, que asciende a 1,4 billones de dólares, y lograr por extensión una mejor ejecución de la política monetaria. Por ahora, sigue sorteando las presiones con operaciones especiales de financiación, a la espera de calibrar de manera más precisa si, en efecto, se trata de un fenómeno temporal y si consiste en una cuestión de una menor oferta de dólares o de una mayor demanda de 'billetes verdes'. Y como trasfondo, otra opción: la posibilidad de que la Fed refuerce la liquidez con un nuevo programa de expansión cuantitativa (QE). El cuarto, tras el QE1, el QE2 y el QE3 desplegados entre 2008 y 2014. 

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